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Grace es una mujer elegante y sofisticada que pasa los 70 años. Fundadora de una empresa de cosméticos, cremas y perfumes femeninos, está acostumbrada a ser organizada y eficaz, y así ha llevado su negocio, su casa y la relación con sus hijas. Y también la relación con su marido, hasta que se separan.
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Con la misma edad, Frankie es todo lo opuesto. Profesora de arte, les enseña pintura a ex convictos en su propia casa. Y tiene el aspecto de una hippie veterana escapada de Woodstock: usa grandes caravanas y collares y lleva su cabello largo y canoso, a veces sujeto con una vincha. Ella es pura espiritualidad, y con su filosofía naturista ha criado a sus dos hijos adoptivos y ha convivido con su marido. Hasta que se separan.
Grace y Frankie es el nombre de la nueva serie producida este año por el canal Netflix, en el que se puede ver completa su primera temporada. En tono de comedia agridulce, las actrices Jane Fonda (Grace) y Lily Tomlin (Frankie) se sacan chispas interpretando a esas dos mujeres que apenas se han soportado durante años, y que ahora en su vejez tendrán que aprender a convivir.
La serie va al grano desde su primer capítulo. Robert Hanson (Martin Sheen) y Sol Bergstein (Sam Waterston) invitan a cenar a sus esposas porque tienen algo que decirles. Robert es el marido de Grace; Sol el de Frankie. Son abogados especialistas en divorcios y desde hace años están enamorados, pero no de sus esposas, sino uno del otro. Quieren dejar de ser amantes para vivir juntos y entonces les piden el divorcio. La cena termina en descalabro.
Grace y Frankie comienzan a vivir juntas en una casa de playa de la dorada San Diego, mientras que sus maridos se van a la casa de Robert. La situación obviamente es incómoda para compartirla con los hijos de las parejas y con los amigos, y se suceden momentos ridículos de los que surge el humor.
La comedia no pretende despertar carcajadas ni grandes reflexiones, pero tiene su costado jugado al mostrar a dos actores que tuvieron papeles dramáticos como Sheen (Apocalipsis Now, Wall Street) y Waterston (Law & Order, Los gritos del silencio) abrazados y vistiendo sus pijamas de franela, tomados de la mano o dándose besos.
Por otro lado, las mujeres sienten el peso de la vejez y de la soledad: quieren tener sexo con hombres, pero sienten que sus vaginas están secas; quieren trabajar, pero ya no encuentran un lugar. Frankie responde a un llamado en un residencial de ancianos y piensa que es para darles clases de arte a los internados, pero el empleado que la atiende le ofrece una habitación para que ella se interne. “¡Soy joven, mis articulaciones son flexibles!”, le grita furiosa, y se agacha para demostrarlo.
Tomlin es muy divertida y posiblemente su papel y su actuación sean los mejores en esta comedia, porque puede representar y reírse del estereotipo de su personaje. Ella enciende la grabadora de su celular y comienza a autoanalizarse, hace círculos en la playa y se sienta a meditar, fuma marihuana y le dice a la malhumorada Grace: “Soy igual que tú, pero con mejor personalidad. Detállame tus emociones”. Y Grace se da la cabeza contra la pared.
Pero quien realmente llena la pantalla con su imagen es Jane Fonda. A sus casi 78 años, mantiene una figura esbelta y un rostro agradable, tal vez con alguna cirugía, pero muy natural. Y su sonrisa sigue siendo hermosa, como aquella que desplegaba en su juventud, en aquellas películas en las que era algo más que una mujer bonita, entre ellas, Descalzos en el parque, Baile de ilusiones o Regreso sin gloria.
Durante años, cuando ya había pasado los 50, Fonda tuvo un programa de aerobics en televisión. Las mujeres que vean esta serie seguro que saldrán corriendo a buscarlos en YouTube. Allí aparece espectacular, con sus equipos de gimnasia ajustados, violetas, amarillos, rojos, y su pelo corto, rubio y desflecado.
El resultado de aquellos ejercicios es la vejez digna y coqueta que representa Grace, quien es capaz de despertar pasiones, por ejemplo, en un ex convicto, alumno de Frankie, 20 años menor que ella, o de enamorar a Guy (Craig T. Nelson), un viejo amigo de su marido. Y todo es creíble cuando el personaje lo interpreta Jane Fonda.
En uno de los episodios, Grace aparece en un velorio con un vestido negro y entallado. Su ex esposo al verla queda fascinado y le comenta a Sol que para él siempre fue una emoción insuperable entrar a una sala llena y que lo vieran con aquella mujer a su lado.
No es casual que detrás de Grace and Frankie esté Marta Kauffman, creadora de Friends, una de las series norteamericanas más memorables. Ahora, junto a Howard J. Morris, Kauffman presenta una comedia aún más desafiante porque tiene que hacer reír ya no con un grupo de treintañeros, sino con célebres figuras del cine en su tercera edad. Su gran logro: ellos están bien, pero ellas se roban la serie.