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Al Instituto Nacional de Estadística (INE) le falta gente y presupuesto de cara al próximo censo, previsto para 2023 pero que ya se empieza a planificar. Diego Aboal, su director, estima que se va a requerir “entre US$ 10 millones y US$ 15 millones” para llevar a cabo el relevamiento, además de unas 5.000 personas para la recolección de datos. Hoy el organismo cuenta con algo más de 300 empleados y un límite para la contratación de nuevos funcionarios, lo que, según él, pinta un panorama “complicadísimo”.
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Cuando llegó al INE a principios de este período de gobierno, Aboal se dispuso a “poner la casa en orden”. Había unas 70 vacantes de años anteriores, que a priori no podrían recuperarse. “En principio, parece que marchamos”, se lamentó en diálogo con Búsqueda; es que ya antes de la llega del Covid-19 el Poder Ejecutivo había ordenado para toda la administración central que solo se podrá llenar una de cada tres vacantes generadas en 2020. La alternativa sería recurrir a “pases en comisión”, “robar gente” dentro del inciso o buscar “alguna vía”, explicó el jerarca.
Además, Aboal apunta a que la ley de censos —que establece los períodos en que se recabará la información y otras cuestiones administrativas— permita contratar más funcionarios de cara al relevamiento, ya que hoy en día la estructura del INE cuenta con unos 300 funcionarios y, en censos anteriores, se han registrado “picos” diarios de más de 5.000 personas trabajando para eso. “El INE se convierte por un rato en una de las mayores empresas públicas del país”, graficó. En la normativa que reglamentó el último censo —realizado en 2011-2012— no se hace referencia a nuevas contrataciones, aunque se habilitó a que funcionarios de otras áreas colaboraran puntualmente.
“Ya que no sabemos cuánto vamos a poder por el lado de la cantidad”, se busca poner énfasis “en la calidad”, agregó. De hecho, la “mejora de los recursos humanos” parece ser un aspecto relevante en el Plan Estratégico del INE. Se incorporará tecnología y ya están en conversaciones con el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional pensando en “certificaciones por competencia e incluso alguna capacitación”.
Aunque mantiene la “esperanza” de fortalecer los recursos humanos y que de cara al censo haya “más chances” de revertir el límite a nuevas contrataciones, el director del INE ve “bien preocupante” la situación de algunas áreas “clave”, como la unidad de demografía. Allí trabaja actualmente una sola persona y en régimen de medio horario, informó. “Ese tiene que ser un sustento muy potente del censo: ¿cómo lo hacés así? (…) La tecnología va a ayudar, pero no es suficiente”, afirmó.
Ya se han iniciado conversaciones “preliminares” en torno al presupuesto para el futuro censo. Aunque la fecha estimada para el relevamiento es 2023, “algo de fondos se va requerir en el 2021 y 2022”. El director del INE no descarta apoyarse también en organismos internacionales, como el Fondo de Población de las Naciones Unidas, aunque en la modalidad de cooperación con técnicos “gratis”, lo que “es dinero al final”.
Indicadores.
Si bien el censo es un proyecto central para los próximos años, Aboal tiene en la mira algunos cambios de base de los indicadores y encuestas habituales del INE, sin discontinuar ninguno.
Se prevé cambiar las bases de los índices de Volumen Físico de la Industria Manufacturera (IVF), de Precios al Consumo (IPC), de precios mayoristas (IPPN), de Costos de la Construcción (ICC) y el de Salarios (IMS). Para eso, el INE está recibiendo asesoramiento de organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (para el IMS), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (para el IPC, IVF e ICC) y el Banco Mundial, en lo que respecta a una nueva medición multidimensional de la pobreza que empezaría a publicarse el año próximo.
Además de esas actualizaciones, Aboal tiene en mente —aunque por ahora sea solo una idea “superficial”— la incorporación de indicadores de producción para actividades que son “intensivas en conocimiento y capital humano”, como el de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Por su relevancia, “estaría bueno ir hacia un monitoreo de cómo viene ese sector”, alegó.