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    “No hay que ensuciar el arte con política”

    Tsahi Halevi, actor de la serie israelí Fauda, estuvo en Montevideo

    La primera sorpresa fue escucharlo hablar en español, una de las tantas lenguas que aprendió después del francés, el inglés y el árabe. La segunda, fue escucharlo cantar Feeling Good, la canción de Nina Simone, acompañado de su guitarra, en un perfecto inglés y con una voz al mismo tiempo suave e intensa. Y las sorpresas siguieron al escucharlo cantar en árabe Tamaly maak, uno de los temas de Fauda, la exitosa serie de Netflix en la que interpreta un rol destacado. Es que Tsahi Halevi, antes que actor es cantante: integró varias bandas y llegó a la final de The Voice Israel, un popular certamen de televisión en su país.

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    Halevi estuvo en Montevideo durante un día invitado por la organización Keren Hayesod para hablar sobre su trabajo como artista. El martes 9 brindó un recital con algunas de sus canciones, que intercaló con anécdotas. Habló de la importancia que tiene para él aprender diferentes lenguas, y de las diferencias entre el hebreo y el árabe. “Para mí, escribir en hebreo es más difícil porque el que usamos ahora no es el que aprendí. Los árabes mantienen todos los sonidos entre las letras, y es más fácil para cantar”, dijo antes de interpretar en ese idioma el tema de Fauda.

    A la actuación llegó inesperadamente hace cinco años, cuando lo llamó Avi Issacharoff, un amigo que había estado con él en el Ejército y que con los años sería el director y uno de los creadores de Fauda. Pero cinco años atrás, su amigo quería decirle que estaban buscando a alguien que dominara el árabe para actuar en una película. “Pero yo no sé actuar”, le dijo él. “No importa, andá a la audición”, le contestó su amigo. Halevi se presentó, hizo dos audiciones y terminó siendo el protagonista de Belén (Bethlehem, 2013), película dirigida por Yuval Adler. “Cuando me dijeron que me daban el papel, sentí que era algo que me cambiaría la vida”, contó el actor y músico a Búsqueda. Y claro que le cambió la vida, porque esa película ganó varios premios en su país, y la Academia Israelí la seleccionó para presentarla a los premios Oscar 2013 como mejor película extranjera.

    Belén cuenta la relación entre Razi (Halevi), un agente del servicio secreto israelí, y Sanfur (Shadi Mar’i), un adolescente palestino que es su informante. La historia trata el conflicto palestino-israelí desde un punto de vista diferente porque la relación de los protagonistas se vuelve estrecha y emocional, aunque ambos están presionados por lealtades opuestas.

    “Para Shadi también era la primera actuación y creo que eso nos unió mucho. En ese momento él tenía 16 o 17 años y dejó a todos impresionados. Ahora está estudiando actuación y también aprendiendo a tocar un instrumento árabe”, comenta sobre su compañero coprotagonista. Juntos se volvieron a encontrar en la serie Fauda (2015, ver Búsqueda 1.906), ahora en papeles que los enfrentan. Halevi representa a Naor, integrante de una unidad de inteligencia israelí que actúa en forma encubierta en la zona de Gaza y Cisjordania para capturar terroristas. Por su parte, Shadi Mar’i es Walid, un joven palestino, mano derecha del terrorista más buscado. Y realmente su actuación es una de las más destacadas.

    Fauda ha tenido gran éxito internacional, y sobre todo se volvió una serie muy popular entre árabes y judíos. “Para mí, tanto Belén como Fauda muestran por primera vez a la gente lo que no está acostumbrada a ver. La información de las noticias se ve en blanco y negro, pero en la vida hay más profundidad. En Fauda se puede ver el lado judío y palestino con sus sentimientos, sus miedos y sus alegrías”, explica el actor.

    Otro atractivo de la serie es que los personajes cometen errores, muchas veces llevados por sus emociones o debilidades. El personaje de Halevi, por ejemplo, es el amante de la esposa de su mejor amigo, y esa situación crea conflictos, peleas y hasta equívocos en la unidad israelí. “Como actor me gusta hacer cosas que están lejos de mi realidad. Porque yo soy bueno con mis amigos (se ríe). Poder hacer un papel de este tipo, que vive en el extremo y que piensa demasiado en sí mismo, fue un desafío”.

    En un mes y medio empiezan a rodar la segunda temporada, que posiblemente esté lista a fin de año o comienzos de 2018. Halevi aún no sabe, o no quiere decir, cuál será el destino de su personaje en medio de una historia que por las situaciones de vértigo y violencia implica varias muertes. “Que te maten en una serie es bueno porque el público te recuerda”.

    En 2014, cuando estaban filmando Fauda en una localidad de Israel, el conflicto palestino-israelí había recrudecido. Israel había lanzado la operación Margen Protector, que tenía como objetivo atacar al Hamas (Movimiento de Resistencia Islámico) en la Franja de Gaza. En respuesta a los misiles israelíes, Hamas respondió con cohetes. Así recuerda Halevi aquel momento en medio del rodaje. “Los actores musulmanes, israelíes y palestinos nos encontrábamos todos juntos en una habitación, mientras los misiles pasaban por arriba. Pero nadie llevó el conflicto al rodaje. Es lo bueno de ser artista: cuando haces arte no hay muros, tenemos que unirnos. La mayoría del tiempo no hay discusión sobre política. Sé que algunos árabes no quisieron actuar en Fauda por un problema moral, y eso hay que respetarlo. Para mí no hay que ensuciar el arte con política, hay que protegerlo”.

    Antes de ser famoso en la actuación, Halevi anduvo por el mundo. Nació en Petah Tikva, “una de las ciudades más antiguas de Israel”. Su padre trabajaba para el gobierno y cuando Halevi tenía dos meses se fueron a vivir a Dinamarca, el primero de varios países. Después llegaron a Egipto, Italia y Bruselas, en Bélgica, donde terminó Secundaria. En ese momento, decidió regresar a Israel para hacer el Ejército. En 1993 ingresó en una unidad militar que trabajaba en forma encubierta en la lucha antiterrorista, como la que aparece en Fauda. “Hay algunas situaciones parecidas a las de la serie, pero la realidad es mucho más fuerte que cualquier ficción. No puedo contarte lo que hacen esos comandos, pero se mezclan con la gente porque los terroristas que están buscando se esconden entre la gente”.

    Halevi recuerda en especial una de las primeras escenas que filmó, en las que se le confundió la realidad con la ficción. “La escena de la boda palestina la filmamos en una comunidad árabe. Cuando entré no llevaba micrófono y me uní a los extras que hacían de invitados a la boda. Me puse a hablar en árabe y una persona me preguntó de dónde era y le dije de Tel Aviv. Se sorprendió. ‘¿Hay árabes que viven en Tel Aviv’?, me preguntó. Pensó que era uno de ellos”.

    A los 22 años decidió dejar el Ejército. “Quería conocer el mundo, ir a la deriva y hacer música. Cuando trabajas para el Estado, la parte económica está asegurada, pero lo difícil es la libertad que no se tiene. Como artista, sentía que necesitaba esa libertad, pasear, conocer, tener experiencias”.

    Entonces comenzó a viajar y una de sus giras fue por Sudamérica. Lo acompañó una novia argentina, por eso aprendió español más rápido. “Además, en Israel canté unos años en un grupo de salsa”, dice, y dan ganas de escucharlo cantar con ese ritmo, pero no lo hace. Integró también Mayumana, un grupo de percusión y danza con el que viajó por el mundo y tocó en Punta del Este en 2007. En total lleva 20 años como músico.

    Sobre el largo conflicto árabe-israelí, es optimista. “La gente en los 70 pensaba que nunca habría paz entre Egipto e Israel, y la hubo. Creo que la mayoría de la gente, no importa de donde vengan, quieren vivir en paz. Lástima que en la historia siempre es una minoría la que lo impide”.

    Halevi no sabe si películas como Belén o series como Fauda cambian a la gente, pero está seguro de que la hacen reflexionar. “De todas formas no hay que creer que esa es la realidad. En la vida real nadie dice ‘corten’. Nadie te salva”.