En Melilla, el productor Aníbal Paz está esperando bajo la sombra de uno de sus árboles frutales. Limoneros, granadas, kaki y una gran extensión de vid se lucen en su predio. Allí plantó vid para fruta y para producción de vino. Hizo crecer petit manseng, tannat, venus, y ahora, en un pequeño invernadero, conserva algunos ejemplares de una vid que es novedad en Uruguay. Se trata del único pariente reconocido del tannat y se llama Manseng noir, una curiosidad hasta para los más entendidos.
Paz muestra una de las plantas en una maceta de nylon y cuenta que espera la llegada del invierno para plantarla. Conseguirla ha sido una odisea. Entre contactos, conocidos y un poco de suerte, las plantas llegaron desde Francia en invierno de 2019.
Cuando se publicó un trabajo en el que genetistas revelaron que existen unas 2.400 variedades de uva en el mundo, Francisco Carrau, doctor en Química y profesor agregado de la Sección Enología de la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar), se sumergió en la información. El trabajo, publicado en 2013, es del Instituto Nacional de Investigación Agronómica de Montpellier, Francia.
Recoge el análisis de variedades de uva en Francia, Italia y España y ha sido el relevamiento más grande del mundo. En general se conocen unas decenas: cabernet, tannat, Sauvignon blanc, merlot, entre otras. En este trabajo “analizaron todos los genomas por microsatélites, son pedacitos de ADN”, explicó Carrau. Es la misma tecnología que se usa en tests de paternidad en humanos o en escenas de crimen.
El único pariente de tannat que figuraba en la lista era el Manseng noir y ejemplares de él solo existían aparentemente en el vivero que oficia de banco de variedades de Montpellier (en donde está la reserva de Vitis vinífera más grande del mundo). El antecedente productivo había sido una experiencia puntual en el país vasco, pero nada más. Así fue que de viverista en viverista lograron obtener una producción de 1.300 plantas. “Era una variedad casi desaparecida”, dijo Paz. “Esta variedad está acá en Uruguay pero casi no se encuentra en el mundo”, destacó Carrau.
La Viti vinífera es una de las plantas más ancestrales del planeta. Se calcula que surgieron antes que los seres humanos en un área que hoy sería la zona de Georgia, en Armenia. Luego la dispersión se dio de la mano de las migraciones. Los genetistas teorizan sobre el origen del tannat y del Manseng noir. Algunos indicios muestran que podrían ser de origen europeo, de la zona de los pirineos, o haber sido introducidos por los primeros pobladores de esa zona que dieron lugar a la población vasca. Otras variedades como chardonnay o cabernet serían posteriores. “Desde el punto de vista de genética de plantas, es muy interesante saber cómo evolucionó y cuántos miles de años de distancia tienen”, comentó Carrau.
Para curiosos.
A Paz le interesa probar alternativas nuevas. En 2007 fue parte de un proyecto con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y con apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) para introducir variedades de granada. Aún tiene las plantas en el predio, pero no producen lo que esperaba. Hizo ensayos en parte de su terreno. Un año da, otro, casi nada. Su conclusión, después de haber pasado años seleccionando las variedades que tenían mayor potencial, es que tras elegir las mejores, sigue habiendo problemas de estabilidad productiva que hacen poco viable pasar a etapa de producción a gran escala.
Entre las uvas que ha probado también observó diferencias. Plantó incluso una variedad hace pocos años a pedido del INIA que resultó ser poco productiva. Otras han resultado estables y con buena producción, o demasiado vigorosas.
Hay tres puntos a considerar para definir éxito: deben ser productivamente estables, relativamente resistentes a enfermedades (no muy sensibles) y de fácil manejo (ya que si necesita mucha mano de obra, se incrementa los costos de producción), definió Paz. Para el productor, lo interesante es el ejercicio de probar, y, si en algunos casos se tiene éxito, festejarlo. De lo contrario, seguir intentando. Experimentar con nuevas variedades “siempre me gustó”, dice Paz. “He hecho más errores que aciertos”, agrega, y sonríe. Ahora está pronto para un nuevo desafío con el pariente del tannat.
A priori Paz es optimista, ya que Manseng noir es una variedad que tendría buenas características para Uruguay: requiere una zona de acidez alta (como el tannat) y el país lo tiene por sus características de suelo y clima. “Me interesa como agrónomo más que como productor”, reconoce.
De todos modos, desde el punto de vista comercial, también resulta interesante. A escala mundial, el mercado de los “curiosos” por vinos poco conocidos y diferentes crece, comentó Carrau.
A diferencia del tannat, su pariente produciría menos alcohol, algo que el mercado hoy busca y es tendencia.
“Si la variedad es exitosa, tendremos otra cepa más y bien adaptada al Uruguay. El objetivo es tener más variedad”, destacó.
Estudiar los genes.
De las 1.300 plantas de Manseng noir que hay en Uruguay, la mayor parte están en el campo de Cerro Chapeu, el emprendimiento de Carrau en Rivera. Con la expectativa de contar con la fruta en 2021, el investigador y productor proyecta líneas de investigación que permitan afinar las características del pariente del tannat estudiando su genética.
El equipo de trabajo de la Udelar tiene experiencia en el estudio del tannat. En diciembre de 2013 lograron ocupar la tapa de la prestigiosa revista científica The Plant Cell tras haber sido los únicos que —en un trabajo coordinado con la Universidad de Verona, Italia— lograron analizar el genoma del tannat y el pinot noir y estudiar qué genes compartían y cuáles eran únicos del tannat. Así, revelaron las características especiales de una variedad tan difundida en Uruguay.
Carrau observa una de las plantas de Paz y explica: “De esos brotecitos tiernos sacamos el ADN y podemos hacer el estudio del genoma del Manseng noir. Sacamos los brotes chiquitos, los congelamos con nitrógeno líquido, los llevamos al laboratorio para sacar el ADN puro y lo mandamos a Verona”, contó Carrau. Ese trabajo se hará en unos días.
La secuenciación del genoma se hará en Italia con el grupo del profesor Massimo Delledonnel del Departamento de Biotecnología de la Universidad de Verona. El análisis del ADN del Manseng noir se hará mediante dos técnicas: la más vieja, que el grupo ya usó para tannat, y una más nueva (Illumina). Carrau explicó que el uso de estas dos técnicas tiene virtudes a la hora de analizar los datos y “evita errores en el ensamblado”. Además, se analizará el tannat con la nueva técnica, algo que no se ha hecho hasta ahora.
Luego el trabajo sigue en Uruguay. Será Cecilia Da Silva quien estará a cargo de la siguiente etapa. Da Silva obtuvo su doctorado trabajando en la Sección Enología de Facultad de Química y analizando el genoma del tannat y ahora es profesora adjunta de Biología Molecular Vegetal en el Centro Universitario de Tacuarembó de la Udelar.
Una vez secuenciado, Da Silva comenzará a analizar y comparar la presencia de polifenoles en el tannat y el Manseng noir. Los polifenoles son componentes que se asocian al color y sabor de la fruta y también a la presencia de antioxidantes, un tema “muy de moda”, comentó Carrau.
Al analizar y comparar el genoma del tannat y de su pariente, el Manseng noir, podrán determinar si el recién llegado es padre, primo o hermano. El pariente del tannat producirá sus primeras frutas en 2021 y ahí podrán producir vino y explorar las características que tiene la uva en comparación con tannat, contó Carrau. Si todo progresa de manera exitosa, en tres años se podría abrir al mercado la producción de Manseng noir, el pariente ancestral del tannat.
Edición 2059
2020-02-13T00:00:00
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