Bienvenidos a Internet: Bo Burnham será su guía

escribe Pablo Staricco 
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Cuando Bo Burnham despertó una mañana de su inquieto sueño, se encontró en su habitación convertido en un comediante sin público. Atravesó lo que sus colegas, los artistas, atravesaron: el vaivén cotidiano de cualquiera que hace de la creatividad una profesión. El tire y afloje entre el torrente de ideas y la ausencia absoluta de ellas destinado a un lugar inevitable durante gran parte del último año y medio: la vasta, extenuante y necesaria virtualidad.

Entonces Bo Burnham creó algo de contenido.

Burnham estrenó a finales de mayo Inside, un nuevo especial de comedia disponible en Netflix. Lo de “especial” cumple como denominación para describir una de las producciones más originales del año. También refiere a la forma en la que los humoristas estadounidenses, en particular aquellos que hacen comedia en vivo, llaman a la producción de sus monólogos filmados. Los shows en vivo y televisados de Jerry Seinfeld, Eddie Murphy o Dave Chappelle están dentro de esa categoría.

Presentar a Inside exclusivamente como un “especial de comedia” significaría, sin embargo, no hacerle justicia. Se trata de un unipersonal que logra revitalizar lo que hoy es ya una premisa agotadora: un artista haciendo arte desde y sobre el encierro. Lo hace a partir de un guion impredecible y sumamente gracioso, una musicalización pegadiza y una puesta en escena sorprendente que pone al motivo “menos es más” patas arriba. Un texto crítico de la cultura de Internet, la megalomanía y la tradición del stand up bajo un ojo millennial astuto que nace, vive y muere en una dinámica familiar: dentro de un cuarto y con una cámara apuntando.

Antes de llegar al dormitorio que funciona como única locación de Inside, Burnham recorrió un camino de exponencial consagración. El comediante nació en 1990 y se crio como parte de una generación que hoy celebra con orgullo su naturaleza transicional, con un pie infantil en lo analógico y otro, adulto, en lo digital. Más que pararse en lo segundo, Burnham se zambulló. Sus primeras aproximaciones a la comedia fueron en YouTube, donde comenzó haciendo lo que luego lo llevaría a la fama: interpretar canciones absurdas en un piano. La primera fue una balada grabada al lado de su cama en la que canta sobre cómo su familia pensaba que era gay. Otra década, otro humor. El video ya tiene 14 años y 11 millones de reproducciones.

La transición a actuar frente a un público y no en Internet no le costó demasiado. Su carrera lo largó hacia la ruta del humor. Se salteó los clubes de comedia subterráneos y encontró un público fiel en los campus de las universidades. Luego pasó a teatros y más adelante a filmar especiales para televisión y plataformas de streaming. Hasta trabajó, y recibió elogios, en el cine, donde se probó como director y guionista en el coming of age Eighth Grade y como actor en la oscarizada Promising Young Woman.

En el ínterin, llegaron los ataques de pánico.

Burnham comenzó a experimentar ataques de pánico durante sus shows en vivo. El primero lo padeció en el Festival Fringe de Edimburgo en 2013, durante la noche de apertura de su especial titulado what. También los sufrió en espectáculos en Nueva York y Washington D.C. En un perfil de la revista New Yorker, describió la sensación como la de “montar a tu sistema nervioso como si fuera un toro”: Para Burnham, que también sufrió de ansiedad, atravesar el mundo fuera de la comedia significaba seguir montando ese toro mientras el resto de las personas vivía una vida ecuestre.

Inside, que marca el regreso de Burnham a la comedia cinco años después de retirarse de los escenarios, es Burnham tomando a ese toro por las astas.

El protagonista, director, editor y compositor apela a la intersección de todos los recursos audiovisuales a su disposición siempre bajo una aparente regla autoimpuesta: la ausencia de toda colaboración externa. Inside amontona canciones originales, compuestas, ejecutadas y grabadas por Burnham, con intervenciones habladas nuevamente guionadas, ejecutadas y grabadas por él. Se suma, también, detrás de escenas que registran la propia realización del especial.

Inside es un cruce de Con el corazón en tinieblas, de Eleanor Coppola, el repertorio de un musical glamoroso de Broadway sobre la vida frente a una computadora, y la excitación actual de los creadores de Internet que buscan cautivar a un público filmándose a sí mismos en pos de la renovación.

En uno de sus mayores atributos, Burnham despliega su creatividad sin mencionar ni una sola vez las palabras pandemia, Covid o cuarentena. Inside brilla como un texto definitivo no solo por la ausencia de obviedades, sino por cómo encuentra la capacidad de combinar elementos como el cuidado de la salud mental y el estado de polarización política de varios países en una canción interpretada por una media parlante.

El experimento comienza, como en los primeros años de YouTube, con Burnham sentado de forma solitaria en una silla.

Barbudo y con una impronta completamente desaliñada, Burnham se reintroduce en una imagen opuesta a la del joven imberbe y rubio con la que se hizo célebre. El número inicial de Inside lo encuentra con la mirada perdida, sumergido en la oscuridad y dubitativo. Hasta que procede a cantar: “Robert (su nombre de pila) estuvo un poco afligido”, dice mientras una base electrónica ochentosa va cobrando tracción. “Pero miren, les hice algo de contenido. Es un día precioso para quedarse adentro”, expresa mientras apunta con una linterna en su cabeza a una bola de espejos, llenando el dormitorio de luces estrambóticas. Bienvenido a la fiesta. Cantidad de invitados: uno.

Su búsqueda es darle orden al caos y, sobre todo, a la capacidad de la edición cinematográfica para engañar al tiempo. Inside no hace un recorrido cronológico del artista en el año en el que creó el proyecto. En cambio, se anteponen diferentes momentos del protagonista, desde angustia severa hasta irrupciones musicales ridículas, como una que celebra con ironía la consagración de Jeff Bezos como el hombre más rico en el mundo.

Es una obra que cuestiona a la propia comedia en tiempos de crisis. Las risas que a veces aparecen grabadas —un recurso de las sitcoms— resultan alienantes. “¿Debería estar bromeando en un momento así? ¿Debería tratar de ser gracioso y entregar mi dinero?”, se pregunta el comediante antes de responderse, inmediatamente, que no; que el camino será uno de sanación, a sí mismo y al mundo mediante el indescriptible poder de la comedia de “un flaco blanco y deconstruido” como él.

Más allá de la introspección, que percute con ironía y madurez, Burnham encuentra sus momentos más lúcidos cuando ataca al grupo de creadores que tal vez más creció en el último año: los streamers de plataformas como YouTube y Twitch (de Amazon y el señor Bezos, nuevamente) enfocados en la transmisión constante de sus propias figuras. Al identificar la fagocitosis de un movimiento basado en la autorreferencialidad que alude al extremo sedentarismo y al verdadero horror detrás de la sobreabundancia de Internet, Burnham se convierte en un crítico cultural punzante.

El comediante y músico apela a algo que parece extrañarse cada más en las plataformas: el lenguaje cinematográfico. Inside, impecablemente editado y fotografiado, retoma el valor narrativo que un primer plano o un plano conjunto pueden lograr cuando se usan con conocimiento. Los focos, los cables y las cámaras, además, son protagonistas secundarios de las diferentes “escenografías” que se despliegan para cada canción, momento o interludio.

El vínculo con Internet hoy es inherente a la vida en sociedad. Si mantenerlo significa enfrentar un malestar cotidiano, lo mejor es entonces dejarse guiar por alguien que parece conocerlo como la palma de su mano, como Burnham. Bienvenidos al mundo y bienvenidos a la pandemia. Se aconseja reír.

Vida Cultural
2021-06-09T20:46:00