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Dos meses antes de asumir funciones, en enero de 2015, el gobierno de Tabaré Vázquez resolvió que no habría participación de la oposición política en el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). No obstante, el principal asesor en educación de Pedro Bordaberry logró dar vuelta esa decisión a través de una elección que sorprendió a propios y extraños. El profesor Robert Silva, quien integraba la Comisión Directiva del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) por el Partido Colorado, consiguió hace dos años los votos necesarios para ocupar uno de los dos cargos del Codicen previstos para la representación docente y que hasta entonces estaban en poder de maestros y profesores promovidos por los sindicatos. Por ello, el acceso de un consejero no oficialista al máximo órgano de dirección educativa del país resultó una salida de libreto, al punto que el expresidente Jorge Batlle (2000-2005) encumbró al consejero electo como un gran activo político.
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Silva encontró “dificultades” al ingresar al Codicen, donde llegó a sentirse un “sapo de otro pozo”, por la desconfianza y el riesgo de ser tildado de “politiquero” o “amarillista”. “Al principio tuve que demostrar que no estaba aquí de mala fe, que no llegaba al Codicen a espiar ni a denunciar ni a poner palos en la rueda. Si bien tengo mi ideología, soy colorado, estoy inhibido de militar como tal. A veces es difícil sostener eso. Pero jamás filtré absolutamente nada, habiendo muchos temas polémicos como los hubo… y los hay ¡eh!”, dijo el consejero a Búsqueda.
Hoy, a un año y nueve meses de haber asumido, Silva cree que llegó el momento de decir lo que piensa sobre la conducción política del órgano director de la educación. “El mayor problema que tenemos en el Codicen es la falta de liderazgo, y es importante que tomemos conciencia de ello”, afirmó, aunque eludió focalizar las críticas en el presidente de la ANEP, Wilson Netto.
“El Codicen tiene que asumir de una vez por todas un rol protagónico en la conducción de la política educativa nacional. No puede limitarse a ser un mero espectador y a escuchar sentado cómo los 19 consejeros diseñan sus planes. No puede limitarse a ser una institución que administre al ente autónomo y distribuya recursos en una estructura fragmentada, sin exigir una rendición de cuentas, y sin establecer plazos. Pasan los años y perdemos generaciones”, apuntó.
Profesor y abogado, colorado y católico, nacido en Tacuarembó hace 46 años, padre de dos niños —que envía al colegio laico y privado Elbio Fernández, “por compartir valores y por disponibilidad horaria”—, Silva es hijo y nieto de maestras, de quienes dice haber heredado la vocación docente. En una pared lateral de su escritorio cuelga un diploma firmado por él, en nombre de Marta Amabilia García, su madre, fallecida hace poco tiempo. Al señalar el certificado y evocar una frase grabada —“Qué orgullo sería para mí, Robert, que me firmaras el diploma que nunca me dieron”—, al consejero se le humedecen los ojos y se le quiebra la voz.
Adanismo.
Para Silva, la situación en el Codicen es “muy compleja”. A partir de 2005, con la llegada de la izquierda al gobierno, dijo, “se cometió el grueso error ‘adanista’ de creer que todo lo anterior estaba mal, y se anunció una refundación de la educación, que se espera. Se combatió la ‘reforma de Rama’ por cuestiones ideológicas y volvimos a un plan absolutamente asignaturista, con una carga horaria terrible que aumentó la repetición y el fracaso del sistema educativo. Dicen que eso es producto de la incorporación de sectores antes desplazados, pero también demuestra falta de estrategias para atender a ese colectivo”.
Pero el principal problema Silva lo ubica en la interna. “Yo quiero un Codicen fuerte, empoderado, que dirija y coordine ante la enorme fragmentación y desconcentración en consejos”, que suelen actuar por su cuenta. Ejemplificó: “Me vivo enterando de las cosas de la educación por la prensa. Y el propio Codicen también. ¡Y eso no puede ser!”.
Citó el caso de “la elección de horas docentes” en Secundaria. “Nos enteramos por la prensa del planteo del Consejo, del rechazo del sindicato y de que la directora de Secundaria (Celsa Puente) había dado marcha atrás”.
Ante eso, Silva reclamó “una fuerte conducción, que juegue un rol propositivo y directivo, guiado por un plan de acción”. “Eso falta, y por eso digo que tenemos problemas de liderazgo”, afirmó, y precisó: “Con esto no estoy cuestionando a ninguno de los integrantes, ni a Netto ni a (las consejeras oficialistas) Laura Motta y Margarita Luaces; ni mucho menos a Elizabeth Ivaldi. Me estoy hasta autocuestionando, porque estamos todos en este barco”.
Autoridad.
Silva llamó a actuar con “valentía” desde el Codicen, por encima de los compromisos, y sin temor al conflicto, al choque: “Acá hay un terrible problema con la autoridad, porque se confunde el libre ejercicio de la autoridad con autoritarismo. Pero no hay que temer a ejercer la autoridad porque nos vayan a acusar de autoritarios”.
El consejero sostuvo que en Secundaria “se da una situación complicada, porque hay un sindicato que suele radicalizarse, porque debe haber un Consejo que ejerza la autoridad que tiene”.
“Las autoridades tenemos responsabilidad de gobierno, de conducción, y los sindicatos defienden a sus colectivos. Acá muchas veces da la sensación de que hay un cogobierno, y eso debilita la institucionalidad”, indicó.
Hay que debatir e intercambiar —prosiguió—, “pero luego tomar decisiones, y sabemos que estas pueden generar rispideces: habrá quienes no te palmeen y habrá quienes te tranquen. ¡Pero ese es el riesgo y también la responsabilidad de ocupar estos cargos! Y si no, te vas a tu casa”.