—¿Por qué no fue a la reunión que convocó el presidente Vázquez el viernes 29?
—Uno desearía reunirse con ciertos actores políticos con más frecuencia, porque ellos están muy ocupados haciendo cosas y nosotros andamos en la calle. Y quizá les podamos transmitir cosas que ellos no viven ni sienten. Entonces, reunirse una vez… Hay gente a la que le gustan las fiestas. Personalmente, me da lo mismo ir que no ir. Pero sí me gustaría reunirme con los que realmente cortan el bacalao y poder decirles un montón de cosas que estoy pensando. Además, ya fui a una de esas fiestas presidenciales y no me aguanté y dije cosas que de repente pudieron haber incomodado a alguien, y como no me suelo aguantar en mi franqueza e iba a casa ajena, quise ser respetuoso.
—¿Como qué cosas?
—Por lo pronto, no estoy de acuerdo con que los trapos sucios hay que lavarlos en casa.
—¿Por qué?
—Porque la gente tiene derecho a saber lo que piensas. Y cuando a veces sacas una resolución en la que hubo tires y aflojes, lo que sale no es genuino, es una negociación, pero no de tu verdadero pensamiento. Y la gente, cuando va a elegir, tiene que saber exactamente lo que pensaste tú sobre determinado hecho, no importa cuál. Eso es transparentar y es un derecho que tiene la gente. No me gusta discutir entre cuatro paredes, sobre todo cuando se utilizan argumentos que en todo caso podés contraponer con otros. Nos tenemos que acostumbrar a discutir y que la gente vea y después juzgue, porque cada cinco años tiene que saber a quién va a elegir. Y además, cuando miro para al lado y veo que esa fue la práctica del Partido Colorado, de discutir entre cuatro paredes, con más razón creo en la transparencia y la difusión pública.
—¿Cuáles son esas cosas que ve en la calle y que le tendría que decir al presidente?
—Hay una cantidad importante de frenteamplistas, que en su fuero íntimo sé que son frenteamplistas, que están enojados, que no ven en la oposición un proyecto país para contraponer, que seguramente les gustaría volver a estar conformes con su Frente Amplio y que hoy se encuentran incómodos. ¿Por qué? Porque cuando nos votaron, lo hicieron para ir a la izquierda y el gobierno ha empezado a tener acciones que apuntan hacia otro lado que no es de izquierda. Y también porque hay cosas, como por ejemplo la Ley de Riego, cuyo embrión fue hecho desde el Ministerio de Ganadería con el Banco Mundial. Antes, si en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional nos decían “Buen día”, en el Frente Amplio salíamos afuera a ver si no era de noche. Y en este caso además se pone un riesgo medioambiental serio. Ese empieza a ser uno de los debes de la izquierda, que se olvida que cuando estás defendiendo el medioambiental del modo de producción capitalista, estás enfrentando al capitalismo. Hoy en día nos adaptamos a lo que dicen los organismos internacionales y a las transnacionales.
—¿En el Poder Ejecutivo se pondera demasiado la economía y se olvida del resto?
—En el caso del Ministerio de Ganadería no tengo duda de que es un criterio absolutamente economicista. Y si hablamos de Economía, sí se están privilegiando los grandes números; se habla de traer a UPM para el PIB, se le da una gran importancia al grado inversor, se dan prebendas a UPM como se le dio a Montes del Plata en el gobierno de (José) Mujica. Y empiezo a ver a pequeños productores que sufren enormemente por el alto costo de la energía, que va a llevar a la pérdida de fuentes de trabajo.
—Decía que al Frente lo votaron para ir a la izquierda. ¿Llegar al poder modera?
—En general, la izquierda cuando llega al poder tiende a moderarse. Es verdad. Pero no podés moderarte tanto que no te reconozcas en el espejo.
—¿Hoy no se reconoce?
—Y, tiene acciones en las que no me reconozco, como la del Banco República. Una reestructura en la que se pone blanco-negro, como que quienes no estamos de acuerdo es que estamos en contra de la tecnología. Y no es así. No estamos de acuerdo con las privatizaciones, con las tercerizaciones. Nadie habla de que no se usen nuevas tecnologías.
—¿Siente que cada vez discrepa más?
—Las dirigencias son transitorias y duran cinco años. Por lo tanto, yo voy a dar batalla por lo que pienso, por la raíz de la izquierda. No estamos hablando de tomar el Palacio de Invierno y comprendemos que pasaron muchos años del 71 hasta ahora, pero no hasta llegar a un punto en que no te reconozcas.
—¿Y cada vez quedan menos espacios para discrepar?
—Discrepar en el Frente, cuando no tienes un volumen electoral importante, ha sido siempre difícil. Esa fue una de las razones por las que con (Víctor) Semproni y con (Sergio) Mier, en el presupuesto quinquenal, no votamos tres artículos para que otros compañeros sintieran que había que conversar más. Cuando (Gonzalo) Mujica se apartó y el voto 50 no estaba, fue beneficioso, porque no solo se conversó afuera, sino un poco más adentro también. Y la mayoría es para cumplir el programa, no para que aparezcan cosas atrás de la puerta y tener que votarlas porque viene del supremo gobierno. No somos nosotros los que perdemos la prenda del apero.
—Usted ha mostrado diferencias con el oficialismo en varias ocasiones, pero las terminó acompañando. ¿Se arrepiente de haber votado algunas?
—Sobre la marihuana, todo lo que le dije a Mujica que iba a pasar, pasó. Uno de los problemas ahí es que, cuando se mandan determinadas ideas, de repente no consultan a los que están en las trincheras. Soy médico y vivo a los adictos y a las familias de los adictos. Entonces, por supuesto que tengo una perspectiva diferente de quien no ha tenido la oportunidad de ver lo que significa de destrucción personal y familiar. En ese proyecto, creo que a lo máximo que podríamos haber ido es hasta el autocultivo. Todo lo demás, la venta en farmacias, miren el lío que se armó; que la iba a plantar el Estado, que la iban a vender en los hospitales, y por suerte esto se fue cayendo. Cuando la votamos, lo hicimos a cambio de que se educara en los centros de estudios sobre los perjuicios de sustancias adictivas. Eso, hasta el día de hoy, el Frente Amplio no lo cumplió. Decían que iban a afectar la base económica del narcotráfico. Pero eso es no conocer las leyes del capitalismo: si la pones a diez, los otros te la ponen a cinco. Entonces, aquello de la reforma de la marihuana burguesa no está tan lejos de lo que realmente ocurrió. Y lo que le han podido disputar al narcotráfico es el 18% del mercado. Dijeron tanta pelotudez.
Me arrepiento de haber votado en el Presupuesto lo que tiene que ver con los medicamentos de alto costo. Para mí, no puede existir costo para la vida. Puedo entender algunos argumentos del Ministerio de Salud Pública, pero lo voté con pesar y hasta con dolor. Y está esta reiteración que hemos tenido con el tema de los judiciales, que ya debería haberse solucionado. Esta última reforma que voté fue con la idea de que a partir del 2019 no esté el problema.
—El año que comienza es clave para el gobierno. Se tendrá que aprobar la Rendición de Cuentas, la última con posibilidad de ampliar el gasto y hay otros proyectos en discusión. ¿Qué cosas cree que necesitan más discusión antes de ser votadas?
—Quiero transmitir lo que le transmití a (Jorge) Pozzi. El hecho de que yo no vote el impuesto a los militares no quiere decir que el Frente Amplio esté perdiendo el voto 50. Yo soy parte de él. Otros partidos no han votado alguna cosa y han seguido dentro del Frente Amplio, como el Partido Comunista con la ley de educación. No sé cómo se va a dar la Rendición, ni con qué cosas se va a contar, pero sí me parece que le tenemos que dar un lugar muy importante al aparato productivo de nuestro país con relación al costo energético. Hay que darle un alivio para que pueda mantener los puestos de trabajo o aumentarlos en aquellos sectores en los que no se pudo aumentar porque el costo energético es muy importante.Otro tema importantísimo, y fue una de las razones por las que le voté el proyecto a (Eduardo) Rubio, es el tema de la vivienda. Amplios sectores de la población no tienen ninguna posibilidad de acceder a la vivienda y, bueno, hay que encontrar formas nuevas, pero una vivienda de interés social no puede salir más de US$ 100.000.
—Entonces lo de usted es un voto crítico, pero no es que se pierda el voto 50.
—La autocrítica en el Frente... Ya lo vimos en Maldonado, acá donde no hubo la más mínima autocrítica después de haber gobernado diez años y por algo perdimos. La autocrítica te permite rectificar el camino. Y si no hiciste ni el amague de autocrítica, y los datos de la realidad te dicen que hay importantes sectores de la población que antes nos acompañaban pero ahora están recalientes con nosotros, las posibilidades de mantenerse en el gobierno se hacen más difíciles. Si nosotros no nos comportamos, nos alejamos de la gente, hacemos cosas impopulares, seguramente exista un peligro de perder el gobierno. Di que del otro lado no hay proyecto y la oposición cobra al grito. Y cuando le preguntan “¿y usted cómo haría esto?”, nadie te dice nada.
—¿Cómo evalúa la gestión de Vázquez?
—(Se ríe y medita durante varios segundos). Ustedes saben que tengo un problema y es que no puedo mentir. El primer gobierno de Vázquez fue muy claro y con muchas metas. Seguramente, Vázquez mandaba más. Y tuvimos el sentido de que, en realidad, íbamos hacia la izquierda. En este período de gobierno hay que reconocer que Vázquez hereda una situación que lo condiciona —a él y a su equipo— a seguir determinadas cosas. En sentido metafórico, es como cuando el viejo se muere y te deja una olla llena de oro y estás loco de la vida, pero cuando te deja endeudamiento, un déficit fiscal importante y te deja gestiones que fueron deficitarias, enderezar el barco cuesta. Entiendo que no es el mismo gobierno, quizás se haya centrado más en el sentido ideológico y probablemente no tenga el valor mirado desde la historia que tuvo el primer gobierno.