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Hace poco más de una década los investigadores Luis Álvarez, Luis Bértola y Gabriel Porcile publicaron el libro Primos ricos y empobrecidos, en el que compararon la historia y la evolución económica de Nueva Zelanda y Uruguay, dos países con ciertas similitudes estructurales pero desempeños disímiles.
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Las comparaciones vuelven cada tanto, en las últimas semanas invocadas por economistas como Ignacio Munyo, para señalar que Uruguay está profundizando su rezago en términos de competitividad ante esas islas de Oceanía.
Con Nueva Zelanda la competitividad bilateral de Uruguay aumentó 3,3% en el primer semestre, pero bajó 0,4% si se compara su nivel de junio pasado con un año atrás, según el índice calculado por Búsqueda.
En su estudio Atraso cambiario, sector transable y desarrollo económico en Uruguay, Munyo calculó, con otra metodología, que el defase cambiario con la economía neozelandesa ronda el 19% ( Búsqueda Nº 1.977).
El enfoque de ese tipo de análisis apunta a determinar qué tanto más “baratos” o “caros” en dólares se hicieron los productos de un país respecto a los del otro; son una medida de la capacidad de competencia en términos de precios que deja por fuera otros factores más estructurales.
La comparación con Nueva Zelanda planteada por ejemplo por Álvarez, Bértola y Porcile parece pertinente dadas ciertas semejanzas estructurales con Uruguay: en el tamaño de sus poblaciones y mercados; la dotación de recursos naturales; la superficie destinada al agro; el patrón de especialización productiva y de inserción en la economía mundial, y el alto nivel de ingresos por habitante alcanzado a comienzos del siglo XX.
¿Cómo es posible que con esa similitud inicial Nueva Zelanda tenga más del doble de Producto Bruto Interno per cápita que Uruguay?
Historia y acuerdos
¿Cómo es posible que con esa similitud inicial Nueva Zelanda tenga más del doble de Producto Bruto Interno per cápita que Uruguay? Tanto de los trabajos de Álvarez como del economista Agustín Iturralde, director académico del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), surge un factor común determinante: el origen de la colonización.
Nueva Zelanda fue colonizada por el Reino Unido y se independizó en 1840, 10 años después de la Jura de la Constitución en Uruguay. Para Iturralde, la principal diferencia no radica en las culturas de los colonizadores sino en el desarrollo institucional posterior a la emancipación. “Ellos se independizaron pacíficamente y consolidaron el Estado muy rápido, cuando a nosotros nos llevó un siglo y lo seguimos pagando”, dijo a Búsqueda.
Agregó que la relación de los neozelandeses con sus colonizadores fue “más saludable” que la de los uruguayos con España y, entre otras cosas, por muchos años pudieron exportar al mercado británico sin aranceles hasta que el Reino Unido entró a la Unión Europea (1973). Actualmente, solo el 3% de los envíos de Nueva Zelanda van a ese destino.
A la vez, en sus estudios Álvarez señala que hasta la década de 1920, el paradigma tecnológico dominante en Nueva Zelanda para la producción de pasturas fue importado de Gran Bretaña, pero luego desarrollaron conocimientos e innovaciones tecnológicas propias adaptados a sus tierras. Uruguay, en cambio, optó en primera instancia por un uso intensivo de las pasturas dada la calidad de los suelos que generaban alta producción con baja inversión.
Iturralde entiende que el desarrollo de la historia de ambos países lleva a que Nueva Zelanda tenga hoy una infraestructura y transporte más diversificados que Uruguay, donde el flujo hacia Montevideo es determinante.
Sin embargo, las diferencias que llevan a que un país tenga un mejor nivel de vida y mayor competitividad no están todas enterradas más de un siglo atrás. Según Iturralde, al estar dentro del Mercosur y tener otros tratados comerciales, en 2006 Uruguay logró un mayor acceso a mercados con preferencias arancelarias que Nueva Zelanda o incluso que Australia. Pero a partir de ese momento se estancó en la firma de nuevos tratados, cuando esos dos países de Oceanía suscribieron un “montón de acuerdos muy importantes, con China, Estados Unidos, Japón, Hong Kong”, afirmó.
El CED presentó en julio una medición que evalúa la capacidad de un país de entrar a distintos mercados con concesiones arancelarias según la cual Uruguay empeoró 2% su situación en 2017 frente a 2006, cuando Nueva Zelanda mejoró 33%. “En este contexto, estancarse es empeorar”, remató Iturralde.