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    “La crisis no puede ser una excusa” para dilatar la “depuración” de empresas poco productivas, dice asesor laboral del gobierno

    El economista Julio Garín estima que, “con suerte”, a mediados de 2021 el empleo volverá a niveles previos a la pandemia

    Aunque hay señales que muestran que la economía uruguaya recupera algo de ritmo en ciertos sectores, los efectos negativos sobre el empleo seguirán sintiéndose más allá del shock por el Covid-19. “Estas crisis depuran a las firmas que no son eficientes y hace que esos trabajadores se muevan hacia los que sí lo son”, dijo a Búsqueda Julio Garín, asesor del Ministerio de Trabajo y del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop).

    Garín abrió el lunes 3 la primera reunión de trabajo de la comisión del “diálogo social tripartito por el empleo y la sustentabilidad de las empresas” convocado por el Ejecutivo. Allí describió el rezago que tuvo la recuperación de los puestos de trabajo durante las últimas recesiones que vivieron países como Estados Unidos (EE.UU.).

    Garín, un economista uruguayo doctorado en la Universidad de Notre Dame (EE.UU.), dijo que es posible que “hasta mediados del año que viene, con suerte”, Uruguay no retome el nivel de empleo previo a la pandemia. Y que si bien habrá “muchas reestructuras” empesariales, la crisis tendrá “aspectos positivos” porque las firmas que quedarán serán “las más productivas” y pasarán a serlo más que antes.

    Señaló que las políticas laborales se deben enfocar a disminuir los costos de contratación —atando ello a incentivos de capacitación y de inversión— para las empresas y sectores más productivos, entre otras medidas.

    A continuación, una síntesis de la entrevista.

    —¿Cómo ve la actual crisis de empleo que atraviesa Uruguay? ¿Cuánto tiempo puede llevar reactivar la generación de puestos de trabajo a niveles previos al Covid-19?

    —Antes de la pandemia ya se estaban perdiendo puestos de trabajo, y no creo que hasta mediados del año que viene, con suerte, se vuelva a los niveles de empleo previos.

    Soy contra a mirar el desempleo sobre todo en esta recesión, porque la gente no está buscando empleo porque sabe o cree que no lo va a encontrar, o directamente se rindió tras buscar un par de meses. Por eso la tasa de desempleo no refleja cómo está la actividad del mercado laboral.

    Esto va a causar muchas reestructuras de empresas, se van a asignar recursos de forma diferente, sectores que eran importantes van a dejar de serlo y viceversa. Hay cambio en los hábitos; la gente iba al restaurante y ahora ve que está bueno hacer la comida en la casa o recibirla, y como eso muchas cosas más. Este shock hizo que la gente se familiarizara más con la tecnología, entonces se va a volcar a eso.

    Las firmas van a ajustar los márgenes y costos más relevantes. Van a pasar dos cosas: las que sobrevivan después de esto van a ser las más productivas —y lo serán más que antes—, y las menos productivas, si no seguimos haciendo estos subsidios interminables que nos encanta hacer… Porque no es un tema de Pluna… Yo entiendo los incentivos a los trabajadores, porque es superdoloroso.

    —¿Con qué políticas se puede detener la destrucción de puestos?

    —Hay temas de largo plazo y otros urgentes. Cómo atendemos a la gente que le va a costar encontrar empleo es lo que más preocupa. Tengo diálogo permanente con el ministro e intercambio sobre eso. Lo que hay que hacer son medidas enfocadas a sectores, porque las que se hacen a nivel agregado pasan —en cierta forma— a sectores que no necesitan tanto apoyo como otros. Entonces, el foco va a estar en los sectores e individuos que tienen mucho más problema, los que hace mucho están en seguro de paro, que ya está para la prórroga. Esa es la urgencia.

    Somos un país chico, de medianos ingresos y tenemos la posibilidad de disminuir los costos para los que están en situación más precaria. Hay que ser flexibles en pensar subsidios versus capacitación, subsidios versus captación de inversiones. Los aportes patronales o costos asociados a la contratación son uno de ellos.

    Tenemos una situación fiscal muy jorobada, entonces no hay demasiado margen. Pero hay que mirar el otro aspecto: todos los países se están endeudando. Entonces, lo que va a terminar importando en esta recesión es el déficit fiscal relativo con otros países, sobre todo si podés acceder a los mercados (de financiamiento).

    Hablamos de disminuir los costos, pero hay que pensar bien en los incentivos, porque si te bajo costos vos, empresa, los disminuís para la planilla de empleados que ya tenés. Lo que se trata es de cuidar al trabajador y también a la firma.

    Hay otro tema: vos no querés que cierren empresas por temas coyunturales. Hay empresas solventes, pero que justo por la crisis no pueden sostenerse. Por ejemplo, una peluquería que ahora está afectada, pero sabés que después va a tener trabajo; entonces a esos sectores que están afectados coyunturalmente hay que prestarles mucha atención.

    —¿A qué otros sectores se dirigirán las políticas urgentes?

    —No quiero decir sectores. En esta crisis lo que querés que ocurra es que la colocación de recursos vaya desde los sectores que ya no son tan productivos, o que no tienen tanta demanda o que no van a funcionar, hacia los que sí son productivos. Y eso es lo bueno de la crisis. Esta crisis tiene aspectos positivos, un aspecto de depuración. Estas crisis depuran a las firmas que no son eficientes y hace que esos trabajadores se muevan hacia los que sí lo son. Es costoso el proceso. La manufactura se está yendo a China, lamentablemente, donde el trabajo es más barato y no hay mucho que se puede hacer para evitar eso. Hay que asumirlo, porque dilatar eso... como pasó con Pluna. Son cosas que hacen no asumir los costos cuando las cosas no funcionan. Lo dilatás, pero perdés tiempo y recursos.

    Luego tenés empresas que sí son productivas, solventes, pero justamente por esta circunstancia específica no están funcionando, y el turístico es un sector. ¿A alguien se le puede ocurrir que Punta del Este, en tres años, cuando se termine todo esto, vaya a desaparecer? No. Lo mismo que el turismo interno. Las peluquerías y sectores de servicios van a estar bien después de esta coyuntura. Entonces la política se tiene que enfocar en disminuir los costos, que los incentivos se pasen de sectores que no son productivos a los más productivos, en la capacitación y en la ayuda a que estas empresas no cierren, porque después que cierran es supercostoso abrirlas.

    En Estados Unidos, Europa y acá se han dado muchos incentivos fiscales para que, por la vía más que nada de endeudamiento, sobrevivan; se buscará que haya un respiro, pero enfocado a firmas y sectores que realmente son promisorios. La crisis no puede ser una excusa para seguir dilatando el proceso natural que ya se venía dando en algunos sectores.

    —¿Cómo será la depuración a la que se refiere en el caso uruguayo? ¿Qué ventajas puede tener?

    —No la veo brusca, pero esto va a acelerar el proceso.

    Van a acelerarse los procesos de creación y destrucción de empleo; lo que se venía dando se va a dar más rápido. De la crisis siempre se sale mejor; la economía después del 2002 creció mucho más que antes, y la americana también, es natural. En el plano personal, si te encontrás con la misma crisis, estás mucho más preparado. Lo mismo les pasa a los países.

    Por eso hablo de los aspectos redistributivos, porque ¿cómo hacemos para paliar esa situación? En Uruguay se ha optado por niveles de redistribución relativamente altos a otros países de Latinoamérica, como con el subsidio de desempleo.  En otros países el trabajador tiene la capacidad de buscar la capacitación, vía subsidio del Estado.

    Hay un tema de disminuir los costos de encontrarse entre la firma y el trabajador, y una vez que eso sucede disminuir la brecha entre las calificaciones requeridas.

    —¿Una bolsa de empleo podría disminuir ese costo?

    —Hay que pensar en la posibilidad de tener un mercado de trabajo un poco más centralizado. Mucha gente no sabe dónde buscar empleo, en otros países, como los escandinavos, cuando estás desempleado hay gente del gobierno que tiene una bolsa de empleo, sabe tus características, y funciona un poco así: te llaman cuando encuentran algo, porque vos estás cobrando un seguro de desempleo y estás dispuesto a trabajar. Hay que ser cuidadosos, porque hay empresas que se dedican a eso y hay que respetarlo. Pero si la idea es buena se pueden buscar mecanismos para que todos ganen, que las empresas que están no pierdan y que los trabajadores ganen al tener algo centralizado. Pensamos mucho en ganadores y perdedores siempre, y hay veces que todos pueden ganar y que una parte puede ganar sin que la otra pierda. Estoy mirando formas de cómo crear el marco para esto, porque lo que hay no funciona, se puede mejorar.

    —¿Es sostenible esta reducción del poder adquisitivo a costa de mantener el trabajo?

    —El acuerdo salarial que se hizo es una excelente señal, porque tenemos la posibilidad de vendernos al mundo y decir que somos un país chico pero serio, donde los trabajadores y empresarios nos pusimos de acuerdo en que no nos vamos a ocupar de la tajada de la torta en este momento; nos vamos a preocupar de que la torta no disminuya mucho, básicamente ese fue el acuerdo. Se dijo: vamos a parar con las pujas por ahora. Creo que no le hemos dado el valor que eso tiene en este momento. En la reunión tripartita del lunes, puedo decir que la cuerda se está cinchando para el mismo lado.

    Que se va a perder salario real no hay duda. Y si no se quiere perder salario real se van a perder aún más puestos de trabajo. Pero lo otro que hay que entender es que solo disminuciones salariales tampoco van a solucionar el empleo porque ayuda hasta por ahí nomás. No se puede mantener el salario real, pero tampoco hay que creer que el ajuste salarial va a llevar a que el empleo crezca, eso no necesariamente va a ser así.