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Una obra casi desconocida para el público uruguayo. Así se puede definir Verano y humo, la pieza de Tennessee Williams que se estrenó la semana pasada en Teatro Alianza, dirigida por Roberto Jones, en el marco de su temporada 40º aniversario. Desde su retiro de los escenarios, el gran actor uruguayo se convirtió en el principal realizador de la institución consagrada al teatro norteamericano. En 2011 dirigió “Un tranvía llamado Deseo” y en 2012 “Perdidos en Yonkers”, vista por más de siete mil espectadores y ganadora del Florencio al Elenco y a la Actriz (Noelia Campo). Ahora propone una historia de amor atípica en la trayectoria de Williams, representada en Uruguay una sola vez, en la década de los 60.
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Si bien las bases argumentales son ajenas a la vida del autor, aparecen los patrones comunes de su obra, rasgos típicos de la sociedad en la que vivió: deseo, pasión, frustración y confrontación alimentan intensos duelos entre personalidades antagónicas, en los que nadie se guarda nada, dignos de la genuina tradición chejoviana.
Pueblo chico, infierno grande. La obra original, escrita en 1949, está ambientada en una ciudad pequeña del Estado de Mississippi, en la primera posguerra. Alma Winemiller, una mujer educada por un reverendo protestante, busca el amor puro desde una espiritualidad notoriamente distanciada de la sexualidad. Pero se enamora de John Buchanan, un médico mujeriego, libertino, afecto al juego y a cualquier sustancia que provoque alegría artificial. El encuentro entre ambos es un choque de galaxias con abundantes efectos colaterales. Él es carnal, ella es etérea. Ella quiere hablar, él quiere cama. Uno es cuerpo, la otra es alma. Él quisiera ser mejor pero no puede con su naturaleza; ella quisiera no ser tan rígida, pero su estructura es más fuerte. No en vano Williams bautizó así a este personaje platónico al que definió como su mejor retrato femenino. El conflicto es claro, nítido, elocuente. Las contradicciones brillan como una supernova, tanto como su resolución. Son cualidades que potencian la atención del espectador y mantienen alto su interés.
Jones sitúa la acción en los años 60, conservando la distancia temporal entre el tiempo ficcional y el presente. Bien podría haber respetado el aquí y ahora original. La variación no es sustancial.
En una entrevista publicada en YouTube, el director cuenta que entre los estudiosos de Williams predomina la visión de que “Un tranvía llamado Deseo” y Verano y humo son dos piezas antagónicas en su teatro: la primera es vista como “la obra blanca” y la segunda como “la obra negra”. Jones se alinea con quienes invierten los términos. “Para mí ‘Verano y humo’ es la blanca”, dice. “En ‘Un tranvía...’ Stanley Kowalski y Blanche Dubois están signados por el destino trágico y eso no cambia, sino que empeora. En ‘Verano y humo’ es al revés. Tenemos a John, que logra impregnar su pensamiento científico y materialista de esa espiritualidad que busca. Alma, por su parte, es puro espíritu al principio. Signada por la educación religiosa protestante, logra asumir su cuerpo y unirlo a su alma. Se transforma en ese ángel presente en toda la obra, la esencia eterna del ser humano”.
La puesta en escena es coherente con el perfil tradicional del Teatro Alianza, que conserva un fuerte patrón estético en sus espectáculos. Dentro de la cartelera montevideana está clarísimo dónde hay que ir para ver una versión “respetuosa” del teatro norteamericano del sigo XX, alejada de visiones “contemporáneas” o “experimentales”. El problema es que la vigencia que conserva el texto no tiene correlato en el planteo escénico. Salvo la soltura de Álvaro Armand Ugón y la convincente labor de Susana Groisman en el papel de la madre chiflada de Alma, las actuaciones repiten esquemas arquetípicos que con el paso del tiempo resultan bastante anquilosados. Al mismo tiempo, escenografías, vestuarios, músicas y luces son demasiado parecidos a los de montajes recientes en la misma sala, generando una incómoda y tediosa sensación de reiteración. Un teatro que en vez de dialogar con el presente, está más orientado al museo.
“Verano y humo”, de Tennessee Williams. Dirección: Roberto Jones. Traducción: Cristina Landó. Teatro Alianza, sala China Zorrilla (Paraguay 1217, tel. 2908 1953). Viernes y sábados, 21.30 h.; domingos 19.30. Entradas: $ 300 y $ 250 (Red UTS y boletería).