Amberes, criminales balcánicos y contenedores, las pistas detrás del auge de cocaína en Europa, con tránsito en Uruguay

escribe Juan Pittaluga 

En 2016 el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) firmaron un acuerdo de paz para finalizar un conflicto armado de medio siglo de duración. El pacto no tuvo un impacto únicamente local ni político, sino que provocó importantes cambios en el tráfico internacional de cocaína. Profundizó una fragmentación en la industria con la aparición de nuevas organizaciones e intermediarios, cuyas consecuencias directas e indirectas derivaron en un crecimiento de la participación global de Uruguay. El cambio generó en última instancia una mayor disponibilidad en Europa de cocaína enviada desde Sudamérica. En 2020 hubo 4,4 millones de usuarios europeos de la droga y, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), “a esta altura solo se puede esperar que el consumo de cocaína en Europa aumente”.

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