N° 1990 - 11 al 17 de Octubre de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáA la izquierda uruguaya Bolsonaro le “duele”. Le duele que proponga menos ministerios (“más Brasil, menos Brasilia”); un presupuesto sin déficit fiscal; confiar más en las decisiones individuales que en las colectivas; proteger a la familia garantizando la legítima defensa del hogar y el porte de armas; combatir la delincuencia; privatizar empresas ineficientes; eliminar regulaciones y bajar impuestos. ¡Cómo no le va a doler!
A Bolsonaro lo tratan de “ultraderechista”, “golpista”, “homofóbico” o “misógino”, cuando hasta hace dos meses ni siquiera sabían quién era. Es diputado federal por Río de Janeiro desde hace 27 años; ha presentado 171 proyectos de ley y nunca lo acusaron de todas las pestes que le imputan ahora. Nunca recibió un mensalão de la trama de corrupción orquestada el Partido de los Trabajadores de Lula.. ¡Y eso sí que duele!
El futuro ministro de Economía de Bolsonaro será Paulo Roberto Nunes Guedes, un profesional formado en la Universidad de Chicago, donde hizo su maestría y doctorado. Su foco estará puesto en promover la apertura económica de Brasil, bajar impuestos, simplificar la estructura fiscal, reducir el déficit público, revertir el imparable crecimiento de la deuda pública, privatizar empresas públicas ineficientes, implantar el sistema jubilatorio de capitalización en cuentas individuales y promover el emprendedurismo. Tampoco cree en el “más y mejor Mercosur”: “Necesitamos liberarnos de las amarras del Mercosur y avanzar hacia el bilateralismo. Brasil tiene autonomía para hacer comercio con todo el mundo”. ¿Qué tiene que ver todo esto con el fascismo, la ultraderecha o el militarismo?
Bolsonaro defiende el liberalismo económico. En su programa de gobierno afirma: “Las economías de mercado son históricamente el mayor instrumento de generación de renta, empleo, prosperidad e inclusión social. Gracias al liberalismo, billones de personas están siendo salvadas de la miseria en todo el mundo”.
El candidato presidencial también quiere defender el orden, la vigencia de las leyes, rechazar el narcotráfico y bajar la edad de imputabilidad a 16 años. Mientras la ultraizquierda es contemplativa con los delincuentes (a quienes consideran “víctimas de la sociedad”), Bolsonaro los quiere meter presos. Y estar preso, duele.
Bolsonaro no parece ser ningún genio. Está en el lugar justo en el momento justo. Como bien lo describe un tuit que circula en las redes: “Bolsonaro tal vez no sea el mejor fertilizante para que Brasil crezca, pero indudablemente es el mejor pesticida para las plagas de hoy”.
Si a la izquierda uruguaya le duelen las propuestas del “ultraderechista” Bolsonaro, a los uruguayos nos van a doler mucho más las propuestas “ultraizquierdistas” de sus detractores locales.
Cuando Bolsonaro y Guedes logren sacar (aunque sea en parte) a Brasil de su encierro comercial, reducir impuestos y facilitar las regulaciones para hacer negocios, los pocos inversores que estaban mirando a Uruguay como base para proveer a Brasil desde aquí, se irán al gigante de América que les dará Ordem e Progresso.
Siendo así, ¿para qué hacer negocios con el enano del circo, si pueden hacerlo con el dueño?
Y cuando esto suceda, Bolsonaro nos va a doler a todos.