“¿Alguien le preguntó a los sindicatos chilenos qué pensaban del TLC con Uruguay?. (…) Décadas atrás, cuando arrancaron, los sindicatos tuvieron resistencia, pero el gobierno decidió avanzar igual y en la medida que los sindicatos fueron viendo cómo se beneficiaban abriéndose al mundo quedaron atrás las riñas y disputas. Hoy no se les pregunta porque ya están de acuerdo. Además, hay que aprovechar este momento”, planteó.
—Vuelve a dirigir la UEU con Tabaré Vázquez como presidente, pero sin el auge económico, sin récord de exportaciones ni boom de commodities ¿Cómo viven los exportadores esta coyuntura?
—Son momentos de caos para el sector exportador y el problema más acuciante es la competitividad. Ese panorama que describe sería más fácil de revertir si tuviéramos la competitividad en un buen nivel, pero lamentablemente no es así. A partir de marzo perdimos competitividad con casi todos los mercados.
Este año seguramente las exportaciones van a caer 10%. En 2014 se llegó al récord de U$S 9.200 millones y este año vamos a terminar con U$S 7.050 millones; la caída es muy pronunciada. Para el año que viene esperamos que no sigan cayendo.
—En los meses más recientes se vieron descensos menores ¿Se llegó al piso?
—Espero que se haya tocado piso. Hay que ver qué pasa de aquí a fin de año, en noviembre con las elecciones en Estados Unidos y en diciembre si habrá o no un aumento de tasas (de interés en ese país). En estos días la libra está en niveles inesperadamente bajos e inéditos y el euro en una situación muy débil. Y nosotros estamos con el dólar a $ 28, aguantando una situación para el sector exportador realmente muy difícil.
—¿No alcanza con la intervención que hace el Banco Central para sostener el tipo de cambio? ¿Qué medidas plantea para mejorar la competitividad?
—No hay duda: $ 28 es extremadamente bajo. Lo único que podemos decir es que con esa cotización y la inflación en torno al 9%, es el piso para poder, a partir de ahora, recuperar (valor) sin que se afecte la inflación.
Respecto a las medidas para mejorar la competitividad, es necesario bajar costos y tarifas. Estamos con combustibles extremadamente caros; hemos perdido la oportunidad de tenerlos en un nivel competitivo por todo el problema conocido de Ancap y no aprovechamos la baja del petróleo. Lo que hizo Ancap fue recomponer su situación y la baja del petróleo no la vimos. Esos U$S 1.000 millones de Ancap salieron de un lugar y todos sabemos de dónde: del aumento de los costos de producción, de los hogares y el bolsillo de los consumidores. Al sector exportador le quitó posibilidades de competir.
El empresario, tratando de sobrevivir, está obligado: o sacrifica rentabilidad o mejora los costos, si no, no podría funcionar. Además, en la mayoría de los sectores los aumentos salariales estuvieron a la par de la inflación y en algunos por encima. Tuvimos un recreo en el cual recuperamos competitividad, pero duró tres o cuatro meses. Pero van dos años de caída en las ventas. Sin tomar medidas estamos a la deriva de lo que pase con los precios internacionales y la demanda. Cuando la exportación aumenta normalmente crece el Producto Bruto Interno, es un motor que nos va ayudar a salir.
Reconozco que el gobierno es sensible y toma medidas. En general, escucha los planteos. Quizás es buen momento para tomar alguna medida: tarifas, dólar, aportes patronales.
—¿Las empresas exportadoras corren riesgo de viabilidad?
—Estamos con un nivel de caída en las ventas de 10%, en promedio. Hay empresas que han caído mucho más y sectores que están muy complicados, como los vinculados a Venezuela. La estrella en cuanto a mercados es China y está cayendo. Brasil repuntó. Las buenas noticias vendrán por el lado de Argentina, dentro del peso relativo que tiene: representa 5% del total de las exportaciones.
Por productos estamos dependiendo en un porcentaje altísimo, de más de 60%, de cinco rubros: carne, soja, madera, lácteos y cereales.
—¿Cómo evalúa el anuncio de negociar un TLC con China?
—Muy positivo. Para ciertos rubros, un TLC significa ponerse en la misma línea de partida que otros competidores. Hoy vamos a correr una carrera de 200 metros y estamos parados 20 metros más atrás.
—¿Qué ventaja competitiva, no de escala, podría aprovechar Uruguay en un tratado como ese?
—Con China cualquiera tiene problema de escala. Tenemos las condiciones para tratar de vender productos a mejores valores, de más alta calidad. El mundo va hacia ahí. Hoy no hay nada que se pueda hacer en China y se esté haciendo en Uruguay. Los electrónicos van a seguir siendo chinos, los zapatos en su gran mayoría van a seguir siendo chinos, gran parte de los textiles también.
En términos de importación, quizás puede caer un poco la recaudación por (la baja en) el arancel de entrada. No creo que haya nada que se vaya a dejar de producir por el TLC; hay que tratar de maximizar los beneficios y ser cuidadosos con sectores que puedan ser afectados.
—¿La negociación será fácil de laudar en Uruguay?
—Estamos a favor de todos los TLC que se puedan hacer, y para un país pequeño como Uruguay no hay duda de que tenemos que tratar de ingresar en los mercados como ingresan nuestros competidores. En un país de tres millones tenemos siempre mucho más para ganar que para perder.
El TLC recientemente alcanzado con Chile es una prueba. Vamos a ir agarrando ritmo y entrenamiento.
¿Alguien les preguntó a los sindicatos chilenos qué pensaban del TLC con Uruguay? Ellos tienen 60 tratados. Tienen una historia de negociación. Décadas atrás, cuando arrancaron, los sindicatos tuvieron resistencia, pero el gobierno decidió avanzar igual y en la medida que los sindicatos fueron viendo cómo se beneficiaban abriéndose al mundo quedaron atrás las riñas y disputas. Hoy no se les pregunta porque ya están de acuerdo. Además, hay que aprovechar este momento.
Cuando teníamos una afinidad ideológica mayor con Argentina y Brasil, estos momentos no existían. Ahora teóricamente no somos tan afines, pero nos están dando apertura. Aprovechémosla. No se puede mirar el corto plazo. Si nos oponemos, lo único que podemos hacer es perder tiempo y oportunidades.
—El gobierno procura captar inversiones. ¿Cómo evalúa el clima de inversión en Uruguay para los estándares chinos y en relación a los países de la región?
—Se ha deteriorado. En general las empresas chinas que están invirtiendo en Uruguay tienen dificultades para entender a los trabajadores uruguayos, hay una diferencia cultural, pero además una diferencia real entre las expectativas que traen y las realidades que se manejan a nivel de productividad en el país, de respeto por la empresa y por los empresarios. Si realmente queremos atraer más empresas chinas, tendríamos que hacer todos un aprendizaje. China está invirtiendo en muchas partes del mundo, en America Central, en África…Además, vamos a ver otra Argentina, más abierta al mundo y con un mercado de más de 40 millones. Eso trae cosas buenas para nosotros, pero también va a competir. Es otro jugador, no es el que tuvimos en la época de los Kirchner…
¿Por qué irías a Uruguay? Si es por costos vas a Paraguay, si es por mercado vas a Argentina o a Brasil. ¿Qué es lo que nos queda? Ayuda la historia de estabilidad y que Argentina no tiene grado inversor. Pero a Uruguay venías a buscar seguridad y a Argentina rentabilidad… Si se juntan las dos, cuando Argentina tenga años de estabilidad, ¿qué nos queda? Falta un tiempo, pero los tiempos de Argentina no son los de Uruguay.