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    Bajo un “nuevo orden mundial que obligará a todos los países” a ajustar “sus estrategias”, en BBVA son “optimistas con Uruguay”

    Los mayores bancos privados en Uruguay son pequeñas filiales de conglomerados internacionales, con pesos marginales en los grandes números de sus accionistas. Por eso la visita a Montevideo que realizó Carlos Torres Vila, presidente de BBVA, fue atípica: dialogó con el mandatario Luis Lacalle Pou; le habló a los funcionarios uruguayos desde la casa matriz en Ciudad Vieja; se sacó alguna selfie en la rambla; y, ante un grupo de periodistas, hizo un análisis de tendencias tecnológicas y estrategias planteadas más con la lógica de un ingeniero eléctrico graduado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) que de aquellas usuales para los banqueros.

    Torres Vila, estuvo unas pocas horas en suelo uruguayo el jueves 5. En la sede del BBVA se percibía la ansiedad que provoca la llegada de un jefe importante, de esos que los empleados ven poco o incluso nunca. En la charla para los reporteros en la sede del banco en la Ciudad Vieja, enmarcó su visita como una “demostración del compromiso del banco con Uruguay”. Más temprano en la mañana había estado en la Torre Ejecutiva con Lacalle Pou y el mensaje para quienes lo recibieron no pudo haber sido otro.

    El Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) Uruguay era, a marzo pasado, el tercero en tamaño entre los privados tanto por su cartera de créditos (US$ 1.962 millones) como en depósitos (US$ 3.463 millones), por detrás del también español Santander y del brasileño Itaú. Con un patrimonio de US$ 235 millones, las ganancias en el primer trimestre del año fueron por US$ 3,7 millones.

    En la reunión con cuatro periodistas el ejecutivo español —también abogado y graduado en administración de empresas por el MIT— se refirió a un panorama económico mundial más incierto por la guerra en Europa del Este y ante el “renovado confinamiento” de China —que, dijo, a escala global tendría un impacto de medio punto porcentual menos de crecimiento este año (4% en lugar de 4,5%)— y a la inflación como problema.

    El resto de su exposición fue un análisis geopolítico en el que aludió a ciertas tendencias globales y a estrategias del BBVA. No hubo espacio para preguntas, aunque aceptó contestar una a cada medio por escrito.

    “La vulnerabilidad de la economía uruguaya ante los efectos negativos de la guerra (en Europa del Este) es relativamente baja. Somos optimistas con Uruguay. A lo largo de 2022 superará los niveles de PIB pre-Covid; estimamos un crecimiento en 2022 y 2023 del 3,8% y 3%, respectivamente, con un sesgo al alza. La inflación es el principal reto en el corto plazo”, le dijo a Búsqueda, aunque su respuesta fue más larga y refirió también al “nuevo orden mundial que obligará a todos los países a realizar ajustes en sus estrategias”.

    Agregó que la invasión rusa a Ucrania “tendrá consecuencias estructurales en la economía global y condicionará las relaciones en todos los ámbitos”. En la presentación ante los cronistas aterrizó esa idea al vaticinar, a raíz de esa guerra, un “efecto muy importante en la relación entre bloques y en la dependencia de los países del exterior para cuestiones estratégicas, como la energía. Claramente va a haber una búsqueda de una mayor independencia energética”, afirmó Torres Vila. Mencionó que la industria germana “ya no podrá contar a futuro con el suministro” de gas de Rusia, “pero no solo es Alemania. Creo que en general en el mundo va a haber una división en bloques y una búsqueda de la independencia energética y en todo lo estratégico: materias primas, alimentación, tecnología, software, datos. Y todo esto va a tener su afectación en el crecimiento mundial porque va a haber también menor comercio, va a haber más fricción”.

    Mundo cambiante

    Ante el grupo de periodistas abrió otro capítulo, referido a “cosas que permanecen inmutables o incluso reforzadas”, acompañado por sus pronósticos.

    Primero, la digitalización y “su impulso grande” que tomó con la pandemia de Covid. “Seguirá creciendo el peso de lo digital dentro de la sociedad y de la economía, en todos los sectores y países”.

    Segundo, una aceleración todavía mayor de la “innovación”, en particular sobre lo digital, en campos como la inteligencia artificial, que para su “enorme” potencial tiene todavía una penetración “muy baja”. Según el presidente del BBVA, hoy “un porcentaje muy muy bajo de las decisiones que se toman están aprovechando esa tecnología. Lo que veo es en la próxima década un aumento exponencial de la penetración” del uso de la inteligencia artificial en las sociedades. Algo similar proyectó para la robótica, que “ya es relevante en la gran industria, pero todavía (…) hay un potencial grande de mayor presencia”.

    Para la computación “en la nube” aventuró que se avecinan “muchos años de seguir creciendo mucho” y aumentando su peso en la economía.

    Habló también de la tecnología blockchain, la web 3 y la descentralización de la oferta de bienes y servicios en distintos sectores, no solo el financiero. “Más lejos todavía vendrá la computación cuántica y luego hay otros campos de innovación muy potentes en el mundo de la salud y las ciencias de la vida”, prosiguió. En genética humana se podría dar “a futuro que, de la misma manera que hay actualizaciones de software, tuviéramos inyecciones de forma recurrente con lo que a cada uno, de manera customizada, podamos necesitar”. Y sobre diagnosis genética estimó que el costo bajará de los “centenares de dólares” actuales a “decenas o serán unos pocos dólares. Llegará el momento en que cualquier bebé que nazca se le secuencia su genoma, se interprete su diagnóstica y se siga el tratamiento adecuado”.

    Insistió en que, más allá de la guerra en Ucrania u otros factores circunstanciales de incertidumbre, este tipo de “innovación acelerada” será un asunto de “largo recorrido. Lo vamos a seguir viendo en términos de década. Dentro de una década se verá que el mundo ha cambiado mucho por toda esta innovación. Esto tiene repercusiones estratégicas importantes para cualquier empresa, para cualquier sector, y por supuesto para un banco” y sus clientes, afirmó Torres Vila.

    También con ese enfoque se refirió al concepto de sostenibilidad. “La descarbonización es la mayor disrupción de la historia de la humanidad”, opinó. Eso requerirá de inversiones equivalentes a ocho puntos del Producto Bruto Interno mundial hasta el 2050, que según él se llevarán a cabo porque “hay una convicción de la sociedad de que hay que descarbonizar y esa rentabilidad estará ahí”.

    Luego encuadró la estrategia del BBVA en los ejes de la digitalización —“el cambio ha sido muy importante sobre todo en los últimos cinco años”—; la innovación, a través de inversiones en fintech, inteligencia artificial y blockchain, además del acompañamiento de startups y otras “empresas del futuro”; y la sostenibilidad, un área en la que el banco duplicó a 200.000 millones de euros el objetivo de dar financiamiento hasta el 2025. En ese último punto mencionó por primera vez a Uruguay al señalarlo como un “país que tiene una agenda pública muy clara de compromiso con la sostenibilidad”.

    Desde un punto de vista económico, explicó, más del 40% de las inversiones en descarbonización ya serían rentables “sin necesidad de ninguna ayuda pública ni ninguna subvención”, como la movilidad eléctrica o la eficiencia energética industrial y residencial. “Obviamente, esa fruta madura es la primera que hay que abordar. Porque luego está más de la otra mitad del problema para la que todavía no tenemos una solución competitiva” para evitar la emisión del CO2, apuntó el ejecutivo de BBVA.

    En su respuesta a Búsqueda abundó sobre este último aspecto y la situación de Uruguay (ver recuadro).

    • Recuadro de la nota

    El “buen ejemplo” de la “apuesta” uruguaya por la energía renovable