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La llegada de Martín Lema al Ministerio de Desarrollo Social (Mides) marcó varios cambios en la impronta de la gestión. Uno de los más notorios en los últimos meses es la articulación con el sector privado. Es una preocupación permanente del ministro. En cada reunión o conversación casual con referentes de empresas, instituciones o fundaciones busca posibilidades de trabajo en común que luego intenta convertir rápidamente en donaciones, acuerdos o convenios.
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Los ejemplos abundan en cantidad y en variedad. Esta semana el Mides presentó un convenio con Peñarol y Nacional para que beneficiarios de programas de la cartera puedan participar de actividades de integración en esos clubes, que incluyen visitar los estadios y conocer a los jugadores. La semana pasada, en la misma sala de conferencias del ministerio había dado a conocer un acuerdo con la Cámara de la Construcción para generar oportunidades laborales.
Las autoridades no ven estas iniciativas como colaboraciones aisladas sino que exploran esa línea de trabajo como una política a profundizar. Por un lado, el ministro ve en ese trabajo un mensaje político: considera que todos los actores de la sociedad deben implicarse en el desarrollo social y cree que esos acuerdos dan señales de un país integrado. “Son expresiones del país que queremos”, ha dicho en más de una oportunidad en las instancias de presentación de convenios.
Más allá de señales y mensajes, fuentes del ministerio consultadas para esta nota indicaron que se trata de “herramientas diversas” sin costo para la cartera que pueden complementarse entre sí para promover “una mayor inserción social” de la población destino. En esa línea, subrayan que la mayor parte de los convenios apoyan líneas de trabajo como la formación, la inserción laboral y la inserción sociocultural. También indicaron que hay un trabajo del Mides de valoración de cada caso para determinar a qué tipo de población aplicar cada acuerdo.
Un resumen al que accedió Búsqueda muestra que en los últimos meses el Mides logró al menos 20 donaciones o convenios sin costo. Entre las donaciones la cartera recibió 1.000 recargas de garrafas, 20 camas y colchones, 10 dispositivos de lectura digital para personas con discapacidad visual, 1.150 frazadas, 2.300 kilos de alimentos de productores rurales y comida congelada por hasta un monto equivalente a US$ 123.500.
Unilever donó dos anafes, dos hornos industriales y talleres de temáticas como cocina, higiene y desinfección, para el centro El Hornero, especializado en la atención de mujeres con hijos a cargo. Ese acuerdo generó polémica en redes sociales por la forma en que la compañía divulgó el taller de desinfección que había realizado para las mujeres del centro.
El cupo y las madrinas
Uno de los ejes de mayor énfasis en la articulación con privados está puesto en la firma de convenios de formación o de oportunidades laborales. En la primera de esas líneas, el Mides logró acuerdos con la Alianza Cultural Uruguay-Estados Unidos para dictar cursos de inglés a 315 participantes. También, según informaron a Búsqueda desde la cartera, están próximos a cerrar otro con UTU enfocado en capacitaciones vinculadas a la construcción y con el Instituto Bios.
Para iniciativas de inserción laboral, el objetivo de la cartera es establecer, mediante convenios con empresas e instituciones, un “cupo” que les dé prioridad en las vacantes de trabajo a personas derivadas de programas del Mides. En los últimos meses se firmaron acuerdos con la Cámara de la Construcción, la Fundación Tienda Inglesa, el Grupo Ta-Ta, el Bar Facal y Grupo Gamma.
Las autoridades del Ministerio están entusiasmadas con algunos resultados que esta línea de trabajo empieza a mostrar. Según dijeron, ya hay unas 25 personas trabajando en esas empresas como resultado de los convenios, o próximas a hacerlo. Además, dijeron que en algunas semanas esa cifra crecerá a más de 50.
La firma de estos convenios es vista por el ministerio como una experiencia piloto del programa Accesos, el sustituto de Uruguay Trabaja, que se pondrá en marcha en 2022. La última fase del nuevo programa buscará el egreso de los participantes a la inserción laboral en el ámbito privado y para eso se crea un modelo de “empresas madrinas”. Con los convenios firmados este año pretenden ir consolidando el vínculo y aceitando el funcionamiento.
Un ministro y un CEO
Lucía La Buonora, presidenta de la Unión de Trabajadores de Desarrollo Social, considera que la multiplicidad de convenios y acuerdos firmados en los últimos meses forman parte de una nueva “visión de cuál es el rol del mundo privado en la política social”. La dirigente sindical lo emparenta con una tendencia a la “privatización”, que afirma que se repite en otras áreas de la gestión.
Si bien reconoce que las donaciones y los convenios pueden tener efectos positivos, ve al mismo tiempo varios aspectos “problemáticos”. Una de sus preocupaciones es la pérdida de control del Estado sobre las políticas sociales que se desarrollan y también sobre su calidad y su enfoque. Como ejemplo, pone el caso de Unilever y los talleres a mujeres del centro El Hornero y apunta que el Mides tiene numerosos programas que contienen actividades de “promoción de hábitos de higiene a niños, niñas y familias enteras” con su propio enfoque.
“Es complejo esto de que sean las empresas las que marquen qué es lo que le llega y qué no a la población objetivo del Mides. Sobre todo cuando paralelamente tenés un debilitamiento muy fuerte de todos los sistemas de acompañamiento social a esta población”, argumentó.
En esa línea, describió los convenios como acuerdos de “yo te doy y vos me das” definidos por “un ministro y el CEO de una empresa” que dejan al margen a la “burocracia” del ministerio.
“Al final ves a los destinatarios de la política pública como consumidores, como gente a la que le das incentivos”, dijo. También matizó la afirmación de que los acuerdos no tengan costo, porque las donaciones generalmente derivan luego en renuncias fiscales del Estado.
Sobre los convenios laborales, de nuevo consideró que pueden ser buenos pero abren lugar a algunas preocupaciones. Una de ellas es la selección de las personas que acceden a esos puestos, en la que ven hasta ahora falta de criterios claros y transparentes.
Por otro lado, advierte sobre el riesgo de un “cambio de óptica” que pone el foco en el sector privado, en lo que este puede ofrecer y en lo que necesita. Para La Buonora es necesaria una definición más clara sobre qué es lo que realmente aporta el privado en esos acuerdos.
“La política social entra donde el mercado ya falló. Ahí tenés un problema. Vos volvés a meter empresas que en realidad son muy expulsivas y fomentan modelos de desarrollo que ya expulsaron a estas personas del mercado de trabajo. Eso es complejo. ¿Dónde está el foco? Trabajo de reponedor en Ta-Ta hay, en la construcción también. Estas personas podrían haber llegado por el Gallito Luis. Por algo a esta población ya no le resultó. Hay que pensar por qué, mucho más que ver qué es lo que puede ofrecer y necesitan Ta-Ta y Tienda Inglesa”, dijo.