Los compromisos de campaña electoral —el “shock de austeridad” para restablecer la sostenibilidad fiscal y poder “aflojar la cincha” al sector privado— empezaron a aterrizar en un decreto, primero, y, ahora, en el proyecto presupuestal que estudia el Parlamento. En medio de eso el Covid-19 también llegó a Uruguay: por algunas semanas gran parte de las empresas se paralizaron, muchas personas se quedaron sin ingresos y el gasto público, en vez de bajar, creció para darle cierto apoyo a unos y otros. Según los analistas de la calificadora de riesgo Standard & Poor’s Global Ratings, este sería un golpe “temporal”, y después habría una recuperación del crecimiento e iría mejorando la situación fiscal, “aunque más lento” que lo que espera el gobierno del presidente Luis Lacalle Pou. Son “conservadores”, repiten. De todos modos, creen que el país se está posicionando para que el “daño estructural” por la pandemia “sea menor” que en otras economías y que, “de cierta manera, esté mejor preparado para crecer a mediano y largo plazo”.
A continuación, una síntesis de la conversación que Constanza Pérez Aquino (CPA) y Manuel Orozco (MO), los encargados de monitorear a Uruguay en esa calificadora de riesgo, mantuvieron con Búsqueda.
—(CPA) Veíamos un debilitamiento en los últimos años e incapacidad de alcanzar objetivos de consolidación fiscal y un consiguiente aumento de la deuda. Más allá del período electoral y darle o no el beneficio de la duda al gobierno entrante, nuestras proyecciones ya estaban incorporando esas tendencias.
Obviamente, por la pandemia esperamos un aumento temporal del déficit y la deuda, de manera muy similar de lo que estamos viendo en otros países de la región y el mundo. Esperamos que el deterioro fiscal sobre el perfil financiero a largo plazo no sea peor a lo que proyectábamos previamente al Covid-19; sería algo temporal, y después habría cierto grado de consolidación fiscal, aunque más lento en nuestras proyecciones a lo que se presentó con el Presupuesto. El gobierno plantea objetivos alcanzables, pero con algunos desafíos; el foco está por el lado del gasto. Ajustes del lado del ingreso serían más difíciles, pensando que (la presión) ya equivale a 30% del PIB y se compara con el 25% en Chile y Colombia, o 19% en Perú. Nuestras proyecciones son más conservadoras para los cinco años: lo que esperamos es un déficit de en torno a 4% del Producto para el gobierno general hacia 2023.
—¿Es factible que el gobierno consiga los ahorros que se propone, básicamente cortando lo que llama “ineficiencias”?
—(MO) Que el gobierno pueda demostrar capacidad para ahorrar probablemente impactará de manera positiva en nuestras estimaciones. Estamos siendo conservadores y esperando ver qué realmente se puede lograr.
—¿También son más conservadores que el gobierno en cuanto al nivel de actividad económica?
—(CPA) Al igual que en la región, los datos del segundo trimestre han sido fuertemente negativos, lo que refleja principalmente el impacto al consumo y la inversión como consecuencia de las medidas de aislamiento social. Esperamos para el segundo semestre una retomada en las actividades, donde la inversión en UPM y proyectos relacionados comiencen a tener un impacto positivo y contribuyan a mitigar el impacto de Covid-19, terminando en una contracción económica de 3,5% en el promedio de 2020. Para 2021, por un efecto de base y una recuperación gradual, pero consistente en la actividad, el crecimiento estaría en torno a 4%, para luego estabilizarse hacia 2,5% a partir de 2022. Son cifras bastante similares a las del gobierno.
Entonces, las proyecciones macroeconómicas parecen ser razonables y alcanzables. Eso no significa que estén exentas de riesgo, y sí podría haber un crecimiento menor al proyectado por razones tanto domésticas como globales. Este escenario macroeconómico se está construyendo con un nivel de incertidumbre sin precedentes por el Covid.
—¿Argentina, con sus problemas económicos y políticos, es también un factor de incertidumbre para Uruguay?
—(MO) Argentina presenta otro tipo de problemas estructurales que van a afectar su crecimiento. También hay que ir viendo cómo se van moviendo Brasil y China, que son los otros dos grandes socios comerciales.
—Uruguay viene siendo exitoso en la gestión sanitaria del Covid-19. ¿Lo está siendo también al enfrentar los impactos económicos y sociales de la pandemia?
—(MO) Estamos haciendo una diferenciación global entre quienes salen primero de la pandemia o quienes lo hacen al final, pensando en que el hecho de que —en términos comparativos— no se tenga hacer un gasto adicional, da un espacio fiscal en el futuro. Además, en la medida que no se afecten radicalmente los ingresos personales y el empleo, eso también posiciona mejor en la comparación. En ese sentido, Uruguay se está posicionando para que el daño estructural sea menor y que, de cierta manera, esté mejor preparado para crecer a mediano y largo plazo. Está mejor posicionado que varios pares en la región.
—¿Qué valor le asignan a la institucionalidad fiscal propuesta por el gobierno, como la nueva regla y el tope de endeudamiento?
—(MO) Es algo que se ve en otros países y que ha logrado anclar la discusión fiscal. Pero su valor o no depende de la credibilidad que se muestre. Si las instituciones cumplen con las metas establecidas, el marco fiscal es más predecible y eso permite darle un valor dentro de la calificación.
—¿Es mejor tener ese tipo de reglas?
—(MO) Hay países que históricamente no las han tenido, pero tienen marcos presupuestales que permiten niveles de déficit sustentables. Otros tienen reglas y nunca las cumplen. Depende de la credibilidad que se pueda ir creando, y si la regla contribuye a eso, sería un aspecto positivo.
—Bajar los niveles de inflación y desdolarizar la economía, como se proponen las autoridades, ¿ayudaría a consolidar la calificación de riesgo del país?
—(CPA) Cuando comparamos con otros países de América Latina de la categoría como “BBB” o más arriba —como Perú, Colombia o Chile— claramente esa es una debilidad estructural de Uruguay. Mientras estos países pares de la región han tenido niveles de inflación anual del orden del 3% al 3,5% promedio en la última década, en Uruguay fue 8%.
Para la calificación esto es un desafío clave. Una mejora en este sentido —el objetivo del 4% para 2024, que es alcanzable, pero no fácil— alinearía al país a sus pares de calificación. A largo plazo sería relevante porque le permitiría a Uruguay acelerar el ritmo de desarrollo de un mercado de capitales fuerte, que es importante para lograr una mayor resiliencia.
—(MO) Todo eso se logra después de que se establece la credibilidad en la política monetaria y un historial de cumplimiento de las metas de inflación. Esto es más a mediano y largo plazo.
Hoy el historial en Uruguay —y es lo que está reflejado en su calificación— es una inflación que se compara alta con sus pares regionales, también asociado con el nivel de dolarización. Las autoridades reconocen que se deben tomar las medidas estructurales para atacar un problema histórico e institucional, pero tenemos que ver qué frutos termina dando esta política.
—Con la situación como está planteada, ¿la calificación de Uruguay se perfila para una mejora a mediano plazo? ¿Qué podría llevarla a su eventual deterioro?
—(CPA) En abril mantuvimos la calificación en “BBB” y la perspectiva estable. Eso refleja que, si bien esperamos un golpe en la economía, un deterioro fiscal y un incremento de la deuda en el contexto de la pandemia, nuestro escenario base es que el efecto será temporal. Y que, gradualmente, habrá una recuperación del crecimiento y vaya mejorando la situación fiscal. En nuestro escenario base, vemos los riesgos balanceados.
Podríamos bajar la calificación si, por ejemplo, las perspectivas de crecimiento económico en el mediano plazo son peores a lo que esperamos y eso, en gran parte, va a depender de los proyectos de inversión, de la recuperación del consumo y cómo les vaya a los socios comerciales. También un menor crecimiento implicaría más presión en la situación fiscal. Por eso el nivel de crecimiento es un dato importante.
Más a mediano plazo, serían factores positivos para la calificación que viéramos que Uruguay puede consolidar niveles de crecimiento económico más altos, que la consolidación fiscal fuera más rápida de lo que esperamos, que pudiera bajar la inflación y que desarrollara un mercado de capitales más sólido.
- Recuadro de la entrevista
Una “transición política suave”
Economía
2020-09-23T20:09:00
2020-09-23T20:09:00