A seis años de su llegada a Uruguay, la mayoría de los refugiados de Siria y Guantánamo estudian o trabajan

escribe Raúl Santopietro 

La calma del campo en Salto era algo impensado seis años atrás para la numerosa familia siria de los Al Shebli. En 2014 sus 16 integrantes acampaban en el Líbano luego de huir de la guerra civil que destrozaba su país hasta que les llegó la noticia de que podrían viajar a Uruguay como refugiados. Atrás quedó el temor de las bombas. La vida rural les dio un nuevo comienzo. Cosechan sus verduras y en el horizonte cercano tienen pensado abrir un mercado en la ciudad de Salto para vender. Una de sus hijas, como muchos estudiantes del interior del país, se instaló en Montevideo para cursar la UTU, trabajó en un hotel y piensa en volver para ayudar a su familia.

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