En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
“Cortando grueso”, comentó en Twitter un funcionario del Banco Central frente a la afirmación de Carlos Végh de que, con el boom de los commodities, “hasta un chimpancé” habría logrado bajar “la pobreza a la mitad” en la región con la cual El Observador tituló, el viernes 16, la intervención de ese economista uruguayo en un taller internacional sobre política fiscal en épocas de Covid-19. A partir de esas reflexiones genéricas, Végh profundizó con Búsqueda sobre el caso de Uruguay en particular.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Sostiene que el país encaró la pandemia con “seriedad”, “eficiencia” y “liderazgo político” del presidente Luis Lacalle Pou. De todos modos, un “rápido progreso con la vacunación sería esencial para mantener un pequeño margen, pues mucho margen no hay” en materia fiscal. Según él, habrá que esperar para poder juzgar y comparar si los apoyos a los sectores afectados han sido suficientes.
Hijo del exministro de Hacienda Alejandro Végh Villegas, en junio de 2019 volvió al ámbito académico —como profesor de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins— tras poco más de dos años como economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.
—¿También Uruguay “está pagando con la pandemia por todo lo que no hizo” para “construir instituciones sólidas en educación, salud, seguridad y pensiones”, como señaló en su disertación en referencia a la región?
—Hablé de la región en general. Y, como bien sabemos, es una región muy heterogénea. Quería mirar el bosque y no los árboles. Uruguay es claramente una de las economías más desarrolladas, económica y socialmente, de la región. Tiene el mayor PIB per cápita de América Latina (20 veces el de Haití, por ejemplo, el país más pobre del hemisferio). Su gasto en salud pública es más del 20% del gasto total, comparado con 12% para América Latina; además, en Uruguay la salud es gratis para la mayor parte de la población vulnerable. Y de acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional de 2017, Uruguay tiene cinco médicos por cada 1.000 personas, comparado con 2,3 en la región. Por otro lado, la pobreza, usando el índice más básico del Banco Mundial, es cero. La informalidad es mínima. El alfabetismo es 98,7%. En fin, siempre hay instituciones y políticas sociales para mejorar, es un proceso que nunca termina en cierto sentido —y este no es el momento para hablar de ello—, pero a nadie le sorprendería si Uruguay perteneciera a otro continente.
Respecto a la pregunta en concreto, diría que, dentro de la región e incluso más allá —no hay que olvidar que resido en Estados Unidos, un parangón de ineptitud en el manejo de la pandemia en el 2020—, Uruguay enfrentó la pandemia con una seriedad y eficiencia de la que se habló a escala mundial, y con instituciones que, relativamente hablando, cumplieron un rol más que adecuado, aunque nadie puede estar totalmente preparado para pandemias que ocurren cada 100 años. Y, como decía en el taller fiscal, el liderazgo político es clave, y el presidente Lacalle lo proveyó.
—¿Cómo evalúa la estrategia para gestionar el problema sanitario seguida por el gobierno?
—Es indiscutible que fue seria, rápida y eficiente.
En cuanto los primeros cuatro casos importados fueron confirmados, el gobierno —que había asumido solo dos semanas antes— anunció las primeras medidas. Se tomó la decisión de testear en abundancia, preservando las libertades individuales pero exhortando a la responsabilidad social y colectiva de los uruguayos. Y la gente se puso a la altura de las circunstancias y no hubo discusiones inútiles, como en Estados Unidos, sobre el uso de las máscaras.
—¿Se gastó suficiente frente al impacto de la pandemia y de manera asertiva? ¿El país tiene margen para tomar medidas adicionales sin entrar en desequilibrios peligrosos?
—Es una pregunta difícil. Habrá que esperar un poco para un análisis minucioso y comparativo, incluyendo rubros “debajo de la línea” y la vacunación. A primera vista —y empleando cifras de gasto del Banco Mundial para homogeneizar—, Uruguay ha gastado poco más del 2% del Producto, por debajo de Chile (6%), Colombia (10%) y Brasil (11%). Pero, como dije en el taller fiscal, gastar es fácil, pero gastar bien es difícil. A principios de diciembre Uruguay tenía 7.500 personas infectadas y 83 muertes, entre los más bajos de América Latina. Un programa de testeo sumamente agresivo, así como mucho seguimiento de contacto, ha sido clave. En los últimos meses la situación empeoró, una combinación posiblemente de nuevas mutaciones del virus, cansancio frente a las medidas preventivas y la frontera seca con Brasil. El gobierno enfrenta un balance delicado; el déficit está en 6% del Producto y se mantiene el grado inversor de Fitch, pero con outlook negativo. Un rápido progreso con la vacunación sería esencial para mantener un pequeño margen, pues mucho margen no hay.
—Cuestionó lo que algunos llaman el “milagro” de la caída de la pobreza en la región a comienzos de este siglo porque entiende que en gran parte la mejora social se produjo gracias a los altos precios de los commodities. ¿Cuál es su análisis en el caso de Uruguay? ¿No hubo avances estructurales significativos en los últimos años?
—Que quede claro: lo que cuestiono es atribuir toda la baja de la pobreza durante la “década de oro” —entre 2003 y 2014— a políticas propias. El análisis que hicimos para la región en su momento —no lo hicimos para Uruguay en particular— indica que 45% de la baja de la pobreza monetaria, el indicador más usado, fue debido al ciclo de los commodities, un 20% al crecimiento económico y el restante 35% a políticas redistributivas. Lo que digo es que hay que darse cuenta de que ese 45% es ilusorio, pues se va a revertir cuando los commodities bajen; se debería ahorrar en lugar de gastar. Gastemos el 20% en mejoras estructurales, que ya las ha habido, sin duda. Pero no nos sorprendamos si la pobreza luego sube porque el ciclo se revierte.
—Dijo que la mayoría de los países de la región viven en un “caos político alternando ideologías sin futuro con corrupción en izquierda y con corrupción en la derecha. ¿Cómo ve a Uruguay desde esta perspectiva, cuyo gobierno cambió el año pasado de signo político?
—Uruguay es una de las excepciones que confirma la regla. Luego que terminó la dictadura hemos tenido siete transferencias de la banda presidencial cada cinco años en paz y en orden. ¡No es lo más común en la región, por cierto! Debería ser un motivo de orgullo para todos los uruguayos en tiempos en que, inclusive en Estados Unidos, la más poderosa democracia del mundo, se temía que el presidente anterior se negara a dejar la Casa Blanca.
—¿Qué asuntos debería incluir una “agenda pospandemia” para Uruguay?
—¡Ese sería el verdadero comienzo de la administración Lacalle Pou! Volveríamos a los temas prepandemia, en particular reformas educativas, jubilatorias y fiscales —como la regla y un consejo fiscal—. Pero primero hay que ganarle al virus por knock-out; sin eso, no habrá pospandemia.
Por otro lado, me parece excelente la posición del presidente dentro del Mercosur, empujando por un arancel externo común menor y la posibilidad de negociar acuerdos comerciales unilateralmente. Para crecer, un país pequeño necesita abrirse al mundo; el mercado interno no alcanza, eso es indiscutible.