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La preservación de fotografías, películas y grabaciones de audio que hace decenas de años tenían soportes actualmente en desuso en el reino digital, es materia de trabajo del especialista mexicano en conservación Fernando Osorio, quien se encuentra en Montevideo invitado por el Centro de Fotografía (CdF) para brindar una “Introducción a la preservación de soportes sonoros” (hoy jueves 14 a las 18.30 en José E. Rodó 1843) y el taller “Control físico durante los procesos de uso y acceso del Patrimonio fotográfico”.
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Osorio nació en Puebla, en 1953, es maestro en Ciencias y Artes de la Imagen por el Instituto Tecnológico de Rochester de Nueva York y diplomado en conservación de fotografía por el Museo Internacional de Fotografía y Cine de George Eastman House, también de Rochester. Entre otras iniciativas, fundó en la Casa de Cultura de Puebla la Cinemateca Luis Buñuel, dedicada al cineasta español nacionalizado mexicano, que rodó una veintena de películas en ese país.
Osorio diseñó un programa para promover la educación en conservación de fotografías y audiovisuales. Considera clave formar a las personas que trabajan con este material. “En América Latina conservadores y archivistas no se encuentran a la vuelta de la esquina, sino que hay que actualizarlos a partir de perfiles ya establecidos, como son los conservadores de papel, los diseñadores gráficos interesados no solo por la digitalización sino en ir más allá de ella. También trabajamos con los archivólogos y bibliotecarios que manejan fondos fotográficos sin el trato que merece la imagen, sobre todo en este momento en que es el soporte predilecto de la memoria”, dijo Osorio a Búsqueda.
Con casi 40 años en este trabajo, el especialista vino en diciembre de 2015 a dar una clínica-taller de gestión de colecciones fotográficas. “Ojalá yo tuviera a los directivos de las instituciones en esas clínicas, pero nunca se puede todo. Es difícil reconocer que hay que educar al jefe y a su vez es importante que se empapen de estos nuevos campos”, señala. Aproximadamente desde 1992, cada cinco años se presenta una nueva micro revolución tecnológica. “En esos momentos tenemos mejores celulares o aplicaciones. Y seguramente en 2020 tendremos alguna nueva macro revolución en la imagen, que quién sabe qué será”, pronosticó Osorio. “Tenemos que estar preparados, actualizándonos. Estar como antenas parabólicas monitoreando el campo de la tecnología de la imagen a nivel de las instituciones que la coleccionan y conservan, y también a nivel del papel que juega la imagen en campos como la ciencia de la información”.
Hacia dónde evolucionará el mundo de la imagen es una incógnita: “Ya se me acabó la imaginación. Hace poco empezamos a ver las impresoras en 3D, antes el niño hacía su tarea con una barra de plastilina y ahora, a partir de la imagen, hay toda una construcción de gran inmediatez. Creo que cada vez más vamos a tener acceso a mayor información condensada y miniaturizada. Ya se puede distribuir fotografía en dispositivos pequeños: después de todo lo que uno ve, no sabe qué más va a venir”.
Osorio reconoce que el trabajo se complica “cada vez un poquito más” al volverse multidisciplinario. “Si nosotros perdemos a los informantes de la industria e incluso de la comercialización, irá en contra nuestro, porque son quienes poseen la información. Ahora estamos buscando en las librerías de viejo y otros lugares catálogos y manuales sobre papeles fotográficos de 1970: ¿cómo era el papel cuando dejó de predominar el papel de fibra y pasó a ser resinado? Queremos hacer un catálogo referencial, un instrumento de consulta y ayuda para clasificar los soportes”.
El cierre de los grandes consorcios fotográficos hará que se pierdan estas valiosas fuentes de información. “Mientras fueron florecientes y productivos, había secreto industrial. Me refiero a Kodak, Fuji, Agfa, etc., que ahora se están diversificando y hacen papeles para los plotters, escaners. Todos esos bioingenieros de la fotoquímica ya están en sus casas, jubilados, y son informantes: desde 1970, esos comandantes tecnológicos avisaron a los museos, galerías y bibliotecas que había que procesar bien, lavar bien, tener cuidado con la no contaminación de los químicos para garantizar que los materiales duraran más tiempo”, señala Osorio.
El especialista defiende el estudio de cómo se conservan las fotos más antiguas. “Porque el legado de la fotografía analógica son 200 años de imagen. La fotografía cambió la técnica de la observación en el siglo XIX, fijándola”. Entre los avances que podrían venir, avisora la aplicación de la nanotecnología en la impresión, de manera de aumentar su calidad.
Muchas personas que salen de escuelas audiovisuales no se han enfrentado a la densitometría (técnica para medir la intensidad de un negativo expuesto a la luz), por ejemplo, que antaño había que dominar en fotografía y cine. “Cuando contratas perfiles profesionales, tienes que capacitarlos y mostrarles: ‘Ese es un claro oscuro de Orson Welles o ese es el que quería el fotógrafo Gabriel Figueroa, no otro’. Tiene que haber una cultura de la imagen. Hoy hay un consumo indiscriminado de la imagen pero no una cultura. Tampoco somos alfabetos conscientes de lo digital”, concluye.