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    Asesor de confianza de Manini emerge como figura política para “defender los valores fundacionales” de Cabildo, que ve relegados

    Eduardo Radaelli fue condenado a prisión en Chile por el “caso Berríos” pero asegura que es inocente y cataloga a la justicia de ese país como “ideologizada y corrupta”

    Sentado en una fila apartada, escorado hacia la derecha, entre asistentes anónimos al anfiteatro del barrio Marconi, un espectador de gabán y boina azul sigue atento la celebración del cumpleaños 47 de Laura Raffo, en plena campaña electoral por las municipales de Montevideo. Observa y atiende mientras la candidata a intendenta come una porción de torta bañada en merengue y avanza como puede hacia las escalinatas rodeada de militantes y vecinos de una de las zonas más pobres del noreste de la capital.

    Es martes 22 de setiembre de 2020, el último recorrido de la candidata por el Municipio D, en la última semana de la campaña, y el hombre del abrigo oscuro es Eduardo Radaelli, coordinador electoral cabildante y entonces integrante del comando territorial de Raffo por la coalición multicolor. Meses antes, había articulado la meteórica carrera de su amigo y excamarada de armas Guido Manini Ríos, que colocó a Cabildo Abierto como la cuarta fuerza política nacional con casi 270.000 votos, pisándole los talones al Partido Colorado. Pura discreción de un teniente coronel retirado que asoma como figura política en las filas del excomandante en jefe del Ejército para “defender los valores fundacionales” del partido que dice ver relegados.

    Quienes le tienen cerca definen a Radaelli como un estratega de libro “absolutamente comprometido” con la causa del Movimiento Social Artiguista (MSA), germen y organización inspiradora de Cabildo Abierto (CA) —que incluso fue el nombre original del partido, que debió cambiar porque la Corte Electoral no permitió usar el término “artiguista”—. Aquel movimiento iniciático que enroló a Manini tiene un amplio contenido social y está inspirado en el ideario de José Gervasio Artigas, ese que Radaelli busca recuperar, según dijo a Búsqueda, junto a otros valores —éticos, morales, culturales, educativos, sociales, de honradez y de seguridad, enumeró— que la sociedad uruguaya ha ido perdiendo.

    Sus colaboradores también dicen que su fama de hombre adusto y rocoso que mueve los hilos en la sombra contrasta con un humor lúcido y campechano en la distancia corta. Y que en su doble rol de presidente de la Junta Departamental de CA en Montevideo y articulador social con recorridas frecuentes por las barriadas va ganando adhesiones. Allí donde la figura de Manini comenzó a hacerle sombra al sector de José Mujica. Allí donde Radaelli reclutó a viejos referentes barriales y apadrinó a la hoy diputada y activista social de origen blanco Elsa Capillera, que obtuvo la mejor votación departamental de CA. Allí donde el nuevo partido se consolidó en tiempo récord como la tercera fuerza, desplazando, por lejos, a los colorados y quedando apenas por detrás de los blancos.

    Pero la misión de Radaelli como articulador y estratega viene de antes: de cuando la idea del partido no había salido a la luz pública y Manini aún era comandante en jefe del Ejército. El dirigente reconoce que al principio recurrieron a los retirados militares para asentarse como fuerza política pero señala que hoy, a diferencia de algunos referentes partidarios, se rodea de civiles profesionales. “Es un estratega capaz de hacerse a un lado para que otros liderazgos artificiales se quemen o se achicharren al sol”, dijo una fiel colaboradora de este militar devenido político. Además “es consciente de que el partido se va pasando de moda y acumula polvo en algunos rincones poco ventilados”, agregó.

    El propio Radaelli aseguró a Búsqueda que antes que político se cree “un hombre leal al partido y a Manini”, a quien conoce desde de sus años en la Escuela Militar —artillero e infante—, y “al Movimiento Social Artiguista fundacional”, cuyos principios programáticos incluyen “restaurar el respeto a la autoridad”, “ocuparse de la juventud ociosa” y “asegurarle a cada familia” un hogar, salud y educación. Según sus postulados, el rol del Estado debe ser el de “una verdadera palanca de desarrollo”, creando “las condiciones económicas favorables” para el trabajo digno. “Basados en una justicia distributiva, promoveremos una reestructura en la política tributaria para favorecer el crecimiento y la iniciativa privada individual o colectiva”, expresa, entre otros puntos, la declaración de principios del MSA.

    Eduardo Radaelli (el último de la fila) en una Asamblea de Cabildo Abierto en club social Casa de Galicia en Montevideo. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

    Sobre su proyección política, Radaelli vino a decir —más con gestos y puntos suspensivos que con palabras— que él está para lo que Manini y el partido dispongan. En una de las pocas preguntas que se permitió responder sobre el tema, contó que en sus recorridas barriales suele recibir “el afecto de los vecinos”, que algunos le dicen que están con él y lo animan a “defender los valores del MSA” de cara al 2024. “La gente nos pide a veces esas cosas, pero eso se tiene que dar de forma muy natural, nada forzado”, dijo. “Cabildo nace y crece del Movimiento Social Artiguista y esa esencia fundacional es la que hay que proteger y a la que siempre hay que volver para plantar a Artigas en el siglo XXI”, siguió. “Después podrás correrte un poco más para la derecha o para la izquierda, para adelante o para atrás, pero lo que no podés perder de vista es el movimiento, y tiene que haber un núcleo partidario que mantenga esa llama”, concluyó Radaelli, a quien, por otro lado, lo persigue la sombra del caso Berríos.

    En 2015 la Corte Suprema de Chile ratificó la condena en su contra —junto a los también militares uruguayos Wellington Sarli y Tomás Cassella— por el secuestro de Eugenio Berríos en 1992, y por haberse asociado de forma ilícita. Los restos óseos del químico chileno, un exagente de la Dirección de Inteligencia Nacional durante la dictadura de Augusto Pinochet, aparecieron enterrados en la playa de El Pinar en 1995, con perforaciones de bala en la nuca. Este hallazgo motivó dos investigaciones, una en Uruguay y otra en Chile, pero solo la última derivó en condena. Radaelli volvió a Uruguay en 2016 para cumplir su pena, en parte gracias a gestiones de Manini, y pronto recibió su libertad condicional. Desde entonces busca dejar atrás ese episodio, aunque tampoco le rehuye, al punto que defiende su inocencia y tilda a la justicia chilena de “ideologizada y corrupta”.

    El 15 de diciembre, durante la fiesta de despedida del año de la agrupación cabildante Purificación, Radaelli tomó la palabra para hablarle a los suyos luego de los senadores Manini, Raúl Lozano y Guillermo Domenech, y de la diputada Capillera, que invitó a escena a su “mentor” que se encontraba al fondo del salón. Dueño del micrófono, el dirigente dejó correr unos segundos, como midiendo el poder del silencio, y soltó una arenga partidaria encendida en defensa de los valores fundacionales que está decidido a defender. “Yo creo en la libertad del trabajo y de la militancia, esa que la gente reclama y cuando no se le da empiezan los problemas. Después están las columnas partidarias, que sirven para eso, para apoyarse”, dijo. El gesto revelaba una voluntad expresa, la de plantarse como una figura política impensada hace un par de años, cuando miraba desde las tribunas del anfiteatro del Marconi a la candidata multicolor, un momento antes de fundirse en gris camuflado entre el gentío.