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    “Siempre me pareció insondable el mundo que hay entre el blanco y el negro”

    Esos lugares existen, muestra de Alfredo Ghierra en el Museo Nacional de Artes Visuales

    En Las ciudades invisibles, Italo Calvino imagina los relatos que Marco Polo le hacía a un rey tártaro venido a menos sobre las ciudades imposibles y extrañas que había visitado en sus largas travesías. Eran ciudades asombrosas que se hacían reales gracias al poderoso mundo de la ficción. Un relato igualmente poderoso se está narrando hasta el 18 de agosto en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV). Allí hay naves que transportan grandes edificios de cúpulas gordas, ciudades que flotan entre las nubes, una calesita que gira encerrada entre altas montañas o un elefante que transporta todo un Palacio de Gobierno. Detrás de estos dibujos está la imaginación y el trazo del artista Alfredo Ghierra, quien llamó a su muestra, inequívocamente, Esos lugares existen.

    “Lo que hago tiene algo muy literario. Por lo general, cuando un libro me atrapa es porque estoy viendo en imágenes cada cosa que leo. Esto es un proceso inverso. Te doy una imagen para que te armes un cuento”, explica Ghierra a Búsqueda. En su trayectoria, el artista ha tenido a la ciudad —utópica, invisible o real— como asunto de sus muestras. Ahora, por primera vez expone individualmente en el MNAV con una propuesta integrada por 30 dibujos en blanco y negro, hechos a grafo y tinta sobre papel, que tienen el peso de su historia artística y vital desde 1998 hasta ahora. También en la muestra hay piezas audiovisuales, objetos y maquetas que fueron elaboradas con la colaboración de otros artistas.

    La curadora es la fotógrafa Magela Ferrero, amiga personal de Ghierra, para quien fue importante que hubiera un relato que guiara las obras. “Con otros amigos visitamos habitualmente a Alfredo a la hora del crepúsculo, cuando ya regó las plantas y está dibujando. Entonces compartimos su proceso y hablamos mientras él dibuja. Cuando lo invitaron a hacer esta exposición, una noche me propuso ocupar el lugar del curador. Es muy común en su casa sentarnos a la mesa personas que nos dedicamos a diferentes áreas, y si sale un proyecto cada uno va tomando un lugar. Entonces me dediqué a encontrarle una narración a la muestra”, explica.

    Agustín Ferrando, creador de la serie Tiranos temblad, es uno de esos visitantes enamorados de los dibujos de Ghierra. Él siempre quiso “meterse“ en sus obras para recorrer las calles de sus ciudades, los bosques, las florestas. Finalmente, lo hizo con la animación de algunos de sus dibujos, y el resultado es una breve película sonora que se integró a la muestra. También colaboraron Rodrigo Labella en la creación de tres timers, fotos animadas que muestran el proceso creativo de Ghierra en su casa, Agustina Bello en fotografía, Javier Ribeiro en las esculturas en 3D y Mariana Viñoles en un video-entrevista con el artista.

    Ghierra, el abuelo. Ghierra camina por el museo sin público y señala la muestra de José Pedro Costigliolo que se exhibe en la planta baja. “Mi primer contacto con las artes visuales fue a través de los cuadros de María Freire y Costigliolo”, dice. “Fue algo fortuito, ellos eran tíos de mis primos y yo pasaba mucho tiempo en la casa de estos primos. Lo que recuerdo es que para mí un cuadro era una obra geométrica, y en esos cuadros veía planos de ciudades, azoteas, calles, avenidas. Estoy seguro que de alguna forma eso me marcó aunque la estética que terminé desarrollando no tiene nada que ver. También me marcó saber que había gente que era pintora y vivía de eso, que era una opción de vida”.

    No en vano, Ghierra estudió en las facultades de Arquitectura y Bellas Artes, dos áreas de conocimiento que para él tendrían que estar integradas. “Ahora se juntaron Diseño y Arquitectura, lo que parece obvio. Pero sería lógico un gran campus que tuviera arquitectura, bellas artes, diseño y también poesía. Un poco como la Bauhaus”.

    Las casas y los objetos tuvieron especial importancia en su formación. Ahora Ghierra vive en una casa enorme, con mucha vegetación, pero en su infancia pasaba horas en las casas de sus abuelos y tíos, donde pedía alguna enciclopedia y se pasaba la tarde leyéndola. “Eso alimentaba mucho mi imaginación. Tenía seis años y era un niño raro”, dice. También con esa edad escribió algunos poemas que figuran en el catálogo de la muestra, de cuidada y bellísima edición. “Por eso, cuando me preguntan cuánto tiempo me llevó preparar esta muestra, digo ‘toda la vida’, y no es mentira”.

    En esa infancia, hubo un abuelo llamado Alfredo Ghierra, que los más veteranos recordarán porque fue fundador de Defensor, jugó muchos años en Nacional y en 1924 salió campeón con la Selección en los Juegos Olímpicos. Ghierra conoció a su abuelo, que murió cuando él tenía cinco años, y lo recuerda muy bien. “Fue una especie de playboy y recorrió el mundo entero. Yo heredé una caja con todas sus postales que es una maravilla. Y la medalla olímpica”.

    A los 40 años, el abuelo no jugó más al fútbol y pasó a trabajar en los casinos del Estado. Después conoció a una mujer que tenía 30 años, había vivido una decepción amorosa y ya era mayor para casarse. “Mi abuelo venía de recorrer el mundo y no le importó nada. Se casaron. Entonces vivió sus otros 40 años como padre de familia, con un trabajo de ocho horas. Me caía bárbaro. Tengo una foto de él con la pelota debajo del brazo cuando dieron la vuelta olímpica, que se inventó en ese momento”. A Ghierra nunca se le dio por jugar al fútbol, pero piensa que la habilidad que su abuelo tenía en los pies él la tiene en sus manos.

    El tiempo en blanco y negro. Una de las obras de la muestra se llama El futuro es verde: un edificio solitario de ventanas antiguas y pisos hexagonales se erige en medio de una floresta, a la vez que en la azotea crece un arbolito. El monte de árboles es inmenso y se pierde en el horizonte. No hay forma de mirar este dibujo sin pensar en el color verde. Sin embargo, está en blanco y negro, los colores que Ghierra usó toda la vida.

    “El grafo es lo mínimo que uno puede tener en artes visuales, menos que eso es el concepto, pero no es visual. En términos visuales, lo mínimo es un grafo y una superficie, y me gusta saber hasta dónde puedo llegar. Siempre me pareció insondable el mundo que hay entre el blanco y el negro, todos los tonos y todos los grises. Me gustó siempre estudiar esa forma de magia y seducción, de trampas al ojo, las otras perspectivas, el arte óptico. Esa atracción infantil hacia la ilusión, de saber que es un plano pero ver profundidad”.

    Para Ghierra hay algo sin época en su obra, sin embargo, considera que no podría haberla hecho más que ahora. No le gusta nombrar los artistas que lo influyeron. Dice que sobre todo lo marcó lo más fortuito: “Los catálogos de muebles, las antiguas revistas de arquitectura, del siglo XIX, los dibujos de Pierre Fossey y ni que hablar de los grabados de Giovanni Piranesi. El cine también, muchísimo. Y por supuesto Montevideo, que es para quien la quiera ver”.

    Son muchos quienes encuentran una similitud entre la obra de Ghierra y la del artista neerlandés Maurits Escher, grabador y dibujante. Sobre las comparaciones con otros artistas, Ferrero escribió en el catálogo de la muestra: “Todos asistimos a la gran escuela que es la repetición, es ella nuestro mecanismo natural de aprendizaje y crecimiento, pues solo podemos contrastarnos con algo conocido (…). Lo que importa, creo yo, es cómo se honra, cómo se administra y cómo se incorpora lo que se aprende”.

    Para elaborar sus obras, Ghierra piensa en imágenes. “A veces voy caminando y se me ocurre alguna imagen y la anoto en algún esquema. Eso no vale nada para mí, empieza a valer si la termino y la llevo a cabo. Si le agrego el tiempo. Porque finalmente todo esto es en función del tiempo, de cómo lo usamos. No son las ciudades ni los dibujos. Es el tiempo. Nunca había visto este volumen de obras todas juntas porque no tengo el espacio. Lo primero que pensé al ver la muestra es ‘qué pedazo de mi vida que hay acá. Y no es que yo sea un ermitaño, ni que solo haga esto. Muy por el contrario, tengo una vida social muy rica. Es como si hubiera logrado exprimir el tiempo”.

    Ghierra, el intendente. La asociación es inevitable porque su muestra Ghierra intendente, de 2010, que se repitió en 2015, fue un éxito. Aquel proyecto, que reunió a varios artistas visuales, arquitectos y diseñadores, surgió a partir de su preocupación por la falta de debate sobre la ciudad en la campaña de las elecciones municipales de 2010.

    Esa preocupación continúa hoy. “Hay mucha gente atenta a Montevideo, pero las personas que terminan teniendo el poder de decisión parece que fueran marcianas. Las ciudades las hacen quienes tienen el dinero para hacerlas, pero los gobiernos tienen un arma poderosísima que es la legislación. Lo que falta acá es más firmeza y menos excepciones a la norma. Falta mirar la ciudad y el 90% de lo que ocurre, sobre todo en términos edilicios, es por esa falta de atención”.

    Para Ghierra este desinterés no está relacionado con partidos políticos ni con derecha o izquierda, sino con una subestimación del poder que tiene la estética. “Siempre hay una ética detrás de la estética. Si se prescinde y se dice que no es importante, se está ayudando a que la sociedad sea peor. A veces me atacan y me dicen que tengo una mirada muy burguesa. Y yo soy muy burgués, vivo en el burgo, no me puedo volver campesino de la noche a la mañana. Ahora, negar la importancia de la estética como herramienta para la ciudadanía es un error que vamos a pagar muy caro. Con la belleza se educa. Eso no es superfluo”.

    Después de que pase esta muestra, Ghierra comenzará a apuntar sus baterías a la elección municipal de 2020. Pero por ahora está disfrutando de Esos lugares existen y se siente muy honrado de exponer en el MNAV, donde vio a los grandes maestros uruguayos y por donde acaba de pasar la muestra de Picasso. “Es una responsabilidad que te inviten a este museo y a esta sala. Ejecutamos dineros públicos y estamos conscientes de eso. No bobeamos porque nos molesta mucho cuando sucede eso”.

    Ghierra quiere hacer una visita guiada con niños por su exposición porque está deseando mostrarles hacia qué mundos pueden llegar con sus dibujos. En principio es sencillo: solo necesitan un lápiz y un papel.