Como en otras actividades, para la banca la pandemia no hizo más que acelerar una tendencia a la digitalización y automatización que venía de antes. Según Gustavo Trelles, gerente general de banco Santander Uruguay, eso es imparable en el mundo y también en la plaza local, en la que, por otro lado, los costos no solo son “altos” sino también “rígidos”.
El impacto de la crisis por el Covid sobre la economía y el negocio prácticamente ya pasó, aunque los primeros días de emergencia sanitaria fueron intensos en el banco (ver recuadro). Ahora, el ejecutivo, que comanda todas las operaciones en Uruguay del grupo español, no tiene dudas de que el país está “casi normalizado, sino normalizado totalmente, y por suerte casi sin consecuencias del punto de vista de la calidad de la cartera ante la pandemia”.
—Cada tanto se escucha decir que tal banco está en venta o que quisiera irse por que la rentabilidad no lo satisface. ¿La tendencia es hacia una mayor concentración?
—Me parece que sí, producto de la concentración de la rentabilidad.
—¿El BROU es un jugador con reglas justas?
—Sería sano que la concentración del BROU fuera menor y se diera espacio a otros bancos para crecer, pero es lo que es. Muchos se quejan históricamente de la prioridad que tiene en negocios estatales, pero también es cierto que da servicios que solo el BROU puede dar, y ahí hay cierta compensación.
—Las tasas de interés están volviendo a subir en el mundo. ¿Cómo afecta eso al sector bancario local?
—Veníamos de varios años con tasas internacionales en cero, y entonces era muy difícil rentabilizar nuestro exceso de liquidez. Ahora, a partir del incremento de las tasas y la política de la Fed, los bancos vamos a tener opciones más rentables donde colocar el dinero, pero con la misma avidez de sustentar el crecimiento en la demanda de crédito local que ya viene ocurriendo y prevemos que siga el año que viene.
—¿La economía uruguaya ya salió de la crisis pandémica?
—No tengo dudas. El comportamiento de toda la cartera que se reestructuró fue excepcional, mucho mejor de lo que pudimos haber pensado. Por lo tanto, hoy estamos en un país casi normalizado, sino normalizado totalmente, y por suerte casi sin consecuencias del punto de vista de la calidad de la cartera ante la pandemia. El gobierno y el Banco Central actuaron muy bien en el momento justo, los bancos también, y los clientes hicieron buen uso de esa reestructura de plazos, de las gracias y las garantías.
—¿No quedó ningún cliente grande por el camino?
—No. Con una o dos operaciones grandes que teníamos lo que paso fue que venían mal antes y se pudieron haber caído durante la pandemia, pero no por la pandemia.
—En el Parlamento están a consideración varios proyectos que plantean reestructura de deudas de personas físicas y, según informó El Observador, habría acuerdo político para votarlo. ¿Le preocupan este tipo de iniciativas?
—Me preocupa si no están alineadas a la realidad, y alguna cosa que he visto sí me preocupa, porque son impulsos más políticos que con lógica racional. Uruguay tiene que mantener el cuidado de siempre, y del que tanto hacemos alarde, sobre la institucionalidad, la claridad de las reglas de juego, los acuerdos entre privados sin intervención del Estado. Pero confío en Uruguay y su coherencia, y que ideas que pueden partir un poco locas después se alinean con un objetivo común.
Por otro lado, estoy de acuerdo en que hay que hacer algo, y la banca tiene que aportar su granito de arena en este u otros temas.
—Los servicios financieros se van digitalizando en el mundo, en parte por preferencia de los propios usuarios. ¿En Uruguay estamos subidos a esa tendencia porque, además, es necesario desde el punto de vista de los costos, que los bancos consideran altos?
—No solo son altos, también son rígidos. Pero, más allá de eso, hacia la digitalización van el mundo, las nuevas generaciones y los cambios de comportamiento, algo que la pandemia aceleró al máximo. Es un cambio al cual es imposible oponerse; nosotros creemos ser un banco digital pero con sucursal, o a la inversa, un banco con sucursales pero bien digital. Es un modelo en el mundo. Personalmente, creo que la atención personal en el área bancaria es esencial y va a ser insustituible, por la confianza.
—Para el sindicato es una preocupación por los puestos de trabajo. De hecho, hay varios conflictos recientes, por despidos en Citibank y por contrataciones por fuera de la bolsa de trabajo en Scotiabank…
—Un conflicto por la digitalización no tiene sentido. Si nosotros o el sindicato nos quisiéramos oponer a que haya un nuevo modelo en el mundo, no habría forma de ganar. ¡Hay entre 25% y 27% menos funcionarios bancarios en los últimos 10 años! Es una tendencia que no tiene nada que ver con el Covid; las cosas en el mundo se automatizan. Yo lo digo con total legitimación: somos el único banco que tiene hoy el mismo número de sucursales que antes del 2020, pero en el mundo la sucursal tradicional está desapareciendo. Tenemos que preocuparnos de que sea una cosa distinta a lo de antes porque, si es lo mismo, van a desaparecer. Entiendo la pelea del sindicato por los puestos, es loable, pero no es lógico ni racional.
—Esa reducción de empleos también impacta a la Caja Bancaria, cuyas finanzas son otro problema que está ahí. ¿Cómo lo ve?
—Lo mismo. Yo no sé si hay reservas para los próximos tres, cinco o siete años, lo que sé es que por racionalidad no se va a sostener si cada vez hay menos aportantes y más jubilados. Si nos preguntan, vamos a decir esto: los números de la caja no dan, puedo ponerme a gritar en el medio de 18 de Julio que “los números tienen que dar”. ¡Gritá lo que quieras! Vamos a ponernos a discutir por temas que tengan salida; este tema no tiene salida. ¿Cómo el resto de los bancos vamos a tomar la gente que un banco decidió sacar?, ¿donde está escrito eso?, ¿qué racionalidad tiene? A veces se toman medidas por un conflicto que no tiene ni pies ni cabeza.
—Santander tiene varios negocios en Uruguay. ¿Son operaciones necesarias para que, como grupo, den una ganancia atractiva porque solo el banco no rinde?
—Hoy tenemos el banco, financieras, una empresa de seguros, una de multiadquirencia, tenemos dos fintech dedicadas al tema de big data e inteligencia artificial. No tengo la menor duda de que parte de la satisfacción del grupo con Uruguay es por tener un negocio transversal y universal, que de otra forma sería muy difícil de penar. Somos 3,4 millones de personas, y si no vas a todos los negocios y tratás de complementar, no tenés forma de armar tamaño. Hoy somos una unidad, se ha ido ampliando y hace que tengamos un conglomerado superredituable y atractivo. En términos relativos, somos de las mejores operaciones del grupo.
—¿Hubo un cambio en la percepción de los bancos respecto de las fintech?
— Las fintech son una realidad del mundo y hay que aceptarlas; si podemos exigir algo es que tengas las mismas reglas que nosotros.
Compramos tres hasta ahora y las vemos como socios porque encontraron un nicho, que a nosotros nos sería muy difícil encontrar. Tienen otra mentalidad, trabajan diferente; creo que somos el único banco con un hub en desarrollo, que está trabajando en un co-work donde ya son más de 30 personas. A esos tipos no les ponés una corbata, no los hacés cumplir un horario dentro del banco; van a trabajar desde su casa, algunos desde Argentina. Eso es el mayor convencimiento de que el mundo va para ahí, que lo nuestro no puede ser hacia acá (el banco).
- Recuadros de la entrevista
Visto desde afuera, que gobierne el Frente o los partidos históricos es “exactamente lo mismo”
El fin de semana fue “supercomplicado” tras la noticia del Covid