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    Cables submarinos chocan con la pesca y Dinara le reclama a Antel

    En 1850, los hermanos John­ y Jacob Brett tendieron el primer cable telegráfico submarino entre las ciudades de Dover (Inglaterra) y Calais (Francia). El cable consistía en un hilo de cobre recubierto con goma de gutapercha. Según consignan los libros de historia que narran el hecho, la transmisión era casi imposible y pocos días después el cable se rompió. Las versiones difieren: algunos dicen que fue por el movimiento del mar, otros que un barco pesquero lo enganchó con sus redes o su ancla. La tecnología se perfeccionó y ocho años después un cable submarino unió Europa con América.

    La Compan~i´a Telegra´fica del Ri´o de la Plata coloco´ en 1866 un cable telegra´fico submarino entre Colonia y Buenos Aires. Siete años después se instaló otro que unía Montevideo con Brasil. Hoy existen en el fondo del mar uruguayo cinco tendidos de telecomunicaciones, de los cuales dos han sufrido varias roturas en la última década.

    Los cables submarinos no están ordenados por una planificación que contemple las demás actividades que tienen lugar en el mar, aunque las comunicaciones avanzan y los cables se multiplican. El año pasado Antel anunció que construirá uno para conectarse a Estados Unidos. La noticia preocupa a la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara), que pidió a Antel información que todavía no recibió.

    La Dinara y la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo, responsables por las actividades en el mar, entienden que es necesario “articular” y “coordinar” para que la instalación de cables no afecte a la pesca y otros sectores.

    Cables.

    En Uruguay existen cinco cables submarinos: SAC, Unisur, Bicentenario, Sam-1 y Atlantis II, según publicó en su edición de abril del 2013 la revista “Frente Marítimo”, una publicación de la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo, organismo que integran Uruguay y Argentina para administrar la zona que tienen en común. El artículo fue elaborado por los técnicos Yamandú Marín, Julio Chocca, Bernardo González y Gastón Beathyate, del Laboratorio de Tecnología Pesquera de la Dinara.

    La mayor parte del recorrido de esos cables transcurre bajo el sedimento, con algunos sectores sobre el lecho. En la u´ltima de´cada, en dos de los cables “se han registrado averi´as o cortes atribuidos a operaciones pesqueras en zonas donde los cables se encuentran sobre la superficie del lecho”, dice la publicación. Esos cables son Sam-1 y Atlantis II.

    Se trata de dos cables de fibra óptica que están tendidos sobre el lecho del océano Atlántico e ingresan a la plataforma continental, pero “a partir de 1.000 metros de profundidad y hacia la costa, se encontrari´an bajo el sedimento”.

    Atlantis II conecta a Argentina, Brasil, Senegal, Cabo Verde, Islas Canarias y Portugal. Sam-1 conecta a Estados Unidos, Puerto Rico, Colombia, Brasil, Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Guatemala, según la información de la Armada Nacional. Ambos están ubicados en sentido Este-Oeste.

    La Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, ratificada por Uruguay en 1992, establece —igual que otros tratados internacionales— que los Estados tienen el deber de proteger los cables del riesgo de rotura.

    Restricciones.

    En febrero la Armada interceptó a un pesquero que navegaba en una zona restringida a unas 40 millas de Punta del Este. Las autoridades labraron un acta y multaron al navío, según informó el portal Defensa.com. Fue el último episodio que se reportó de una lista de varios que se han sucedido en los últimos años.

    En el 2011 la Prefectura introdujo una disposición que prohibió el fondeo de buques y la pesca en contacto con el fondo en una zona de veda de una milla náutica a cada lado de los cables submarinos de comunicaciones. Los técnicos de Dinara estimaron en su informe que las restricciones implican un área de 9.504 km2, “una superficie equivalente a la mitad del a´rea de veda de merluza de primavera 2011, o a las dimensiones de los mayores bloques de exploracio´n/explotacio´n de hidrocarburos”.

    Aunque hay cables en el Río de la Plata y el océano Atlántico desde el siglo XIX, según el artículo de “Frente Marítimo” los reportes de cables dan~ados por operaciones de pesca “se han registrado desde el an~o 2005, y en particular con dos de ellos”.

    “Ello coincide con la tendencia a explotar especies en mayor profundidad en la Zona Económica Exclusiva uruguaya, en particular Dissostichus eleginoides, a partir de 1998. De hecho, los primeros reportes de dan~os en los cables fueron atribuidos a pesqueros dedicados a este recurso. Existiendo actividad pesquera en toda la zona, no son claras las razones por las cuales los dan~os se registran siempre en los mismos cables”.

    El artículo señala que la Comisio´n Te´cnico Mixta del Frente Marítimo adopto´ una resolucio´n en 2001 sobre la “solicitud de autorizacio´n para la realizacio´n de tareas de investigacio´n científica previa y para el tendido de cables y tuberías submarinos”, pero “no se dispone de documentacio´n acerca de estudios previos al tendido de cables”. Para llevar adelante esas regulaciones, “el marco legal es complejo, ya que los cables se extienden por zonas de jurisdiccio´n de diferentes países, aguas internacionales, y son operados por consorcios y empresas internacionales”.

    “Los cables submarinos instalados representan los resultados de la no planificacio´n y las dificultades de prever sus consecuencias. Los espacios para pesquerías se encontrara´n entonces con li´mites impuestos por otras actividades relevantes y la coexistencia requiere profundizar en instrumentos de coordinacio´n y planificacio´n espacial”, concluye el informe.

    Antel.

    Daniel Gilardoni, director de la Dinara, dice que no está de acuerdo en que se aplique la resolución de Prefectura del 2011. “Prefectura ha hecho procedimientos sobre algunos barcos que pescan en su mayoría a la pareja en la zona pesquera. Eso nos preocupa porque se había dicho que los cables iban enterrados un metro hasta los mil metros de profundidad. Entonces nos extraña que se haya hecho esa zona de resguardo en zonas donde los cables no deberían estar”, dijo a Búsqueda.

    Andrés Domingo, subdirector de Dinara, considera que “no debería haber ningún efecto de los pesqueros en zonas donde hay cables a un metro” y que “prohibir la pesca genera un problema mayor”.

    Los jerarcas dijeron que les informaron desde Prefectura que en la época de cosecha de soja hay unos 300 barcos en espera para entrar al Río de la Plata. Recientemente, según confirmaron fuentes de la Armada, se acordó con las empresas y los sindicatos cambiar un área anexa para el fondeo de los barcos.

    En octubre Antel anunció que construirá un cable submarino de fibra óptica que unirá Maldonado con Boca Ratón, Estados Unidos. La empresa uruguaya invertirá U$S 73 millones para construir y gestionar la nueva ruta junto al operador brasileño Algar Telecom, el internacional Angola Cables, la tecnológica Google y el proveedor TE SubCom. Antel espera que esa infraestructura le genere un ahorro acumulado de 195 millones de dólares (Búsqueda Nº 1.786).

    La Dinara envió una nota a la empresa de telecomunicaciones para consultarle sobre el tendido de ese cable. Gilardoni opina que Antel debería consultar ese tipo de proyectos: “Un ente, una empresa pública, no puede resolver dónde pone un cable submarino sin tener las demás opiniones y autorizaciones”.

    “Necesitamos articular y estamos viendo que Antel nos dé información de qué es lo que piensa hacer con los cables que anunció. Le hemos dicho la disposición nuestra a cooperar para buscar una manera que dé garantías a quienes invierten en cables de telecomunicaciones y que afecte lo menos posible a otras actividades. Nosotros no tenemos información oficial del tema, la estamos pidiendo”, sostuvo.

    Búsqueda consultó a Antel sobre el pedido de Dinara y los planes que tiene respecto de los cables submarinos. Desde la empresa respondieron: “Antel dará la respuesta por la vía que corresponda”.

    Información Nacional
    2015-03-05T00:00:00