Más allá de las “reformas estructurales” que podrían potenciar el desarrollo futuro de Uruguay, los inversores esperan “gestos” del actual gobierno y miran con atención los mensajes de los precandidatos a la presidencia. Según Diego Pereira, economista jefe para la región del banco de inversión J.P. Morgan, de eso dependen las posibilidades de que el país mantenga, o no, una calificación dentro de la escala del grado inversor no especulativo (investment grade).
La agencia Fitch, que asigna a la deuda pública de Uruguay la nota más baja dentro de esa categoría, acaba de reducir de “estable” a “negativa” su perspectiva. La probabilidad de que reduzca la calificación en el próximo año y medio “ha crecido de manera importante” en los últimos trimestres, pero aún es “menor al 50%”, opinó el analista de J.P. Morgan.
Otras calificadoras, como Standard & Poor’s y Moody’s, tienen al país con una nota dos escalones dentro del investment grade. El riesgo de que la bajen un peldaño “está por encima del 50%”, estimó.
“Lo más importante es dar señales claras de que el gobierno no está dispuesto a jugar con fuego. Se necesitan gestos que hagan que, principalmente el mercado, entienda que Uruguay le da el valor que verdaderamente tiene al grado inversor. De lo contrario, el mercado va a elevar la posibilidad de perderlo”, dijo a Búsqueda desde Nueva York.
Ese banco de inversión prevé que el Producto Bruto Interno (PBI) del país crezca 2,1% en 2018 y que lo haga 1,9% el próximo año. En su último informe —que tituló Alfileres y agujas— destacó que la Rendición de Cuentas recién votada “muestra pocas acciones para prevenir” una degradación de la calificación. Tanto la deuda del gobierno central como de todo el sector público “está llamada a mantener la tendencia al alza, potencialmente comprometiendo el estatus de grado inversor”, advierte J.P. Morgan en ese informe.
Estas calificaciones indican el riesgo de incumplimiento de pago de los gobiernos y en función de ello está la tasa de interés que los inversores piden para darles crédito. Pereira, un economista uruguayo encargado de los análisis de J.P. Morgan para Uruguay, Argentina, Chile, Perú y Paraguay, visitó a inversores en Montevideo el mes pasado. En su diálogo con Búsqueda recordó que si bien el grado inversor es un bien intangible, su pérdida tiene un costo claro.
“No importa el grado inversor como tal sino el costo de no tenerlo. Si el mercado no ve señales, y eleva el costo de financiar la deuda, eso implica (pagar) un mayor interés. Y en el fondo implica que a la larga o a la corta se debe procesar un ajuste fiscal mayor simplemente porque la carga de intereses es mayor. La disyuntiva es clara: un poco más de ahorro empezando hoy o mucho más ahorro dentro de uno o dos años. Porque pagar 100 puntos básicos más por el roll over (renovación) de la deuda en dólares equivale a cinco décimas del PBI”, explicó.
“Hay que aprovechar las dimensiones que dan fortaleza. Por ejemplo, el nivel institucional, el PBI per cápita, las políticas macroeconómicas que son mejorables pero estables, las altas reservas, un resultado de cuenta corriente positivo. Y que el Tesoro tiene un colchón financiero importante que le permite estar un año sin tener que acceder a los mercados”, agregó.
Según Pereira, para mantener estable el costo de financiarse en el mercado internacional, los inversores demandarán del gobierno “parches ineficientes pero temporales” en el gasto público. Eso, además de un discurso consensuado entre los candidatos para 2019 sobre la necesidad de implementar reformas.
“El mercado sabe que vamos hacia elecciones y espera reformas estructurales del próximo gobierno. En el interín quedan pequeños ajustes —en términos relativos— que se necesitan para prevenir que el déficit aumente. Y cuanto más resoluto sea el esfuerzo, menor será en términos cuantitativos. Ese es el punto clave. Eso de los últimos serán los primeros no funciona en el mercado”, dijo.
En su opinión, los ajustes podrían venir de la mano de un recorte de la inversión pública y “alguna suba de impuestos”. Los inversores, agregó, esperan una baja del déficit fiscal cercana a medio punto del PBI. Esto, sin embargo, impactará sobre el nivel de actividad, mientras ya se ve una “desaceleración importante” de la inversión extranjera directa. En tal sentido, para el analista de J.P. Morgan se necesitan cambios que alivien la carga que hoy “sufre sobre sus espaldas el sector privado”. Y apuntó: “Es el problema de no haber ahorrado antes: hay que evitar un mal mayor, que sería perder el grado inversor”.
Reformas.
Pereira estimó que, para conservar el investment grade, el debate electoral deberá asegurar “un consenso de mínimos” en torno a reformas como la de la seguridad social.
“Los precandidatos y partidos deben coincidir en el mensaje de lo relevante del bien intangible que es el grado inversor. (...) Si todos dicen que hay que aumentar el déficit fiscal porque es la manera de aumentar el crecimiento, ahí las agencias van a hacer” una rebaja de la nota incluso previo a los comicios, consideró.
Para él, la trayectoria del gasto en pasividades “no es sostenible en el largo plazo” teniendo en cuenta su crecimiento en relación con el PBI: “Hoy está por encima del 10% frente a 8,7% ocho años atrás”. Sin embargo, una sola reforma “tendría un impacto acotado” sobre la dinámica del gasto.
“Hay que saber diferenciar lo que Uruguay necesita para mantener el grado inversor de lo que necesita para ser un país desarrollado en 25 años. Para mantener el grado inversor necesita reformas estructurales que vengan por el lado de lo fiscal. Pensiones es un punto importante. (El ministro de Economía, Danilo) Astori lo puso sobre la mesa, lo que es una invitación a que sea un debate en la campaña electoral. Y después toda reforma que tenga que ver con aumentar la productividad promedio de la sociedad por supuesto que los economistas y el mercado las van a recibir con alegría. Pero el mercado no trabaja sobre ideales, hoy le importa que Uruguay mantenga su grado inversor”, señaló.
Cambios en la gestión de las empresas públicas o la discusión sobre la calidad del gasto entrarían en ese set de “reformas para el país desarrollado”, entiende Pereira.
“El sistema político tiene que ser muy cuidadoso con qué quiere decir al hablar de mejorar la calidad del gasto. El gasto primario (antes del pago de intereses) creció en más de cinco puntos del PBI en 10 años. Este paso es insostenible, sobre todo con la carga tributaria que tiene Uruguay. Si me dicen que esto lo van a corregir mejorando la calidad del gasto, tenemos un problema. Para el mercado lo más importante hoy es tomar medidas, aunque sean cortoplacistas, para evitar que el gasto público y el déficit sigan aumentando. Luego hay que tomar medidas estructurales para que el gasto primario no siga creciendo a la velocidad que lo ha hecho en los últimos 10 años. Y número tres, mejorar, si hay espacio, la calidad del gasto. Porque el mercado castiga la confusión de prioridades o los objetivos poco claros. Y en esta situación quiere acción”, enfatizó.
Mercado laboral.
Por otro lado, indicó que modificaciones en la negociación de los Consejos de Salarios podrían impactar en un mercado laboral con un “importante deterioro”. El economista estimó que si la tasa de participación laboral de la población se hubiera mantenido similar en los niveles que tuvo entre 2011 y 2016 (en lugar de haber caído), el desempleo “estaría por encima” de 10,6%. Según la última medición oficial (agosto), ese indicador se situó en 9%.
“Es un cóctel de factores. Por supuesto que hay un componente importante de la indexación (salarial) que dificulta la rapidez con la que el mercado laboral puede absorber shocks negativos. Pero hay factores que tienen que ver con la propia disminución del crecimiento de la economía y del dólar, porque el salario promedio medido en dólares está en el cuadro más alto de la región. Eso nos hace muy caros. Tenemos un problema de atraso cambiario, de alrededor del 15%, que conspira contra la creación de trabajo en el sector transable y exportador”, opinó el analista.
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