—No, a muchos de nosotros nos pareció durante el proceso del año pasado que había unanimidad, que podíamos tomar una línea que reflejara la representación de todos los sectores del partido. Y estuvimos a punto de lograrlo. Creo que si la elección hubiera sido el año pasado, lo hubiéramos hecho. Este año Jorge Gandini tomó la decisión de marcar su perfil y eso generó un poco la discusión y cambió un poco la lógica del armado de una lista. Pero bueno.
—Esos fueron parte de los dolores de cabeza que tuvo al momento de contemplar a los sectores mayoritarios en esa lista única.
—Sí. Bueno. Ahí conversamos bastante sobre este tema y salió lo que salió.
—También apareció el senador Juan Sartori con reclamos para integrar esa lista.
—Había marcado en la elección interna. Creo que igual fue una foto bastante parecida a lo que había sido la interna. Pero en más de dos años hubo mucho convencional que cambió de opinión.
—¿Y cree que la integración del directorio tal como quedó refleja el momento actual del partido?
—Bueno… refleja la realidad del partido hoy. Hay muchas razones para votar una lista o no votarla. A ver… a veces se vota más a favor de algo y a veces se vota más en contra de algo. Y bueno, los blancos tienen muchas veces un espíritu rebeldón, que lo hemos domado. A muchos compañeros no les gustaba que hubiera lista única y votaron como creían que tenían que votar.
—Ese espíritu rebelde es un poco la esencia de los blancos. Usted dice “lo hemos domado”. ¿En qué sentido?
—Hemos aprendido, yo creo, a estar más unidos. A tener una visión más de Estado, a controlar más las pasiones. Somos un partido de muchas pasiones. Hemos aprendido a manejarlas con otra responsabilidad. Nos ha entrado más aquello que Weber titulaba como la “ética de la responsabilidad”. La ética del gobernante tiene que ir más de la mano del ciudadano común. A mí me gusta mucho un concepto de Leandro Alem que dice que en la política muchas veces uno se pregunta si se hace lo que se quiere o lo que se puede. Y en política se tiene que hacer solamente lo que se debe. A veces tenés que decidir entre dos cosas malas. Eso se lo plantea Savater: en una tormenta, cuando un barco está mal y tenés que sacarte peso, ¿qué hacés?, ¿tirás la gente o tirás la carga? Esas decisiones que tienen que ver con la ética de un partido gobernante nos han enseñado… muchas veces los blancos fuimos tan pasionales, arrebatados de pasión.
—¿Cree entonces que pese al barullo previo, la unidad blanca en el directorio está encaminada?
—Yo creo que quedó instalado y sereno un nuevo directorio. Las palabras de Gandini fueron muy importantes. Él en toda su campaña dijo claramente que me acompañaba para presidir el directorio. En eso fue contundente. Con encuentros y desencuentros hemos sido compañeros durante 40 años. Y hoy es una de las espadas más importantes que tiene el partido en el Parlamento.
Pablo Iturralde. Foto: Nicolás Garrido / Búsqueda
—¿Qué importancia tiene el directorio en un gobierno liderado por el Partido Nacional?
—Los politólogos suelen decir que muchas veces los gobiernos se fagocitan a los partidos. El presidente Lacalle Pou ha dicho que quiere un partido fuerte, cercano, vigilante, que fuera el nexo con los militantes. En este tiempo que me ha tocado estar he recorrido todo el país, he estado cerca de la gente. Y creo que el partido tiene que estar, estar, estar. Parece una pavada, pero tiene que estar.
—¿Estar en dónde?
—En todos lados. Tiene que estar, escuchar, gestionar, averiguar, contestar. En cualquier ámbito que vos atiendas a la gente y tengas una política de procesar los pedidos de la gente, es muy importante. Es casi casi una gestión de recursos humanos. A mí me pasó una cosa, cuando estuve como delegado de fútbol por Cerro Largo, y es que me encontré que la gran mayoría de los delegados de los clubes eran blancos. Pero no era que hicieran gala, no era que fueran ostentosamente blancos. Para ellos lo importante era ser directivos de un cuadro. Lo importante era eso. A mí me parece que en eso la izquierda tiene una cultura distinta, la izquierda tiene un gramscianismo a full: me meto acá y opero con cabecita de izquierda desde las organizaciones sociales, deportivas, culturales, lo que fuere. Nosotros no somos así.
—¿Pero Wilson Ferreira no decía “sean blancos todo el día, arrogantemente blancos”?
—“Hay que ser blanco siempre, las 24 horas del día, arrogantemente blancos”. Ese es el mandato de los militantes del partido. Pero quienes están en las organizaciones sociales, culturales, o lo que fuera, muchas veces no son militantes, son simpatizantes, adherentes; se sienten profundamente blancos pero no se meten en esas actividades para bajar línea. No hacen política.
—¿Y usted opina que eso está bien o está mal?
—Está muy bien. No bien. Muy bien. ¿Cómo operó, digamos para no meter a toda la izquierda, el Partido Comunista? El Partido Comunista tomaba decisiones y después las bajaba a todas las organizaciones sociales para que se alinearan y ahí los militantes de base entendían que como en la tapa de El Popular había salido que los elefantes volaban, ellos iban a decir que volaban. ¿Cuál es la diferencia? Pongamos el caso de la militancia estudiantil. El partido no nos decía qué teníamos que hacer con la universidad, nosotros le decíamos al partido lo que tenían que hacer. Y el partido casi siempre nos daba la razón. Y eso tiene que ver con algo que siempre vuelve como un reclamo y es “hay que revivir la Secretaría de Asuntos Sociales”. Y yo me pregunto si hay que revivirla o fue fruto de un tiempo diferente. Capaz que hay que refundarla de otra manera. Creo en la refundación. La imagino con representantes de todo el país, hay que identificar qué compañeros están en organizaciones sociales y a esos compañeros son los que tenemos que juntar y preguntarles cómo está su club social, su club de barrio y son ellos los que nos tienen que decir cómo ven la sociedad. El partido tiene que parecerse a lo que pase en la sociedad. No es el partido el que tiene que bajar la línea. La política tiene que reflejar lo que pasa en la sociedad. Y no al revés.
—Ahora deberán salir como partido a defender la Ley de Urgente Consideración (LUC).
—La semana pasada nos reunimos con el presidente Lacalle Pou y conversamos bastante sobre qué cosas hacer. Se resolvió la instalación de una comisión. Y que la tarea no es del partido, es de los legisladores, que son la infantería en la primera línea de fuego. El rol de nosotros es coordinar con los otros partidos, articular, apoyar.
—¿Hay alguna meta que se plantee a corto plazo como presidente del directorio?
—Bueno, dentro de eso que te decía de estar, estar. Tengo la idea de estar una semana entera en el interior profundo, con la departamental, con el intendente, con las organizaciones sociales. Hablar con todo el mundo, invitar al ministro de Educación y que nos cuente cómo viene la reforma. Y terminar con una suerte de curso de capacitación y formación con los que se acerquen. Eso tiene que pasar una vez al mes: dedicarle una semana al interior profundo. Hay que dedicarle una semana a Canelones. Lo mismo en Montevideo, el Montevideo olvidado. Vamos a arrancar con el Montevideo rural. Vamos una semana a Melilla. Vamos a hacer una semana blanca en el Cerro. Así me la imagino. La semana blanca de Malvín Norte. Hay que ir a escuchar. Hay que ir a Canelones.
—Hace un especial énfasis en Canelones.
—A veces nos cuesta pensar más Canelones. Siempre cuando pensamos en el área metropolitana le ponemos cabeza a Montevideo y a veces nos cuesta más pensar Canelones. Sé del cariño y el conocimiento que tiene el presidente sobre Canelones. Pero hay una cosa que me parece importante, y esto lo conversé con el presidente de la República, y es que hoy la gran tarea que tiene el directorio del partido es profundizar la coalición. Tiene que quedar claro que no gobierna el Partido Nacional, gobierna una coalición. La coalición republicana, la coalición multicolor, llamala como quieras. Pero es una coalición de cinco partidos que lidera el Partido Nacional pero no gobierna el Partido Nacional.
—¿Ese es un mensaje que el presidente Lacalle Pou quiere transmitir?
—Eso lo conversamos expresamente con el presidente. Y a mí me parece central. Primero por una realidad: no tenemos los votos solo nosotros. Tenemos que gobernar entre todos. Y segundo que nuestro partido es inclusivo e incluyente. Lo es desde su génesis misma. Siempre se quiso un partido amplio. Es un partido que ha logrado incorporar a lo largo de su vida a gente que no viene de los blancos. La Unión Cívica está con nosotros hace dos o tres elecciones, tenemos una muy buena relación con el Partido Independiente, con Cabildo Abierto, que es de raíz profundamente nacional. Y con los colorados, bueno, juntos somos el matrimonio que parió este país. Hemos estado enfrentados y acordando.
—Pero todos esos otros partidos que menciona van a querer mantener su identidad.
—Por supuesto y está muy bien. Y no tenemos que ser todos iguales. Pero tenemos que respetarlos y respetarnos. Nosotros como partido mayoritario hoy tenemos que ser conscientes de que eso nos conlleva otras responsabilidades para defender esa coalición.
Pablo Iturralde. Foto: Nicolás Garrido / Búsqueda
—Usted es un dirigente wilsonista, ¿cómo ve al sector tras la muerte de Jorge Larrañaga? ¿Entiende que es necesario que esa ala se vea fortalecida?
—Cuando hoy se habla de herrerismo y wilsonismo yo no estoy tan convencido de que haya una línea que separe. Y miro todo lo que han votado los dirigentes de mi partido y ha habido herreristas que votaron con corrientes predominantemente wilsonista y al revés. Yo no creo tanto en esa división. Una vez fui a hablar con Wilson sobre su opinión acerca de Luis Alberto de Herrera y me dijo que con Herrera lo separó muchas veces lo episódico, nunca lo sustancial. Eso de las nubes pasan y el azul queda. No creo que podamos dividir el partido hoy en ese sentido. El partido tiene que tener más de una corriente, eso sí. Pero a nosotros nos ha pasado mucho eso que le dijo Churchill a un diputado suyo: “Tus adversarios se sientan en esa bancada de enfrente; tus enemigos se sentarán a tu lado”. Esa lógica fue mucho la lógica nuestra. Y creo que empezó a cambiar con la Constitución del 97. El tener candidato único cambió al partido. No lo aprendimos en el 99, fuimos todos peleados a la interna y salimos terceros. La gente no vota dirigentes que se pelean. El partido tiene que tener unidad, tiene que tener paz y tiene que saber gestionar las diferencias. Tiene que tener hasta pactados disensos, saber quién juega por cada lado. No todos pueden jugar de 9 ni todos tienen capacidad para jugar de golero o de 7. Saber manejar los disensos es una cosa muy importante.
—Da la sensación de que le gustaría que en las próximas internas se resolviera con candidato único.
—No puse cabeza todavía en ese tema. La última charla larga que tuve con Larrañaga, antes de la elección interna, por noviembre de 2018, le dije: “Che, Jorge, si llegado marzo Luis está con una diferencia importante, ¿no nos tendremos que unificar y cerrar fórmula?”. Y él me dijo que no. Que creía que no porque en este partido vos hacés eso y cualquiera ve la oportunidad de agarrar algo y quedarse un 25% o 30% de los votos y de esa manera perfilar. Eso es complejo. Yo lo único que les he pedido a mis compañeros en estos días es que no hablen de candidaturas hasta el 2023. El modo candidatura yo no me lo puse todavía. No sé si es bueno.
Información Nacional
2021-08-12T01:09:00
2021-08-12T01:09:00