Nº 2221 - 20 al 26 de Abril de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl abuso y la explotación sexual de niños y adolescentes ha sido un tema central en las últimas semanas en Uruguay y Argentina.
Durante el mes de marzo, en Argentina, tuvo lugar la detención de quien había sido el primer ganador de Gran Hermano en el año 2001: Marcelo Corazza (y que era el productor de la actual temporada de Gran Hermano), por estar involucrado en una banda de explotación infantil que operaba en el país desde hacía más de 20 años. Corazza fue procesado por “corrupción de menores” por un hecho puntual ocurrido durante el año 2001, ya que no se pudo probar su participación como integrante de la banda de explotadores, que continuaba funcionando hasta la actualidad. A los otros tres imputados se los acusa de “reclutar menores de edad con el fin de someterlos a la práctica de relaciones sexuales y explotación sexual sin su consentimiento, ya fuere por intercambio de dinero o por satisfacción personal o de terceros”. Hasta el momento hay al menos 11 víctimas en las provincias de Buenos Aires y Misiones, todas de género masculino, según comunicó la agencia Télam.
“Sos un capo, boludo, ¿eso es como comer carne de ternera más o menos, no?”, se escucha en una de las tantas conversaciones telefónicas entre los imputados, que fueron intervenidas. No puedo evitar detenerme unos minutos en la comparación elegida por el acusado: la “carne de ternera” es la carne de un animal (tanto macho como hembra) que es asesinado entre los 6 y los 12 meses de edad para ser consumida. Quién sabe, pienso, quizás la comparación es más acertada de lo que parece, y el placer de consumir cuerpos vulnerables, ya sea de humanos o de bovinos, está más conectado de lo que nos gustaría.
Como en un efecto dominó, después de la detención de Corazza, el patinador argentino Lucas Benvenuto publicó en sus redes sociales que había sufrido abuso durante su adolescencia por parte de “un reconocido conductor de Telefe”. Se refería a Juan Martín Rago, conocido como Jey Mammon, y lo acusa de haber comenzado una relación con él cuando apenas tenía 14 años y el conductor 32. Aunque Benvenuto había realizado la denuncia en 2020, el caso se cerró en 2021 por prescripción de la causa.
Mientras tanto, de este lado del Río de la Plata, casi al mismo tiempo, la activista del Partido Nacional Romina Celeste acusaba en el programa Hacemos lo que podemos al senador nacionalista Gustavo Penadés de haberla explotado sexualmente a cambio de dinero cuando tenía 13 años y aún mantenía su identidad masculina. La Fiscalía actuó de oficio investigando las denuncias de Celeste, y han declarado hasta ahora otras dos víctimas por explotación sexual contra el senador.
Los tres casos son buenos ejemplos del tiempo que le puede llevar a una víctima de abuso hablar públicamente de lo que vivió, algo que puso en cuestionamiento el tema de la prescripción de estos delitos, reavivando demandas contra la prescripción del delito de violencia sexual.
Por otro lado, el hecho de que los tres casos involucraran a víctimas masculinas, generó que en ambos países se hiciera hincapié en la orientación sexual de los investigados, cuando es algo que para nada tiene que ver con el delito de pedofilia. Si nadie habló, por ejemplo, de la orientación sexual de los imputados por explotación de la Operación Océano, ¿por qué sí se habla cuando los acusados y las víctimas no son heterosexuales? Claramente por homofobia, discriminación e ignorancia. Dicho sea de paso, en breve se retoman las audiencias y se fija el juicio oral de los acusados de la Operación Océano, después de meses de atrasos causados por los recursos de nulidad e inconstitucionalidad que vienen presentando los abogados de los imputados para ganar tiempo.
¿Me trajiste a la nena? gritaba Alberto Olmedo en la tele en horario central hace algunas décadas. Se suponía que había que reírse, pero sospecho que ya en ese entonces, no a todo el mundo le causaba gracia. El abuso a niños, niñas y adolescentes es algo que la sociedad tiene que replantearse seriamente y con urgencia. Mientras tanto le toca a la Justicia estar a la altura de los cambios.