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“La situación de la región es bastante desastrosa” y Uruguay tendrá que “ayudar” a Argentina y a Brasil con la vacunación en la frontera
“Todo lo que ha pasado ha sido muy bueno para la apropiación social de la ciencia”, pero falta que eso se traduzca en “políticas de Estado”, opina el exdecano de la Facultad de Ciencias y prorrector de la Udelar
Cuando Juan Cristina regresó a Uruguay en la década de 1990, con su título de doctor en Ciencias Biológicas obtenido en la Universidad Autónoma de Madrid, España, eran pocos los que de verdad entendían qué era lo que había estudiado. Eran épocas en las que los científicos aparecían en las películas como “seres malignos”, con intenciones de dominar el mundo, una crítica hacia los productores cinematográficos que Cristina mantiene vigente.
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Como decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar) -cargo que asumió en 2010 y ejerció durante dos períodos consecutivos, hasta 2018- le tocó organizar varias ferias de ciencias en la Intendencia de Montevideo. “Venían los vecinos, hacían experimentos. La gente veía que no estábamos en una torre de marfil perdidos en una montaña haciendo cosas raras”, recordó. Descubrían entonces que “el científico es como cualquier vecino”, añadió.
Tres décadas después, Uruguay y el mundo se interiorizaron en el trabajo de los virólogos, epidemiólogos, inmunólogos y tantos otros científicos que a través de las redes sociales y los medios de comunicación explicaban a la población qué era esto de la pandemia, qué era el Covid-19 y cómo se comportaba.
El Laboratorio de Virología Molecular de la Facultad de Ciencias de la Udelar, que dirige Cristina, tuvo un rol preponderante en el desarrollo de los test de diagnóstico del Covid. Para escalar su modelo y hacerlo accesible a todo el país, se apoyaron en el Instituto Pasteur y el laboratorio ATGen. Cristina expresó orgullo por la “generación joven de científicos de primer nivel” que se formaron en la facultad.
Como especialista en virología, está de acuerdo con la decisión del gobierno de ofrecer una tercera dosis de refuerzo contra el Covid-19 con las vacunas de Pfizer. Destacó el alto nivel de vacunación de la población uruguaya, pero advirtió que hace falta una visión “regional” de la pandemia y la vacunación. “Lamentablemente, la situación de la región, desde mi punto de vista, es bastante desastrosa”, opinó, y aseguró que Uruguay “en algún momento” va a tener que “ayudar” a Argentina y a Brasil en sus campañas de vacunación, con iniciativas transfronterizas.
El científico recibió a Búsqueda en su despacho en la sede de la Comisión Sectorial de Enseñanza de la Udelar, desde donde se desempeña en su cargo como prorrector.
-¿Cuál es su postura como virólogo sobre la decisión de dar una tercera dosis de Pfizer a los vacunados con Sinovac?
-Estoy de acuerdo. La vacunación es el arma principal que tenemos. Contamos con una cobertura importante, hemos pasado más del 60%. Sin embargo, las virosis emergentes hay que mirarlas desde un punto de vista regional. No hay gripe de Brasil, de Uruguay y de Argentina. Y lamentablemente, la situación de la región es bastante desastrosa, con una cobertura promedio de entre el 11% y el 15%. ¿Cuál era la meta? Combatir la enfermedad sintomática grave. Eso quiere decir que las vacunas que nosotros utilizamos están hechas para que no terminemos mal, en el hospital. Y los números indican la efectividad en ese sentido. Yo estoy vacunado, tengo dos dosis de Sinovac, ya pasaron los 15 días, ¿me puedo infectar con una variante de las que tenemos? Sí, me puedo infectar, pero las probabilidades de que termine en CTI son muy bajas. Es un mensaje que hay que tener claro. No tenemos evidencias de que por dar una tercera dosis de alguna de las vacunas haya mayores efectos negativos. Pero no tenemos las 3.300.000 historias clínicas. Creo que es fundamental que, salvo la opinión contraria de nuestro médico, todos nos vacunemos. Porque, al lograr ese efecto del que ahora se habla tanto, que es el de “inmunidad de rebaño”, hacés como un anillo protector de ese compatriota que, por distintas razones médicas, no se puede vacunar. De cualquier manera, creo que con el tapabocas y las medidas nos queda un tiempo todavía. Porque tenés que mirarlo siempre desde una óptica regional.
-Esa “óptica regional” va en línea con los dichos del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, que pidió suspender la aplicación de una tercera dosis mientras haya países desprotegidos. Uruguay viene muy bien con el nivel de vacunación, pero los países vecinos tienen porcentajes bajos. ¿Conviene reforzar la protección ahora? ¿O se debería ayudar a Argentina y a Brasil?
-En algún momento los vamos a tener que ayudar. También estamos hablando de países enormes. Los pequeños somos nosotros. Creo que la preocupación del director de la OMS está en la injusticia de que hay regiones del mundo que no tienen acceso a las vacunas. No lo tienen por muchas razones, además de las obvias. También hay temas de distribución. No es solo que te llegue la vacuna, sino si estás preparado para distribuirla. No es lo mismo un país con una experiencia previa de un buen esquema de vacunación que países donde están luchando para que se vacunen contra la polio. Lo que dice el director de la OMS es verdad, pero creo que es un tema muchísimo más gordo que si un país de 3 millones de habitantes da una tercera dosis.
-¿Cómo podría Uruguay adoptar una mirada regional del combate a la pandemia?
-Si no lográs una coordinación fronteriza… Por ejemplo, cosas que nos han perjudicado: si vos estás en la frontera entre Rivera y Livramento, de un lado estás mal y del otro estás bien. El que está bien abre, vienen 120 ómnibus, y después pasa al revés. Estoy mal yo y el otro está bien. Ahí en la frontera es donde diría: “Si tengo que ir yo a vacunar del otro lado, voy yo”. Tiene que haber una coordinación muy grande. También el control y seguimiento de los viajeros, de la gente que ingresa, extranjeros y uruguayos. Ahora el ministerio ha podido retomar ese control. El problema es cuando llegás a cierto nivel en que ya no podés seguir el hilo epidemiológico.
Juan Cristina. Foto: Nicolás Garrido / Búsqueda
-La ciencia ha tomado mayor visibilidad con la pandemia y ha tomado contacto estrecho con la política. Muestra de eso fue la creación de un Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) para asesorar en decisiones políticas. ¿Esto podría ser un puntapié para que haya un vínculo más sólido entre ciencia y política?
-Sí. Los dirigentes políticos son una caja de resonancia de la ciudadanía. Obviamente, la decisión política del presidente de tener un conjunto de asesores para llevar adelante la pandemia junto con el Ministerio de Salud Pública (MSP) fue una decisión muy importante. Un presidente decide nombrar políticamente a un grupo asesor, es un hecho significativo. Pero lo más importante es trabajar en la apropiación social de la ciencia por parte de los ciudadanos. Si los vecinos no entienden lo que hacemos los virólogos, no se apropian, nunca la ciencia va a tener la preponderancia cultural y social que debería. Todavía nos falta construir un verdadero sistema donde cada uno ocupe el lugar que debe: las universidades, los centros de investigación, los ministerios también.
-También la ciudadanía demostró interés en cuestiones científicas.
-Claro. Para mí eso es lo primero. Porque una política científica no depende tan solo del partido que está en el poder en este momento. Porque cuatro años en ciencias no te alcanzan para el desarrollo. Tiene que ser una política de Estado con acuerdos que trasciendan un período de gobierno. Indudablemente, todo lo que ha pasado ha sido muy bueno para la apropiación social de la ciencia. No veo todavía una traducción. Porque los tiempos de la ciencia no son, muchas veces, los tiempos de la inmediatez de un período de gobierno. Es ahí donde nos falta converger.
-Volviendo al GACH, el grupo tenía el fin de asesorar al gobierno en las decisiones sanitarias, y cuando se entendió que ya no se necesitaba, dejó de funcionar. ¿Sería bueno que quedara un grupo asesor de forma permanente?
-Creo que sería bueno. El grupo puede ir cambiando de acuerdo a la temática que se considere. Seguramente en algún momento, por lo que está ocurriendo en el mundo, Uruguay podrá tener un problema que sea, por ejemplo, de ciencias ambientales. Y está bueno que la clase política tenga conciencia del asesoramiento de los científicos especialistas en esa área. Desearía, porque no se puede desarrollar una política científica en un único período de gobierno, que fuera una política de Estado. Las políticas de Estado a nosotros nos cuestan. No quiere decir que no tengamos, pero nos cuestan. Y si bien el diálogo, de ahora y de antes, por lo menos en mi experiencia, con todos los partidos políticos, ha sido muy bueno, no se traduce luego en políticas de Estado. Tenemos que trabajar sobre ello.