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    Commodities valorizados y la aplicación de políticas estables y “de manual” ubicaron a Perú como una nueva vedette regional

    Desde hace algunas décadas, Chile es visto por muchos como el modelo a imitar en la región, porque a partir de un conjunto de reformas su economía logró despegarse del resto. Ahora algunos observan a Perú en una posición similar.

    Un crecimiento sostenido del Producto Bruto Interno (PBI) durante los últimos 14 años, una cada vez más importante inserción externa, una inflación que no supera el 3% anual, niveles de desempleo relativamente bajos, un superávit fiscal y un endeudamiento público controlado, transformaron a Perú en una suerte de vedette en América Latina.

    Seguramente también contribuyeron a esa imagen las inversiones que está recibiendo, el récord de exportaciones alcanzado en 2011 o los acuerdos de comercio con vecinos (integra la Alianza del Pacífico junto con Chile, Colombia y México) y con Estados Unidos, Canadá, Corea del Sur, China, Japón, además del recientemente firmado con la Unión Europea. O la afirmación del Fondo Monetario Internacional (FMI) acerca de que la economía peruana es la mejor preparada de la región para enfrentar un eventual shock externo, o la distinción de su ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, como el mejor entre sus pares latinoamericanos según un ranking que publicó recientemente América Economía Intelligence.

    “De manual”.

    Hace pocas días, Castilla visitó Estados Unidos para publicitar las oportunidades que ofrece su país. Un país distinto al que conocían los inversores 10 años atrás.

    La economía de Perú se ubicó entre las más pujantes de América Latina. Su PBI creció desde 1999, y en los años más recientes —salvo en 2009— lo hizo de forma vigorosa. En 2012 la expansión fue de 6,3%, impulsada tanto por la demanda interna como externa, confirmó el viernes 15 el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). El gobierno proyecta que este año la producción registrará una expansión similar.

    La Cámara de Comercio de Lima señaló en un informe que entre 2001 y 2011 el país creció a un ritmo promedio de 5,8% anual, por encima del desempeño de América Latina, una tendencia que espera que se mantenga en el quinquenio 2012-2016. Eso es un salto frente al escenario de 1990, cuando el PBI había caído 5,1% frente al año anterior.

    Medido por la paridad de poder de compra, el Producto de Perú se situó en U$S 325.000 millones y superó al de Chile (U$S 319.000 millones), estimó este mes el FMI. La noticia se “regó por todos lados (...) como si se tratase de una goleada en eliminatorias” de fútbol, comentó “El Comercio” en un artículo publicado el lunes 18 bajo el título “¿La economía peruana está mejor que la chilena?”. Pero el análisis llamó a frenar el exitismo y concluyó que deberían sucederse entre 15 y 20 años con un crecimiento anual 3% superior al de Chile para que los PBI de ambos países en dólares nominales queden igualados.

    “Empezamos a hacer políticas macroeconómicas normales. Casi de manual. Abandonamos las cosas raras o exóticas que hacíamos en la década de 1980 y que ahora hacen los colegas argentinos o venezolanos”, explicó a Búsqueda Waldo Mendoza, doctor en Economía de la Universidad Católica de Lima y jefe del departamento de Economía de esa entidad académica.

    En 1990, Perú tenía múltiples tipos de cambio, el Índice de precios al consumo había subido 7.649%, la deuda pública significaba el 50% del PBI y la mitad de la población era pobre.

    “Nuestro punto de partida fue bajísimo. Tener 17 tipos de cambio no es ni liberalismo ni compromiso, es una estupidez. Dejábamos subir la inflación maquillando cifras. Perú se había quedado dormido por casi 30 años. En 1990, el PBI per cápita era idéntico que a fines de 1960. Ningún país latinoamericano había caído tanto como Perú. Levantarse del fondo siempre es un poco más sencillo”, analizó.

    Hoy Perú tiene un único tipo de cambio (a 2,56 soles un dólar), una inflación que en 2012 fue 2,6% y una deuda pública que equivale a 21,2% del Producto. Asimismo, las finanzas estatales son superavitarias en cerca de 2% del PBI.

    Algunas transformaciones legales contribuyeron al cambio. “En 1992 hicimos una reforma constitucional que sirvió mucho. Nuestro Banco Central era muy dependiente del gobierno y cada vez que se quedaba sin dinero, le prestaba el Banco Central. Así se emitía, crecía la cantidad de dinero y eso impactaba en la inflación. Hoy, si el presidente del Banco Central le presta un sol al gobierno, va a la cárcel”, ilustró ese economista.

    A esto se sumó la estabilidad de las políticas macroeconómicas. Castilla, el actual ministro de Economía de Perú, ejerció como subsecretario del mismo Ministerio durante el gobierno de Alan García (2006-2011). Y el titular del Banco Central de Perú, Julio Velarde Flores, se mantuvo en su cargo tras la llegada al poder del presidente Ollanta Humala.

    “La política macroeconómica actual es la misma que la del gobierno de García, es la misma que la del gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006), y se parece mucho a la de Alberto Fujimori (1990-2000). No hemos tenido virajes virulentos en el manejo de la economía”, dijo Mendoza.

    “Hoy no necesitamos al Banco Mundial, al Banco Interamericano de Desarrollo o al FMI porque tenemos la capacidad de endeudarnos donde queramos. En bonos, aquí y afuera”, agregó.

    En estos años la economía peruana también se abrió más al mundo. “Vino el convencimiento de que una economía pequeña y abierta como la de Perú no puede sostenerse sobre la base del mercado interno. Es imposible con tantos pobres. Nos convencimos de que el mercado grande está afuera y comenzamos a abrirnos. La palabra exportación comenzó a ser conocida por todo el mundo”, explicó el experto de la Universidad Católica de Lima.

    Las exportaciones peruanas están gravadas por impuestos, que rondaban el 60% en 1990 y actualmente se ubican entre 4% y 5%, aseguró ese economista.

    Inclusión social.

    Perú es un productor de bienes primarios. De hecho, el 80% de lo que el país exporta proviene de la minería (cobre y sus manufacturas, perlas finas y cultivadas, oro, piedras preciosas y combustibles minerales), café, té, harina y yerba mate. El resto son bienes no tradicionales con valor agregado, como prendas y complementos de vestir. China es su principal comprador, mientras que algunos de los productos textiles, el calzado o la joyería los vende también a Europa y Estados Unidos.

    “El ciclo expansivo de la economía peruana ha estado asociado al aumento en el precio de los productos mineros debido a la demanda asiática en general”, explicó a Búsqueda el economista Carlos Parodi, profesor principal e investigador de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico. “Pero lo cierto es que Estados Unidos y Europa hoy están en problemas y por ende demandan menos. Y la desaceleración de la economía china está impactando en el sector minero” peruano, agregó.

    En 2010 el gobierno implementó un programa de estímulo a las exportaciones que se financió con los superávit fiscales. Eso le permitió a Perú lograr un récord en ventas al exterior en 2011, cuando alcanzaron a U$S 18.000 millones, un 28% más que el año anterior. Tras eso, en 2012 los envíos bajaron 2,3%.

    “La minería es el sector que permite que el Estado tenga dinero para gastar. Es demasiado importante. El gran problema es que la economía es un medio. Y esos resultados tan positivos no se materializan en una mejora en el bienestar de muchos peruanos por la falta de capacidad de gestión pública”, estimó Parodi.

    El empleo aumentó —si bien más del 40% puede considerarse informal— y la desocupación se redujo a 6,1% de la población activa de la Lima metropolitana en noviembre-enero pasado, según datos del INEI.

    La pobreza bajó en los últimos años, desde niveles altos. Según las cifras más recientes, que corresponden a la medición de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, pasó de 31,3% de la población aproximadamente en 2010 a 28% en 2011.

    “A este paso, con este crecimiento, en 10 o 15 años la pobreza será bien pequeñita”, dijo Mendoza.

    Por su parte, el economista Parodi aseguró que en Perú los servicios públicos “son pésimos. Y eso es lo que genera tantos conflictos sociales, porque la gente sabe que la economía está bien, que somos los mejores de América Latina, pero no sienten el crecimiento. No hay una sensación extendida de bienestar. Si bien puede ser que el ingreso haya mejorado en todos los segmentos, no ha mejorado lo suficiente en los de menores ingresos como para que estos puedan acceder a escuelas privadas”.

    Con una geografía diversa —en donde confluye parte de la cordillera de los Andes con zonas desérticas y una selva que se extiende por el 60% de la superficie del país—, la integración social de los más de 30 millones de peruanos se hace difícil. “Se han tomado como ejemplo los programas de transferencias condicionadas de México o Chile. Pero la geografía de Perú es complicada. ¿Cómo incluyes a quienes viven en lo alto de los Andes con los que viven en lo más adentro de la selva? No es casual que los departamentos o regiones del país con menos pobreza, estén todos en la costa, y los que tienen más pobreza están en la sierra y la selva. Ahí hay que trabajar en infraestructura”, opinó.

    Este mes, el Ministerio de Transporte anunció un plan de inversiones por U$S 9.500 millones que se ejecutará hasta 2016 e incluye hidrovías, infraestructura aeroportuaria, puertos y una línea de metro.

    En 2011, el gobierno de Humala creó el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social con la intención de disminuir la brecha de ingresos entre pobres y ricos. Esa nueva cartera “tiene programas de corto plazo para atender a grupos vulnerables. Pero son los Ministerios de Salud y Educación, que tienen que ver con la inversión en capital humano para el futuro, los que necesitan ser reformados para que realmente se logre incluir a toda la población”, sostuvo Parodi.

    Mientras, en su edición del 2 de febrero, la revista “The Economist” tituló uno de sus artículos destacados: “La rugiente economía de Perú: agárrense fuerte”. Alertó que la evolución del tipo de cambio, la extensión del crédito y el boom en la construcción podrían atentar contra el crecimiento sostenido.