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“No se dan cuenta de que se van a quedar sin canchas donde jugar”, advierte “Chino” Fernández sobre el desarrollo tecnológico del golf
El destacado golfista argentino, que a los 76 sigue en actividad, dio una clínica en el marco de la celebración del centenario del Club de Golf del Uruguay
A los 13 años Vicente Fernández pisó por primera vez el Club de Golf del Uruguay. Lo hizo como caddie de Luis Rapisarda. Apenas unos años después volvería como profesional y con su desempeño en el Abierto de Montevideo cobraría uno de los primeros premios de su carrera.
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Pasaron desde entonces más de 60 años y 91 victorias en torneos en América del Sur, Europa y Estados Unidos para el golfista argentino que a sus 76 años sigue en actividad. También sigue activo su lazo estrecho con Uruguay. Chino Fernández participó —y fue uno de los puntos más altos— de la Semana del Golf, con la que el Club de Golf celebra su centenario.
En la tarde del viernes 30 de setiembre, en la zona del driving range de la institución de Punta Carretas, dio una clínica ante una numerosa audiencia ávida de escuchar sus consejos. El sábado 1º estuvo en el Club de Golf del Cerro como “padrino” de la Escuela de Golf Chimont. Finalmente, participó en la entrega de premios de la Semana del Golf.
Antes de esa ceremonia conversó con Búsqueda sobre su vínculo con Uruguay, los problemas y los aspectos positivos que ve en el desarrollo que tuvo el golf en las últimas décadas y sobre la necesidad de un diálogo para que la confrontación entre el PGA y la LIV Series no perjudique a los golfistas jóvenes.
—¿Cómo describiría su vínculo con el golf uruguayo y en particular con el Club de Golf?
—Llegué aquí por primera vez con 13 años, fue para trabajar como caddie en un Abierto Ciudad de Montevideo, llevándole los palos a Luis Rapisarda, alguien que me ayudó mucho en mi carrera. Tres años más tarde volví pero ya como profesional, jugué el Abierto, pasé el corte clasificatorio y cobré uno de mis primeros premios. Con ese dinero regresé a Buenos Aires en avión en lo que fue el primer viaje en avión de mi vida (se ríe). Más cerca en el tiempo, en 1975, tuve la suerte de ganar el Abierto, recuerdo con la sede todavía en obras, en la reconstrucción de esta por el atentado. Y recuerdo que en 1986 perdí el Abierto en desempate en el hoyo 2 contra el paraguayo Carlos Franco. Me une una larga historia con Punta Carretas, conocí aquí gente extraordinaria como Juan Carlos Dappiaggi, José Esmoris, los hermanos Sereda, los hermanos Viola… Mucha gente a la cual recuerdo con mucho cariño. Quiero agradecer al Club de Golf del Uruguay esta invitación a formar parte del centenario, a su presidente, Santiago Fernández, y a mi buen amigo Pancho Etcheverry.
—Usted conoce numerosas instituciones vinculadas a este deporte. ¿Qué piensa que tiene de especial el Club de Golf del Uruguay?
—Es una institución señera, es espejo para los clubes de la región, demostrando que siempre con esfuerzo y actitud se pueden hacer cosas muy buenas. Este campeonato es un ejemplo, jugaron 19 clubes de Argentina, Chile, Brasil y Uruguay, todo un éxito. Estos logros son muy importantes porque trasmiten confianza, seguridad a los directivos, a los socios, a los funcionarios, es un todo. Siento un gran orgullo de formar parte de esta celebración del Club de Golf.
—¿Cómo ve el golf en la actualidad?
—Hoy lo que importa en el golf es la distancia. No se dan cuenta de que se van a quedar sin canchas donde jugar. La tecnología se ha disparado en el desarrollo de las pelotas, los palos. Fíjese si estará todo disparatado que hoy pego más largo que cuando tenía 30 años. Algo está mal. (Jack) Nicklaus viene luchando hace mucho tiempo para que las autoridades hagan algo, principalmente con las pelotas. Las varas de hoy también se han desarrollado en forma increíble; hay una vara específica para cada físico, para cada swing. Los palos, las caras, dan un margen de error del 90%, es un disparate, pero todo sigue en ese camino y parece muy difícil regresar para atrás. Por otra parte, observo el enorme desarrollo que ha tenido el golf en los últimos tiempos, principalmente por la llegada de la televisión y esos canales con 24 horas de trasmisión. El golf en buena parte se aprende mirando, y si me están mostrando permanentemente a los mejores jugadores y todavía en las tandas sale un profesor a dar un tip o un consejo, el golfista aficionado sale disparado al día siguiente a practicar lo que vio.
—El avance del circuito saudí LIV Series está provocando rupturas y cortocircuitos en el primer nivel del golf. ¿Qué opinión tiene de esos movimientos?
—Es muy triste lo que está pasando. Esta grieta que se ha formado entre el PGA Tour y la LIV Series. Me alegra haber escuchado pocos días atrás que Rory McIlroy propuso una mesa de diálogo entre los dos circuitos. Sería fabuloso que llegaran a un acuerdo. Recuerdo que en 1982 Severiano Ballesteros ya manejaba la idea de una gira mundial. El tema era complicado porque Severiano no jugaba los 15 torneos mínimos por temporada que exigía el PGA Tour para mantener la tarjeta. En una reunión de la que fui parte, el comisionado Tim Finchem le ofreció a Ballesteros una exención como ganador de Majors sin tener que jugar esa cantidad de torneos en Estados Unidos. A él le gustaba jugar en Europa y en todo el mundo, le pagaban mucho dinero fuera donde fuera, por lo cual cuando consiguió eso del PGA Tour desestimó la idea de la gira mundial. Años más tarde, Greg Norman, apoyado por el magnate de la televisión Robert Murdoch, reflotó la idea pero sin éxito, hasta que ahora apareció lo de los fondos saudíes. Pensando en el bien del golf, sería bueno que llegaran a algún tipo de acuerdo, especialmente para los profesionales jóvenes, ya que tendrían un espacio mayor donde mostrar su potencial.
—¿Y qué pasa con el golf argentino?
—Lamentablemente, no está pasando por un buen momento, es un tema muy complicado, donde la política entra en juego. Hay una cantidad enorme de buenos jugadores, jóvenes, talentosos, pero no pueden mostrar su gran potencial porque directamente no hay campeonatos de profesionales. Ojalá aparezcan las soluciones pronto, pero no soy muy optimista al respecto en el corto plazo. Para ellos salir a jugar al exterior tampoco es fácil hoy en día.
—¿Piensa en su retiro o todavía no se lo plantea?
—Me hice profesional en 1964. Estoy cumpliendo 58 años en esta disciplina. Las ganas de jugar siempre mandaron en mi carrera, esa fue la base de todo. Nunca tomé el golf como un trabajo, esto es una pasión para mí, siempre me gustó practicar. El golf es maravilloso, debe sentirse como algo natural, sin sacrificios. Lo decía las otras noches en la clínica: el golf es como la vida en cuanto al respeto de las reglas, las faltas, la autodisciplina, por eso atrapa a tanta gente. El retiro todavía no está definido, de vez en cuando se cruza por ahí (se ríe). Va a llegar el momento, eso está claro, pero estoy bien, me siento bien. Mientras tenga ganas y el físico me acompañe, voy a seguir jugando.