Para Javier Darío Restrepo no hay término medio: el periodista tiene que ser un apasionado por la verdad y debe regirse siempre por un código ético intachable, que subraye una forma de comportamiento identificado con “lo mejor” de la profesión.
La presidenta argentina “pretende poner en marcha una ley de prensa” simplemente porque mantiene una contienda con el diario “Clarín”, opinó el periodista Javier Darío Restrepo
Para Javier Darío Restrepo no hay término medio: el periodista tiene que ser un apasionado por la verdad y debe regirse siempre por un código ético intachable, que subraye una forma de comportamiento identificado con “lo mejor” de la profesión.
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El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl destacado periodista colombiano, con casi 50 años de experiencia en medios escritos y 25 años en televisión, visitó Uruguay el jueves 6 y viernes 7 invitado por Unicef para exponer sobre el rol ético del reportero a la hora de tratar temas vinculados a la niñez y la adolescencia.
Maestro de ética de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Restrepo entiende que hoy en día hay una mayor “sensibilidad” sobre esta temática en el continente. Un medio de comunicación, destaca, tiene como valor fundamental la credibilidad, y para que eso ocurra el periodista tiene que ser “independiente” y ganar un buen salario. De lo contrario, además de “depender de quien le pague” aportará “información mediocre a la sociedad”.
Restrepo analizó la situación de la libertad de expresión en América Latina y señaló que los gobiernos “no deben estorbar” un derecho que “no se da ni se quita”. Sin embargo, dijo que en estos momentos hay gobiernos como el de Argentina, Venezuela o Ecuador que están “estorbando” esa “construcción de libertad”.
A su juicio este tipo de gobiernos buscan “concentrar” todo el poder en la figura presidencial intentándolo a través de la comunicación y cuando encuentran obstáculos en su propósito “sangran por la herida”.
“Por eso se quejan, dicen que los medios son una especie de poder paralelo unido a las elites económicas, y que trabajan para esas elites y no para la población. Es un poder frustrado por no tener en sus manos el otro poder”, agregó.
Pero esta suerte de “epidemia” de gobiernos que piensan así en el continente, no debería ser una excusa para que el periodista se sienta “víctima” sino una oportunidad de “reexaminar” el ejercicio de la profesión y mejorarlo, afirmó el periodista colombiano.
A continuación un fragmento de la entrevista que Restrepo mantuvo con Búsqueda.
—En términos generales, ¿cómo considera que está hoy la libertad de expresión en la región?
—Siempre ha estado y siempre estará en crisis. Porque la libertad está en constante transformación y construcción. Y esa construcción no la hacen los gobiernos, la hacen los periodistas.
Los gobiernos no deben estorbar la libertad de expresión. Con eso llegamos a la conclusión de que nadie nos da ni nos quita la libertad: la construye cada uno de nosotros.
En este momento los gobiernos están estorbando está construcción y lo hacen prácticamente por un motivo único: están cediendo a la dinámica del poder. El poder nunca se acepta a medias, siempre se está en la ilusión del poder total y si en alguna parte se ve el peligro para el poderoso de no tener el poder total es en la prensa.
Al fin y al cabo es pretender entrar a manejar la palabra, la dinámica de los hechos y el pensamiento de la gente. Los gobernantes que concentran muchos poderes y que han tenido éxito concentrando el poder económico, el poder de las armas, de las leyes y las instituciones, tropiezan cuando pretenden tener también el poder de la información.
Y si esa información está dada por medios que son libres y que prácticamente se han blindado contra todas las ofensivas que vienen desde el poder, la lucha es todavía más fuerte para los gobernantes.
Leí hace poco un informe donde hablaban los presidentes de toda América Latina en forma anónima. Cuando uno lee esos comentarios se da cuenta de que están sangrando por una herida muy grande y es no poder controlar a los medios.
Por eso se quejan de que los medios son una especie de poder paralelo y unidos a las elites económicas, y que trabajan para esas elites y no para la población. Es un poder frustrado por no tener en sus manos el otro poder.
Cuando uno mira ese fenómeno entiende todo lo que está pasando. Entiende a la señora Kirchner que pretende poner en marcha una ley de prensa simplemente porque tiene una herida por la que respira, que se llama Clarín.
Cuando un gobernante está en esas condiciones está gobernando para beneficio propio. No está pensando en el bien de la población. Lo mismo sucede con Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega.
Es una epidemia que va extendiéndose por el continente y ante ella los periodistas no tenemos que sentarnos a llorar ni a lamentarnos, porque corremos el peligro de todas las víctimas: la de la inacción por el victimismo, esperar a que los demás nos ayuden.
El periodista no tiene por qué sentirse víctima. Riguroso como es en su tarea de buscar la información, deberá ver en los hechos si se dio motivo a los gobernantes para que actúen de esa manera. Es hora también de que los periodistas se pregunten si por pasión política no están dejando de lado criterios objetivos.
Entonces ante esta ofensiva, hay una actitud positiva que puede asumir el periodismo y es reexaminarse y aprovechar las circunstancias para mejorar el ejercicio periodístico.
—Varios analistas advierten que, debido a la concentración política de poder por parte del oficialismo, la oposición ha perdido peso y ese lugar fue ocupado por un sector de la prensa. ¿Qué opina sobre esto?
—Ha sido una desviación correspondiente a la primera situación de la que habláramos. Es una desviación que se debe al hecho comercial: hacer un periódico para vender y ganar dinero. La noticia se volvió mercancía y cualquier persona se siente periodista, sin el sentido de misión del periodista, sin su preparación profesional. Desde los medios de comunicación se está estimulando mucho ese denominado periodismo ciudadano que es que el que tiene una camarita o algún aparato similar puede captar parte de la realidad y se cree que eso es periodismo.
Pero no nos podemos quejar porque en realidad durante mucho tiempo se ha realizado ese tipo de periodismo: captar las cosas y presentarlas sin ningún tipo de procesamiento. Se puede decir que muchas veces el periodismo ha sido una oferta de carne cruda para la gente.
Esa es una parte del fenómeno. La otra es que yo como periodista crea que tengo que transmitir e imponer mi pensamiento a los lectores. Eso es una falta de respeto para el público. El ciudadano tiene derecho a pensar por sí mismo y uno tiene que darle la materia prima para que lo haga, nada más. Cada vez que yo doy una información completa y de calidad estoy aportando la materia prima para que la sociedad sea libre.
La libertad se fortalece a golpes de decisiones y las decisiones se toman cuando hay información completa. Uno fortalece la libertad pero no indica a quién votar. Por eso es absolutamente inconveniente que el periodista tome partido.
El periodista está al servicio de una sociedad que necesita conocer la realidad. Hay sí una toma de partido por el periodista: tomar partido por la sociedad. ¿Cómo lo hará? Hay distintas fórmulas y yo no soy quién para decir cuál es la mejor.
—Lo que usted sostiene refiere a los “códigos de ética” para la profesión…
—Sin duda. Los códigos son un instrumento, bueno o malo según el uso que se haga de él. Entonces, los códigos no son la ética, son un instrumento nemotécnico para recordar las metas que la ética le está imponiendo a la gente. Pero todo esto sobrevuela el resto de los temas, porque está por encima y en cada tema que se trata.
Después de darle muchas vueltas a este tema, antes de ayer mi nieto de 11 años me preguntó: ¿qué es la ética? y yo le dije: ética es todo aquello que tienes adentro que te impulsa a ser mejor.
La ética ejerce entonces un papel crítico de la realidad concreta. Y para ello es bueno un código de ética porque te va señalando, te marca el camino a seguir. Se genera así un espíritu autocrítico. Es un impulso interior que te empuja a ver si lo que hiciste está bien o no, si tu artículo es real o hay pequeños detalles inventados. A esa insatisfacción le sigue el impulso de ser mejor periodista, más profesional.
Los códigos señalan objetivos concretos, te liberan de la vaguedad de lo teórico e incluso te van haciendo una agenda de los temas que tienes que trabajar como periodista. Y como persona.
—¿Existe la diferencia entre ética del periodista y la ética en general? ¿No bastaría con ser éticamente correcto como persona para desarrollarse bien en términos de la profesión?
—Son lo mismo. Solo que la ética periodística subraya algunos de los aspectos de la ética personal y los subraya para beneficio de la sociedad. Como periodista sé que algo muy singular de mi condición de periodista: es que tengo que decir la verdad. Hay un compromiso con la verdad.
—¿Cómo evalúa la ética periodística en el continente?
—Soy muy mal juez para ello porque siempre estoy rodeado de gente que está interesada en este tema. Tengo la sensación de que ha crecido la sensibilidad, pero junto con esa sensación hay una realidad y es que cada vez hay más presiones sobre el periodista.
Sin embargo, una de las cosas que más me asombra de mis viajes por América Latina es el bajo salario de los periodistas. Un periodista mal pago es un profesional que da una información mediocre a la sociedad porque entra a depender de quién le pague. Y si algo necesita el periodista, de la misma manera que el pintor precisa la vista y el cirujano el pulso, el periodista necesita la independencia.
Sólo hay independencia cuando al periodista se le paga bien y se lo blinda contra todas las presiones que van a ejercer los interesados en manipular la información.
Muchas veces se habla de la dependencia de la publicidad oficial. Para evitarla es necesario crear un medio con una fuerte credibilidad. Una vez que se logra la credibilidad la refuerzas con la inversión o pauta privada, pero siempre manteniendo la credibilidad. Si hay la más mínima sospecha de que la financiación del medio ha sido entregando pedacitos de tu independencia ahí la gente deja de creerte.
Además, para evitar que la publicidad oficial sea un elemento para comprar medios su distribución debe estar pautada en base a criterios técnicos.