Sigue un resumen de la entrevista de Buzzetti con Búsqueda.
—¿Qué avanza con el marco curricular?
—Logramos que haya un proceso similar en aquello que el CEIP considera prioridad para enseñar: un marco de educación de referencia nacional que trae implícita una evaluación en ciclos. En diciembre dimos por terminado este documento, que tuvo tres borradores previos, y alineamos los materiales de Matemática y de Lengua. Ahora el alumno tiene su cuaderno y el maestro la guía. En octubre-noviembre tendremos la evaluación muestral del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) sobre 251 escuelas públicas y públicas de administración privada. Allí observaremos cómo estamos de alineados con las expectativas de logro del alumno de tercero y sexto año. Empezaremos 2018 con un panorama interesante. Veremos si las prácticas escolares son buenas o hemos pensado un niño idealizado, que no es de carne y hueso, una entelequia.
—¿Por qué importa esa evaluación del Ineed?
—Es la primera vez en el país que nos alineamos a una evaluación externa como el Ineed. Analizaremos las prácticas escolares, el uso de los cuadernos, de la plataforma en Matemática, el Ceibal... Este marco era lo necesario para institucionalizar lo que tienen que saber los alumnos en cada sistema. No vas a encontrar a nadie que diga que no le gusta que Ineed evalúe en tercero y en sexto de escuela. Porque si aplaudieron al Ineed, yo llamo para que venga, que entre por esa puerta e investigue. Hay transparencia cuando habilitás, y después se muestran los resultados. Primaria está expuesta a todas las evaluaciones, a lo lindo y lo feo.
—Según el Ineed, casi la mitad de los escolares pasan educación media sin dominar “los aprendizajes básicos”, y en media se dispara la repetición y el abandono. ¿Quién es responsable de eso?
—Lo que hemos venido haciendo durante mucho tiempo es señalar: “la culpa la tiene... la culpa la tiene...”. Y así llegás al nenito de tres años o antes, y la culpa la tiene la barriga de la mamá. Y la mamá, porque en realidad esto de echarnos las culpas, ¿dónde termina? Acá, con este marco, nos estamos haciendo responsables del ciclo que nos corresponde. Si en el ciclo de tercero a sexto de media, el estudiante no tiene un nivel de abstracción o de comprensión... bueno, tenemos que analizar dónde hizo el clic. El CEIP está conforme: hoy los tomamos con tres y los largamos con 12, 13 o 14 años, cuando tienen rezago. Pero tenemos claro que los resultados del que egresa no son todo lo aceptables que pretendemos. El hecho de contar con un paraguas que nos habilita a todos los consejos a mirarnos hacia adentro y ser responsables, facilita las cosas. Es un paso interesante. Las cosas no van a suceder por magia.
—¿Cuándo se verán los resultados?
—A setiembre de 2017 nadie puede prometer que lo que se está haciendo ahora lo vamos a ver ya. Yo veré los resultados tejiendo desde casa, desde otro lado. Lo bueno es lo que se está sembrando, es un proceso. Es muy bueno pensar la educación a 2030 y en estos alumnos que serán evaluados en tercero y en sexto año, a fines de 2020.
—¿Y qué pasa con el ciclo inicial?
—El primer ciclo va de cero a seis. Nadie debería entrar a la escuela que no tenga seis años. Seis es lo que establecen los países del mundo desarrollados como edad mínima para entrar. ¿Por qué? Porque a esa edad se termina el ciclo de jugar, de la metodología del juego, de interactuar con otros sin un currículo que te apremie. Luego está ese ciclo de primero a tercero. Si en tercero el niño no logra comprender un título de un periódico, quiere decir que no aprendió a leer.
—¿Qué queda pendiente de su gestión?
—Me gustaría irme con un tema definido de repetición. Me gustaría que los niños no perdieran la posibilidad de tener un bono de repetición. Capaz que tendrían que repetir en tercero, cuando termina este ciclo, y en sexto año. Porque si no, uno tiene un discurso: dice, los niños tienen su tiempo, cada uno es singular, hay que atender a la diversidad. Y después llega diciembre y dice: este chico no aprendió todas las letras, no escribe, no pasa. Los hechos demuestran que no tendrían que repetir hasta tercero de escuela. No se debe gastar la repetición antes del tercer año escolar.
—¿Por qué poner la vara al finalizar tercer año?
—Porque no se puede condenar a un niñito de siete años. Y menos condenarlo dos veces, haciéndolo repetir en segundo. Y después lo entrás a pasar, porque cuando cumpla 15 se tiene que ir de la escuela. ¿Y cómo se va? No planteamos dejar pasar al chiquilín así porque sí en primero y segundo, pero ser, sí, flexibles si asiste y cumple. Y en tercero, bueno, observamos cómo está para seguir la recta final. Y luego evaluamos en sexto.
—¿Cuál es el fin de eso?
—Que aprendan más y, por sobre todas las cosas, que tengan una fuerte incidencia de formación de carácter: formación de personalidad. Porque antes lo formaba la mamá, el papá, la Iglesia, el barrio, el club, el abuelito. Hoy la escuela se tiene que hacer cargo de esa formación, y es una prioridad. ¿De qué te sirve que alguien sepa leer y escribir, si no tiene carácter? Hablo de buena autoestima, de juicio crítico. Cuánta gente conocés que llega a determinada edad y no sabe para qué lado va a agarrar porque le faltaron estos pilares. Repitiendo no lográs eso, cascoteás al niño, con seis o siete años… es criminal.
—¿Encuentra eco?
—Cada vez que sacás algo, inmediatamente hay un grupo de gente que te dicen: “no, porque no”. Siempre el uruguayo resiste primero, y después se va aclimatando. Yo estuve en la construcción del programa escolar con 180 maestros todo el 2007 y 2008 como inspectora: dos años de guerrilla. Hoy lo aman. Acá nos agarramos de algo y no lo soltamos. Lo importante es tener argumentos.
—¿Y qué falta para eliminar la repetición en primero?
—Esto no se hace por decreto. Primero el Consejo tiene que ver si están en la edad exacta, si los dejamos jugar lo suficiente. Mi postura es que si debe repetir el alumno, lo haga en tercero, y luego ver en sexto. Esa es una aproximación. Países como Brasil o España no tienen repetición hasta los 14 años, tercero de media. Hay que medir la variable edad, el desarrollo cognitivo, etcétera. Pero no están dadas las condiciones para decir: “se acabó la repetición”.
—¿Es razonable que haya un solo docente en Primaria y luego pase a 13 en media?
—Eso escapa un poco a nuestra competencia. Yo defiendo ir cambiando de maestros, porque todos tenemos modalidades distintas. En Primaria tenemos experiencias importantes de docentes que rotan; por ejemplo, tienen Matemáticas en sexto con una maestra y Ciencias Sociales o Naturales con otra, porque los maestros no sabemos de todo, y todo bien. Ese proyecto lo trabaja tiempo completo y extendido, y es una gran ventaja. Ahora, si me preguntás mi opinión personal… ¡13 materias... es mucho!
—¿A qué adjudica los altos niveles de inasistencia docente?
—Este año estamos mejor. El peor fue 2015, pero hubo otros factores. Frente a esto hemos implementado medidas como la de explorar las posibilidades de reintegrar a maestros jubilados para tomar grupos enteros, no por días. Y hay que tener claro que nos manejamos con un universo mayoritario de maestras, que de maestros varones. Maestras que se embarazan, amamantan...
—¿Cómo se contrarresta la sostenida caída del plantel de maestros?
—Haciendo una carrera atractiva. En el imaginario colectivo de la población, el maestro tiene que volver a ser lo que era. Hay quien piensa: “qué voy a ser maestro” o “con esto no se gana nada, mejor me hago analista de sistemas o trabajo en la zona franca”. Esto es una cosa que te tiene que gustar, mucho. Pero hay que ser claro, es un trabajo desgastante, porque vos estás de tiempo completo siete horas y media, en la máquina. Como decía Clemente Estable, es lo vocacional. Desde el 2005 se ha logrado un aumento salarial importante, pero tampoco está, digamos, muy enaltecida la profesión desde afuera. Si te ponés a pensar, es todo palo, palo y palo. ¿Alguien puede elegir que te den palos? Tenés que ser masoquista, ¿no?
—Usted proviene de los sindicatos, ¿cuál es su relación actual con ellos?
—Buena. A veces hago el ejercicio de ponerme en el otro lado, y no me cuesta mucho, porque estuve ahí mucho tiempo. Y cuando era consejera electa tuvimos una postura diferente. Mi condición era no ser mandatada, porque si sos mandatado no podés hacer nada. Esa fue una regla de juego. Cuando nos desafiliaron de Ademu-Montevideo, en junio de 2013, junto a Florit, (Óscar) Gómez, (Luis) Garibaldi y (Mirtha) Frendoy, fue muy doloroso, pero fue una postura. Yo creo que no podés estar en un cargo de gobierno yendo cada cinco minutos a preguntarles a los demás qué hacer. Si te eligieron es porque confían, si no, se desvirtúa la ley: vos no podés salir a la calle a reclamarte a vos mismo. Es absurdo.