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Dentro de un mes, Estados Unidos volverá a ser el anfitrión de la novena Cumbre de las Américas, como lo fue en su primera edición de 1994. El encuentro, que se llevará a cabo entre el 6 y el 10 de junio en Los Ángeles, es visto por el Departamento de Estado de Estados Unidos —el equivalente al Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay— como el evento “de mayor prioridad” para el presidente Joe Biden respecto al hemisferio.
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En ese marco, Uruguay pretende lograr un encuentro bilateral de al menos 20 minutos de duración entre los mandatarios de los países. Atrás de ese objetivo está trabajando el embajador, Andrés Durán, según dijeron a Búsqueda fuentes de Cancillería. Desde la Embajada de Estados Unidos en Uruguay se señaló que el interés en que se concrete la reunión es mutuo y que si no ocurrió antes fue por la pandemia.
Pese a que desde la Casa Blanca se lo ha definido como el “único” evento que reúne a los líderes de todo el hemisferio, el anfitrión no invitó a esta instancia a Cuba, Venezuela ni Nicaragua. Por eso, todos los encuentros bilaterales son considerados “señales de simpatía” extra, como suelen llamarle en la Organización de Estados Americanos (OEA). Con México lamentando públicamente las exclusiones, Brasil afrontando un proceso electoral que puede generar un drástico golpe de timón y Argentina con una nueva crisis interna en el gobierno, Uruguay integra un grupo de países al que Estados Unidos —cuyo presidente es por lejos la figura más requerida— pretende dar esas señales, así como Costa Rica, Chile, Ecuador y Colombia.
En el gobierno ven el eventual encuentro “como una continuación del que el canciller (Francisco) Bustillo tuvo durante su última visita a Estados Unidos”, dijeron a Búsqueda fuentes del ministerio. El 12 de abril en Washington Bustillo se reunió con su par norteamericano Anthony Blinken. Ambos acordaron la puesta en funcionamiento de un Diálogo Interministerial Bilateral Anual en distintas áreas, tanto comerciales como culturales. Ese encuentro, pautado de antemano en 45 minutos, terminó extendiéndose durante más de una hora. Se espera que una reunión entre Biden y Lacalle Pou se desarrolle en condiciones similares.
“El presidente va a tener que basarse en las conversaciones previas realizadas a otro nivel para lograr resultados concretos, algo que no es fácil de conseguir. Hay que aprovechar hasta el último minuto”, agregó el informante.
Si bien los contactos para lograr un encuentro están “muy avanzados” y existe “interés mutuo”, no se descarta la posibilidad de que la reunión ocurra por fuera de la cumbre de Los Ángeles.
Encuentro entre el Canciller Francisco Bustillo y el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. Foto: Presidencia
Profundizar el TIFA
La sustentabilidad es uno de los temas que hoy interesa más a Estados Unidos. Está muy presente en la agenda del presidente Biden y, en consecuencia, se da como un hecho que estará entre los puntos a abordar en las conversaciones con Uruguay. De hecho, el lema de la cumbre es “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”. Por su parte, desde el lado de Uruguay se apuesta a una profundización del Acuerdo Macro sobre Comercio e Inversiones (TIFA, por su sigla en inglés).
Suscrito en 2007, el TIFA fue visto en un principio como una suerte de premio consuelo ante la imposibilidad de suscribir un tratado de libre comercio (TLC), que era la intención original del entonces presidente Tabaré Vázquez, resumida en la recordada frase “el tren pasa solo una vez”. Sin embargo, en Cancillería se resalta que ese acuerdo facilitó el comercio bilateral, permitió acuerdos aduaneros, la redacción de protocolos diversos (como el combate a la corrupción) y autorizaciones fitosanitarias.
“Una renegociación del TIFA, que estuvo en la agenda de Bustillo en su último viaje y no pudo culminarse, sería una linda cocarda. A Estados Unidos no le mueve la aguja, pero podría servirle como señal”, indicó a Búsqueda otra fuente de Cancillería.
El Partido Demócrata, al que pertenece Biden, es menos proclive que el Republicano a aperturas comerciales con terceros países. Sin embargo, en Uruguay creen que una profundización de acuerdos ya existentes puede ser considerada una estrategia política válida de Washington en el actual contexto regional.
De acuerdo con las estadísticas de Uruguay XXI, Estados Unidos fue en 2021 el tercer destino de las exportaciones uruguayas, luego de China y Brasil, con US$ 554 millones. También fue el cuarto origen de las importaciones al país, tras Brasil, China y Argentina, con US$ 540 millones.
Además de profundizar el intercambio comercial, la intención del gobierno de Lacalle Pou es promover más inversiones en el país.
Desde la óptica de Estados Unidos también puede haber interés por temas regionales, como los movimientos políticos que se puedan dar en Brasil tras las elecciones de octubre. La presencia del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva —favorito en las encuestas— en la tapa de la última edición de la revista Time es significativa del interés de ese país, que no tiene en el actual mandatario Jair Bolsonaro a un interlocutor fluido. La cercanía de Uruguay lo convierte en un eventual aliado clave para América del Sur.
Como contracara, en la Cancillería uruguaya creen que los tratados de libre comercio (TLC) que Uruguay está negociando con China y Turquía no estarán sobre la mesa en la eventual conversación con Biden, algo que sí ha estado a nivel de cancilleres. Según explicaron fuentes diplomáticas, ese tipo de temas, a menos que haya un vínculo estrecho entre los mandatarios participantes, se maneja en ámbitos más técnicos. Además, si bien en Estados Unidos no ven con buenos ojos ese tipo de vínculos de países de su órbita con otros con los que su relación no es armónica, tampoco ven que haya avances significativos en las negociaciones y por eso “consideran mejor que se diluyan solas”, según expresaron a Búsqueda fuentes diplomáticas.