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    Arrorró, cabrito

    Con Valdimar Jóhannsson, director de Lamb, una joya reciente del cine fantástico

    Valdimar Jóhannsson no sabe de dónde provienen sus ideas pero las recolecta en cuadernos, no sea cosa que se le escapen. Nieto de granjeros, el islandés nacido en 1978 al norte de su país es un cineasta inquieto, con una actividad dentro de la industria audiovisual de más de dos décadas y con tantas áreas de trabajo en su haber como consonantes en su nombre. Arte, efectos especiales, iluminación y hasta manipulación de animales, lo de Jóhannsson se asemeja más a una colección de anécdotas que a un historial profesional. Al menos, así era su vida hasta que uno de sus cuadernos le demandó su devoción y Jóhannsson se convirtió en lo que estaba destinado a ser: un director de cine.

    Con su ópera prima, Lamb, Jóhannsson irrumpió en el panorama internacional en 2021 tras llegar al Festival de Cannes. Se llevó el Premio a la Originalidad de la competencia Un Certain Regard y comenzó una gira que llevó a la película a recolectar decenas de laureles, ser la candidata de Islandia para el Oscar y estrenarse en destinos muy lejanos de la isla nórdica. En Uruguay, participó en enero en la última edición del José Ignacio International Film Festival y desde febrero puede verse en la plataforma de streaming Mubi.

    Lamb se originó en uno de los tantos cuadernos de anotaciones de Jóhannsson. El cineasta considera la práctica un espacio para matar parte de los inevitables tiempos muertos presentes en las jornadas de rodaje y fue en uno de ellos que empezó a recolectar piezas de arte y literatura unidas bajo una búsqueda temática y surreal. Las páginas de lo que sería la base de su primera película se llenarían de collages de mujeres con bebés con cabezas de cordero e imágenes alusivas a las leyendas rurales de Islandia y sus magníficos y desoladores paisajes.

    El cuaderno daría lugar a un guion, y el guion a una película conmovedora sobre la maternidad, el duelo, la crueldad de la naturaleza e, incluso, la popularidad del handball islandés. Liderada por la actriz Noomi Rapace —protagonista de la trilogía sueca que adaptó la saga y best seller Millennium—, Lamb es un drama fantástico sobre un matrimonio de granjeros que ve su rutina trastocada con la llegada de Ada, una niña con la cabeza de una cabra y el cuerpo de un ser humano.

    “Me parece muy extraño que las personas hablen de la película como si fuera de terror”, remarca Jóhannsson en su diálogo vía Zoom y en inglés con Búsqueda. Tiene algo de razón en su reclamo. Si bien la promoción internacional de Lamb ha hecho hincapié en su premisa sobrenatural y sus atmósferas inquietantes, dentro de esta fábula fantástica reside un relato desafiante de toda etiqueta. “Para mí, siempre fue un drama familiar”, afirma su creador.

    Lamb es tu primera película, pero integrás la industria audiovisual desde hace un tiempo. ¿Qué relación ves entre ese camino recorrido y tu salto a la dirección?

    —Trabajar en Islandia durante 20 años me ayudó mucho. Cuando pasás por tantas películas y publicidades, te podés llevar algo de cada una. Pude conocer a gran parte de los profesionales que eventualmente quise para mi equipo. También disfruté de no haber trabajado siempre en la misma área. De hecho, creo que pasé por todas. Es bueno participar de todos los departamentos para conocer el proceso de hacer películas y, sobre todo, entenderlo.

    —El origen de Lamb está en un álbum que armaste con recortes, influencias y referencias artísticas a obras de pintores. ¿Cuándo se convirtió en el centro de tu atención?

    —Creo que fue un paso a paso. No hubo un mojón específico. Cuanto más trabajás en cine, más pensás en hacer una película por tu cuenta. A veces estás aburrido, o sumergido en un trabajo comercial, y es ahí cuando probablemente decidís gastar tu energía en algo que consideres propio. Al principio, el álbum era solo un pasatiempo. Cuando tenía un descanso o no trabajaba para la industria, trataba de hacerlo en Lamb.

    —El estreno mundial fue en el Festival de Cannes de 2021. ¿Qué recordás de esa experiencia?

    —Fue como un sueño. Nunca había estado allí y todo el mundo decía que, debido a la pandemia, Cannes era un festival más relajado y con menos asistencia de público. Pero fue una locura, repleta de gente. El estreno fue dentro un cine increíble y la primera proyección fue estupenda. Este viaje en el que me sumergí ha sido algo que no esperaba. Tenía esperanzas de que la película se viera en otros países pero su recorrido es algo que me sigue sorprendiendo.

    —No todos los directores disfrutan de ver su película con público durante su estreno. ¿Te quedaste para esa primera proyección?

    —Sí, pero casi no puedo recordarlo porque estaba muy nervioso. Fue muy difícil para mí. Por lo general, me gusta sentarme en la parte de atrás de la sala para poder ver algunas reacciones. En Cannes no vi a nadie porque estaba sentado adelante. Al finalizar, la gente estaba de pie, aplaudiendo, y muchos hasta llorando. Me di cuenta luego de lo increíble que fue, pero cuando estuve allí fue un poco estresante. Pasan demasiadas cosas al mismo tiempo.

    —Cuando te embarcaste en el proyecto, ¿qué decidiste descifrar primero, el elenco, los efectos especiales o la elección de las locaciones?

    —Tuvimos una preproducción larga y estuvimos cerca de tres años tratando de encontrar la locación de la granja que queríamos. Viajamos por toda Islandia y buscamos por todas partes. Hoy veo todo ese tiempo como algo beneficioso. Por Ada, el personaje fantástico, sabíamos que era una película riesgosa de hacer y qué fácilmente podría ser un fracaso total. Los efectos visuales y la forma en la que trabajamos para crear a Ada demandaron un proceso muy largo. Tuvimos que hacer un guion gráfico de cada escena donde se la viera para saber exactamente cuántos planos de Ada usaríamos. También pasamos mucho tiempo en la locación de la granja revisando todas las escenas para conocer sus exigencias. Sabíamos que al trabajar con estos elementos, muchos animales y niños, debíamos estar preparados para que las cosas cambiaran de un momento a otro.

    —Un consejo típico entre cineastas principiantes es tratar de evitar filmar con niños y animales. Vos combinaste ambos. ¿Fue desafiante?

    —Hice algunos cortometrajes con animales y niños y, en cierto modo, fue más fácil de lo que pensaba. Gran parte del equipo de Lamb también creció en el campo, por lo que sabían cómo es estar rodeados de animales. En muchas escenas, todos los miembros del equipo terminaban ayudando a los actores con los animales. Creo que tuve mucha suerte en ese sentido.

    —Los paisajes rurales son cruciales en la construcción de la atmósfera. ¿Hacer esta película cambió tu manera de relacionarte con la naturaleza de tu país?

    —Realmente me gusta Islandia y la naturaleza aquí es muy diferente, dependiendo en qué parte te encuentres. Nunca había estado en esta locación (Akureyri, al norte del país). Mi hermano y su hija la encontraron y está muy cerca de donde crecí, probablemente a una hora de distancia, y sin embargo jamás había pasado por ahí. Cuando llegamos allí sentí que era el lugar indicado porque además nadie había vivido en esa granja durante 20 años, por lo que podíamos hacer lo que quisiéramos con ella.

    —¿Qué tipo de trabajo les exigió el lugar para convertirlo en lo que buscaban?

    —Tuvimos que trabajar en la casa durante dos meses o más. Pintamos, cambiamos los pisos y más. Estuvimos trabajando también con ovejas de una granja cercana. Para encontrar a la “oveja madre” de la película tuvimos que recorrer varias granjas de la zona. Fue unos de los castings más difíciles. Alquilamos casas por esa zona y era agradable estar cerca del set. Siento que el aislamiento formó parte de todo el asunto. En cierto modo, a pesar de que no está tan lejos del pueblo más cercano, no había gente que viniera allí. Éramos solo los granjeros que viven ahí y un montón de cineastas.

    —Existe un registro casi documental en el comienzo de la película que cambia luego del nacimiento de Ada. Se pierden ciertas simetrías de los planos y la historia gira hacia un terreno del drama y hasta la comedia familiar. ¿Qué tan buscada fue esa disrupción?

    —Sabíamos desde el principio que el primer capítulo sería el más tranquilo, con muy poco diálogo, pero no recuerdo si planeamos tener tanta diferencia entre las secciones. Habíamos planeado toda la película, cada toma y montaje, pero algunas cosas cambiaron una vez allí. Lo filmamos en 2019, pero hay cosas que ya no recuerdo.

    —¿Recordás lo que sentías en tus primeros días como director, con el equipo esperando tus órdenes?

    —Recuerdo lo estresado que estaba al principio y cuando todos los camiones llegaron al set con todo el equipo. Pensé: “Uf, ¿qué he hecho?, ¿cómo pueden confiar en mí para esto?”. Esa sensación tomó como tres o cuatro días en irse y luego automáticamente sabía que tenía que trabajar lo más duro posible para alcanzar mi visión. Al principio, fue muy demandante porque es mi primer largometraje, pero solo me llevó unos días deshacerme de ese sentimiento y creo que al equipo también.

    —¿Estás trabajando ya en tu próxima película?

    —Tengo una gran cantidad de referencias para el próximo proyecto, pero debo admitir que no conozco la historia. No sé a dónde me va a llevar y tampoco sé si será el próximo proyecto. Es agradable para mí trabajar con imágenes. Ahora siento que, de alguna manera, Lamb casi ha terminado, así que definitivamente debería comenzar a tomarme un descanso y trabajar en algo nuevo. Por el momento, estoy trabajando de nuevo en el departamento de arte de otra película. Cuando trabajás con personas, encontrás muchas ideas dando vueltas alrededor.

    —Con películas del género fantástico parece existir un impulso por encontrarle un sentido a todo lo que integra el relato. ¿Por qué creés que necesitamos que las historias sean explicadas en detalle?

    —No sé. Cuando tratás de explicar una fantasía, deja de ser una. Tiene que ser algo que no entiendas o que te haga sacar tus propias ideas. Nosotros la tratamos como si fuera una historia real, algo en lo que pudiéramos creer. Al principio quisimos crear una nueva historia folclórica. Lamb es una historia muy clásica, solo con un elemento surrealista, pero no me gusta tratar de explicarlo todo. Después de haber viajado tanto con la película, siempre estoy muy contento de conocer gente y ver qué sacaron de ella. Todos salen con algo diferente. Y realmente disfruto eso.

    —La primera vez que escuchamos el nombre de Ada es cuando sus padres salen a buscarla. Cuando deberíamos conocerla por primera vez, ella ya no está ahí. Para mí, eso representa que incluso, al final, no podrían quedarse jamás con ella…

    Me gusta esa idea, aunque quién sabe…