Con 33 votos a favor y una abstención, el ex canciller y senador del Movimiento de Participación Popular (MPP) Luis Almagro, obtuvo ayer miércoles el cargo de secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). El organismo, que reúne a los 35 países independientes del continente americano —aunque Cuba no es un miembro pleno— ha sido criticado en los últimos años por su tibieza frente a algunos conflictos, y ha perdido peso frente a otras organizaciones regionales.
Pero el futuro secretario general —un sanducero de 51 años, vegetariano y amante de la poesía— confía en que la OEA puede transformarse en una “referencia política inmediata” para los países a la hora de resolver conflictos.
Almagro, que es el segundo uruguayo que ocupa la dirección del organismo, destacó que obtuvo “la votación más alta en la historia de la OEA en la primera vuelta de elección”, pero sostuvo que si en vez de ese amplio apoyo hubiera obtenido 18 votos, su trabajo “iba a ser el mismo”.
El ex canciller llegó sin competencia a la elección que se celebró ayer miércoles durante la XLIX Asamblea General Extraordinaria de la OEA, en Washington DC. Durante la campaña, sus dos competidores, el peruano, juez de la Corte Interamericana Diego García Sayán y el ex vicepresidente guatemalteco Eduardo Stein, se bajaron de la contienda.
Almagro cree que “no es una tarea imposible” lograr la plena integración de Cuba a la OEA. Advierte, no obstante, que la isla “tiene sentimientos que han sido heridos muy fuerte por la organización durante mucho tiempo”, y que recuperar la confianza va a llevar “mucho tiempo”.
Confía en que con “más trabajo político” los países miembros de la OEA alcanzarán una posición común sobre la política internacional de drogas, que suponga una alternativa al enfoque actual de represión, para presentar ante la Asamblea General de Naciones Unidas en 2016.
Lo que sigue es la entrevista que mantuvo con Búsqueda este miércoles, pocas horas después de ser elegido.
—Tomará la dirección de un organismo que en los últimos años ha perdido prestigio, en particular por las críticas de algunos países miembros, y por la acción de otros organismos, como Unasur, que algunos entienden que adoptó roles que antes cumplía la OEA. ¿Piensa que es posible revertir esto y recuperar para la OEA la confianza que tuvo en otra época?
—Definitivamente. La situación no es de crisis ni de problemas tan graves como se plantea. Sí la organización tiene que seguir fortaleciendo su credibilidad, tiene que hacer que su credibilidad sea uno de los elementos fundamentales de su actuación política, tiene que transformarse en una referencia política inmediata para los países a la hora de resolver conflictos, a la hora de solucionar los problemas. Tiene que ser algo que les entre por los cinco sentidos a los ciudadanos de las Américas. Eso es lo que la organización tiene que ir construyendo. Además de tener una sustentabilidad financiera cada vez más afirmada en objetivos claros, más eficiencia de gestión y modernización de la propia gestión. Todas estas cosas son en las que nos vamos a concentrar en este tiempo. Nos vamos a ajustar a nuestro plan de trabajo, que tuvo una aceptación muy alta. Son 33 países que nos han dado un aval muy fuerte con el voto, prácticamente es la votación más alta en la historia de la OEA en la primera vuelta de elección. Así que el plan de trabajo que presentamos hace nueve meses y que hemos venido trabajando sistemáticamente, enriqueciéndolo con cada uno de los países, ha tenido una aceptación que lo hace un instrumento viable para lograr esos objetivos que mencionó.
—¿Considera que es clave el amplio respaldo conseguido para lograr esos objetivos?
—Lo que yo iba a hacer con la organización lo iba a hacer si tenía 18 votos o si tenía 33. Mi trabajo en la OEA iba a ser el mismo. Pero sí ayuda mucho saber que todos los países están convencidos del proyecto. Y que el plan de trabajo, y de gestión y modernización que presenté verdaderamente es aceptado y ha sido considerado por todos. Vamos a trabajar en conjunto con todos los países para ir fortaleciendo este esquema de trabajo.
—Durante su campaña planteó que una de sus prioridades es el reingreso pleno de Cuba a la OEA. ¿Cree que es posible?
—Sí. Pero vamos a ir con la tranquilidad que el tema amerita. Cuba tiene sentimientos que han sido heridos muy fuerte por la organización durante mucho tiempo. Recuperar y restaurar esa confianza va a implicar una agenda positiva de trabajo conjunto durante mucho tiempo. Esa agenda, basada en los pilares de la visión estratégica de la organización, basada en las capacidades que tiene Cuba para aportar en diferentes áreas de trabajo de la OEA, va a ser el elemento fundamental. No es una tarea imposible, no. Si vemos que Estados Unidos y Cuba, después de tantos años han comenzado a desarrollar una agenda positiva de trabajo, para ir solucionando cada uno de los temas, y han resuelto el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, definitivamente la OEA puede hacerse el planteo de llevar una misma agenda positiva de diálogo con Cuba en estos años que vienen.
—¿Piensa que su rol como interlocutor —similar al rol de mediador que ha procurado tener Uruguay y el ex presidente José Mujica en algunos conflictos en la región— puede tener una incidencia importante en el acercamiento de Cuba a la OEA?
—No es un tema personal, ni una característica uruguaya. Es una metodología de trabajo que es necesario implementar y que te da las mejores posibilidades para generar una agenda positiva y de cooperación. Nosotros la debemos aplicar en cada uno de los casos y encontrar la manera de que el sistema pueda cooperar con Cuba y Cuba pueda cooperar con el sistema. Lo tenemos que ir estableciendo en una agenda que tenemos que ir trabajando paulatinamente con Cuba. Eso obviamente requiere sentarnos muchas veces juntos, la organización y Cuba.
—Pero en los últimos años eso no se logró y el rol del secretario general puede ser clave a la hora de sentarse a dialogar.
—El secretario general es parte de la credibilidad de la organización. He tenido las mejores relaciones con Cuba, ellos han apoyado mucho mi candidatura sin pertenecer a la OEA, siempre han sido muy positivos en su visión desde que nos presentamos. Trabajar junto con ellos siempre para mí es una enorme satisfacción y generar las instancias de diálogo político y de cooperación ha sido siempre una cosa que nos hemos planteado en la relación bilateral, antes cuando era canciller, y en este caso me voy a plantear lo mismo como secretario general de la OEA.
—Respecto a la situación que atraviesa Venezuela, ¿cree que la OEA podría tener una intervención mayor o está bien que las acciones queden en manos de la Unasur?
—Para mí está bien lo que se hizo, porque era lo que iba a funcionar en ese momento en Venezuela, entonces se le dio prioridad a que fuera la Unasur que trabajara. Creo que no obstante, la OEA y el secretario general tienen que construir para el futuro instancias en las que generar confianza en el gobierno venezolano, para ser un interlocutor válido, y también en la oposición venezolana, y en las organizaciones de la sociedad civil, para ser un interlocutor válido. Y sobre esa base trabajar en los aportes que la organización pueda hacer. Hay cosas que le corresponde resolver a los venezolanos. Y nadie los puede reemplazar. Uno puede acercar para resolver problemas, para no radicalizar sino acercar posiciones, y eso es lo que tiene que hacer la OEA.
—Es un desafío conseguir que el gobierno venezolano confíe en la OEA como interlocutor.
—No lo veo tan lejano ni tan imposible. Estas instancias de confianza mutua se pueden edificar en períodos muy breves de tiempo y las palabras de Venezuela después de la elección, en el saludo que me hacen como secretario general electo, son muy positivas. O sea que creo que podemos trabajar juntos en el futuro. Pero va a ser para ayudar, para servir. Si la participación de la OEA genera disfuncionalidades obviamente tiene que dar un paso al costado. Pero puede hacer aportes que son importantes en el sentido de fortalecer el diálogo. En dos variables: la aplicación de principios de política exterior, que son autodeterminación de los pueblos, no injerencia en los asuntos internos de los estados, no uso de la fuerza. Eso por un lado. Después la aplicación de principios constitucionales, que van desde el respeto a los mandatos constitucionales de aquellas decisiones que toma el pueblo hasta todo el funcionamiento del aparato de las instituciones democráticas. Esas son las dos variables de trabajo que están muy cerca a la que pueden tener los cancilleres de Unasur, que han hecho un trabajo con mucha dedicación y mucha fuerza, tratando de obtener resultados positivos. Y en definitiva tuvo resultados positivos, no podemos ser tan peyorativos respecto a la misión de Unasur, porque definitivamente ante esa situación de marzo y abril del año pasado, la misión logro detenerla por el período de prácticamente un año. Fue una situación que verdaderamente Unasur resolvió en ese momento acercando a las partes.
—¿Cree que hay posibilidades de que los países de la OEA consigan una postura común ante el tema de la drogas para presentar en la Asamblea Extraordinaria de la ONU en 2016?
—Creo que sí. Tenemos bases de trabajo que son muy fuertes, y los niveles de elaboración técnicos son de los mejores estructurados de los que se manejan a nivel mundial. El informe de la OEA es una referencia de trabajo de otras partes del mundo y de las propias Naciones Unidas en Viena. Entonces tenemos un capital que la OEA debe seguir impulsando y desarrollando. Eso implica más trabajo político y coordinación entre los países.
—Hay algunos países que no ratificaron el Pacto de San José y por tanto no están sometidos a la tutela de la Corte Interamericana, entre ellos Estados Unidos y Canadá. ¿Buscará lograr la universalización del Sistema Interamericano de Derechos Humanos?
—La universalización la tenemos que llevar muy paulatinamente. Hay cosas que dependen del sistema jurídico y no son tan fáciles de implementar. Pero sí estaría bueno que alcancemos una universalización del sistema. Tenemos que trabajarlo durante mucho tiempo, con la participación también de los países caribeños que faltan entrar en el sistema, para que tengan una participación en el trabajo de la Comisión. Y a partir de ahí generar instancias que permitan la integración del sistema.
Contratapa
2015-03-19T00:00:00
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