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La protección contra el Covid-19 fue la prioridad para muchos a partir de marzo de 2020 y lo es hasta ahora. El “quedate en casa”, ese mensaje que las autoridades sanitarias y de gobierno repetían una y otra vez, caló hondo y ganó obediencia en la población en los primeros meses de pandemia. Tan prioritario fue cuidarse y cuidar a otros para no contraer el coronavirus que muchos padres olvidaron o pospusieron la prevención de otras enfermedades, tanto o más graves, más antiguas, más conocidas.
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A partir del 15 de julio, el Ministerio de Salud Pública (MSP) habilitó el retorno de los pacientes a las consultas médicas presenciales, después de varios meses de suspensión o atención virtual y telefónica. Así los pediatras volvieron a ver a los niños y a sus padres, y muchos notaron un factor de preocupación: “Bajó el porcentaje de cumplimiento del esquema de vacunación” obligatorio “dentro del primer año” de vida, contó a Búsqueda el pediatra e infectólogo Álvaro Galiana, que dirige el Hospital Pediátrico del Pereira Rossell.
Desde los primeros dos meses de cualquier uruguayo, el esquema obligatorio contempla vacunas contra la infección por neumococo y la poliomelitis. Al año se debe administrar la triple viral, que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola, y también la vacuna contra la varicela. “Cuando este esquema se rompe, la posibilidad de que empiecen a aparecer casos de enfermedades prevenibles por vacunas que no estaban antes y que aparecen ahora, es posible”, advirtió Galiana.
Uruguay es visto desde otros países de la región y del mundo como un país pionero en la inclusión de muchas vacunas de forma gratuita para toda su población. Además históricamente ha gozado de coberturas por encima de 95% en los primeros años de vida de los niños.
La coordinadora del Área Programática de Salud de la Niñez del MSP, Alicia Fernández, dijo a Búsqueda que “efectivamente las coberturas vacunales bajaron como consecuencia de la pandemia”. La cartera evalúa los datos de forma trimestral y recién ha empezado a notar una recuperación lenta de esas coberturas, añadió la jerarca.
En la misma línea, la gerenta médica de Vacunas para el Cono Sur del laboratorio GlaxoSmithKline (GSK), Bettina Seoane, advirtió que las bajas en las tasas de vacunación podrían llevar a que “enfermedades que habían empezado a desaparecer vuelvan a estar”.
“Hemos tenido sarampión en algunos países de Latinoamérica, fiebre amarilla en Brasil y tos convulsa en Argentina”, ejemplificó.
Desde la Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP) compartieron la preocupación por la baja en los porcentajes de cobertura de las vacunas obligatorias en niños y adolescentes. Una de las integrantes de esa sociedad, Catalina Pírez, dijo a Búsqueda que entre las enfermedades que más preocupan está la varicela, de la que hoy se están registrando “algunos brotes en escuelas y guarderías”. Esto podría explicarse porque las coberturas vacunales han bajado incluso hasta 88%, dijo.
Pírez se refirió a otras enfermedades como la polio, que en Uruguay está controlada pero no así en otros países del mundo. En este punto advirtió sobre la próxima apertura de fronteras en noviembre y la vuelta a una “convivencia más o menos normal”, que podría permitir el surgimiento de algún brote.
Desde el MSP compartieron la preocupación. “Hay sarampión y difteria en la región de las Américas. Con la apertura de fronteras y la migración, si no alcanzamos las tasas adecuadas de cobertura corremos el riesgo que ingresen al país enfermedades que tenemos erradicadas”, dijo Fernández. “Múltiples actores debemos trabajar en forma conjunta para mejorar las tasas de cobertura. El MSP, la academia, la Comisión Honoraria para la Lucha Antituberculosa, la SUP”, reflexionó.
“Tratar en vez de prevenir”
El esquema de vacunación abarcativo y con altos niveles de cobertura es destacado por médicos y otros profesionales en el ámbito local. Sin embargo, la gerenta médica de GSK afirmó que “ese Uruguay pionero hoy en día ha quedado un poquito relegado por algunas vacunas que se ha tardado mucho en incluir, o que al día de hoy no se han incluido”. En particular, mencionó el caso de la vacuna antimeningocóccica para el serogrupo B, que el laboratorio en el que trabaja administra hoy, de manera paga, en distintos prestadores de salud. Tampoco se incluye la antimeningocóccica para los serogrupos A, C, Y y W en el esquema de vacunación obligatorio y gratuito, porque la Comisión Nacional Asesora de Vacunaciones consideró en su momento que la situación epidemiológica de Uruguay no lo justificaba.
Según datos del MSP recogidos por la gerenta médica de GSK, Djalma Oper, hasta 2019 el país tenía alrededor de 31 casos de infección meningocóccica por año. La cifra podría parecer menor, pero se trata de una enfermedad con una alta mortalidad y que podría registrar un aumento de casos con la “vuelta a la vida normal”, advirtió Oper. Según la Organización Mundial de la Salud hay alrededor de 300.000 muertes al año por meningitis, causadas por infecciones diversas.
Otra vacuna que no está presente en el esquema uruguayo es la que previene la enfermedad por rotavirus. Según las autoridades de GSK —laboratorio que desarrolla y comercializa esa vacuna— está incluida en muchos otros países de la región, incluso en Argentina.
Galiana comentó que en Uruguay la gente se puede vacunar tanto contra el rotavirus como contra la enfermedad meningocóccica pagando por ello, pero que “son vacunas caras”. Además, mencionó que “la disponibilidad de vacunas en forma privada de rotavirus está un poco limitada”. “Seguramente, de acá a los próximos meses o años, va a estar entre las prestaciones que el MSP planteará o replanteará si corresponde o no administrarla en forma sistemática”, especuló.
Desde el laboratorio GSK creen que el Covid-19 generó una mayor conciencia sobre la importancia de las vacunas para prevenir enfermedades. Desde su rol como pediatra, Seoane opinó que es responsabilidad de sus colegas “llevar eso que pasó con Covid para otras vacunas”. Añadió que es inminente que dejen de perderse oportunidades de vacunación, que se cubran todas las enfermedades posibles para reducir hospitalizaciones y mortalidad, y que “haya una menor carga económica para el país por todas esas enfermedades que tiene que tratar en vez de prevenir”.
