La “revolución tecnológica”, los cambios demográficos y culturales, la concentración de ingresos y la riqueza son algunas de las “tendencias firmes” con escala global que marcarán las posibilidades de desarrollo” de Uruguay a largo plazo. Sobre esa base, el gobierno diseñó una “estrategia de transformación” productiva, social y de género con un horizonte hacia el 2050.
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Más como una “provocación para salir de las zonas de confort y plantearse nuevas preguntas” que para dar “respuestas que calmen la curiosidad”, el documento, de casi 300 páginas, fue presentado el martes 27 en la Torre Ejecutiva. Estos Aportes para una estrategia de desarrollo 2050, cuya elaboración estuvo a cargo de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), combinan elementos de diagnóstico con propuestas de acción a mediano y largo plazo que son considerados un insumo de trabajo por integrantes del equipo del candidato presidencial por el Frente Amplio, Daniel Martínez. Además de jerarcas del gobierno, en la presentación estuvieron la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, y, en primera fila, el técnico de la selección uruguaya de fútbol, Óscar Tabárez. “Le interesan los temas de desarrollo y los esfuerzos de largo plazo”, explicó a Búsqueda una fuente oficial.
La economía alterada
El documento historia que, a grandes rasgos, en los últimos 20 años las actividades económicas dirigidas fundamentalmente a la demanda interna crecieron más que aquellas con perfil exportador.
“A pesar de no haber modificado sustancialmente las condiciones de política comercial en los últimos 20 años, la actual etapa de la globalización ha provocado cambios importantes en la inserción exportadora de Uruguay. Se construyeron nuevas especializaciones, cambiaron los socios comerciales y se modificó la influencia de las exportaciones en el resto de la economía”. Se observó una tendencia a avanzar en términos industriales hacia el “primer commodity transable”: la “gran distancia a la que se ubica Uruguay en relación con los mercados más dinámicos del mundo, junto con las condiciones de acceso a estos que tiene el país, llevan a desarrollar localmente el grado de industrialización mínimo requerido para obtener un producto que enfrente reducidas barreras arancelarias y bajos costos de flete, de forma de continuar su proceso de industrialización en el país de destino”. Desde esa lógica, la lechería retrocede y la cadena forestal avanza.
Como uno de los lineamientos estratégicos en esta área, la OPP señala que “más allá de la importancia de consolidar el mercado chino”, será necesario mantener una “saludable diversificación de destinos”.
Sectores estratégicos
El concepto de “transformación productiva sostenible” es uno de los ejes la estrategia elaborada por la OPP. En ese sentido, identifica seis complejos productivos —tecnologías de la información y la comunicación (TIC), energías renovables, forestal madera, industrias creativas, turismo y alimentos— que deberían ser priorizadas por parte de las políticas públicas.
Para las TIC, plantea entre otras cosas evaluar la introducción de sandboxes regulatorios que favorezcan la innovación. Se trata de excepciones a la regulación —de tránsito, sanitaria, financiera, etc.— con alcances limitados en términos geográficos, de población o de otro tipo que permiten pruebas de innovaciones bajo la supervisión de un regulador.
En el caso de los alimentos, señala que el uso y procesamiento de videoimágenes en la industria cárnica es, posiblemente, la tecnología más disruptiva que va a incorporar ese rubro, con el objetivo de identificar y clasificar cortes valiosos en la línea. Menciona que la carne sintética sustituirá a la carne picada, pero no a los cortes de alto valor, debido a las dificultades para emular el gusto, terneza y apariencia, sobre todo de las pulpas.
El sector lácteo se encuentra con “cierto retraso en la incorporación de tecnología como consecuencia de su costo global”.
Trabajo
Desde el punto de vista del empleo, el documento observa que se produjo un cambio de un patrón “tradicional –con un peso determinante de la actividad agrícola-ganadera, la industria, la administración pública tradicional y el trabajo doméstico– a otro más moderno y diversificado. Eso, dice, muestra el pasaje hacia una economía con un peso cada vez mayor del sector terciario o de servicios.
A futuro, la OPP identifica dos grupos de sectores con fuerte potencial de generación de empleo: los servicios públicos tradicionales y las “transversales tecnológicas”. Ello, dice,supone un desafío para el sistema educativo en términos de generar condiciones para satisfacer un aumento potencial de hasta 670.000 nuevos trabajadores entre ambos agrupamientos en los próximos 30 años.
Asimismo, la mejora en los niveles educativos –y, en particular, la masificación del acceso a la educación terciaria– “parece ser la mejor respuesta al proceso de automatización en marcha a escala global”.
Agrega que será necesario profundizar la participación de la mujer en el mercado laboral; según cálculos primarios de la Dirección de Planificación de la OPP, solo en lo relativo a la conciliación de la maternidad con el empleo, el despliegue del Sistema Nacional de Cuidados, podría implicar un aumento de casi dos puntos en la tasa de actividad femenina.
Pero el crecimiento permanente de la productividad laboral “es la clave central para afrontar un contexto demográfico de envejecimiento creciente, de forma que un porcentaje menor de trabajadores activos pueda, a través de un mayor rendimiento por cada trabajador, financiar a toda la sociedad. Esta conclusión nuevamente lleva a la centralidad de la educación y la capacitación laboral”.
Innovación “débil”
Los últimos años confirmaron “las dificultades que aún tiene el país para consolidar un sistema de ciencia, tecnología e innovación al servicio del desarrollo nacional”. A nivel productivo, la innovación ha consistido “esencialmente en la adquisición de tecnología”.
La generación de conocimiento científico y tecnológico en Uruguay “está casi exclusivamente concentrada en el ambiente académico”. Para cambiar esto, la OPP plantea que “todos los actores deben aceptar que una parte (…) tiene que comenzar a realizarse en empresas y en los organismos del Estado, así como en otros organismos de la sociedad civil”.
Otro problema es su financiamiento y la disponibilidad de presupuestos, sentencia el documento a modo de diagnóstico.
En esta área, el documento plantea cuatro pilares de acción, como convertir a Uruguay en un modelo tanto de la “nueva bioeconomía sustentable” como de la economía digital. Propone generar un “pujante ecosistema emprendedor”, lo que requiere que más jóvenes alcancen una formación terciaria. Entre otras medidas concretas, alienta la creación de parques tecnológicos —principalmente en el interior— para favorecer la instalación de empresas con fuerte componente de investigación y desarrollo, ofreciendo “importantes beneficios tributarios” si cumplen con determinadas obligaciones.
Las “grietas” del sistema
El documento describe que el sistema de protección social uruguayo se apoya sobre todo en un pilar contributivo, que da cobertura mayormente a los sectores de productividad media y alta, que cumple tareas en empleos formales. Otro contingente de población sufre un “importante déficit de cobertura” y “se filtra por las grietas del seguro social”.
Si bien no se espera un “declive catastrófico en el empleo, sí son factibles episodios –puntuales, pero más frecuentes cada vez– de desempleo y necesidad de recapacitación laboral”. En este marco, “un sistema de protección universal, financiado con impuestos genéricos y rentas generales y en el que el acceso a los beneficios no dependa del vínculo de la persona (o de su familia) con el mercado de trabajo, parece ser la mejor respuesta a un escenario productivo-laboral” como el que se estaría consolidando a largo plazo. “Esto constituiría un cambio drástico en el “edificio de la protección social en Uruguay, por lo que se requiere ir avanzando en forma gradual, a través de la flexibilización de requisitos para el ingreso a la dinámica contributiva o para el acceso a algunos de sus beneficios. También, por medio de la generación de subsidios a las contribuciones en los sistemas de aseguramiento –básicamente seguridad social y salud–, para proveer de protección a los sectores que están quedando fuera de la dinámica contributiva”.
Recalca que a largo plazo “la meta debe ser fortalecer el pilar no contributivo” como “base del sistema de protección social” con una lógica universal, aunque priorizando a los sectores “vulnerables”.
Ese tipo de modificaciones requieren de “amplios recursos, los cuales solo estarán disponibles si se avanza en una transformación productiva que incremente la productividad general de la economía y, junto con ella, el empleo y la recaudación tributaria”, reconoce la OPP.
Economía
2019-08-29T00:00:00
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