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    Con la pandemia y la virtualidad, aumentó 30% la aprobación en Ciencias Económicas; preocupan “las trampas” en las evaluaciones

    La adaptación del sistema educativo uruguayo terciario al contexto de la pandemia ha supuesto, entre otras cosas, un aumento de la preocupación por “las trampas” de algunos estudiantes durante las evaluaciones virtuales. La educación online que impuso la emergencia sanitaria por el Covid-19 aumentó sensiblemente los niveles de aprobación en algunas carreras y también las posibilidades de prácticas prohibidas. Copiar en exámenes y pruebas escritas, plagiar y falsificar datos en trabajos académicos, son conductas deshonestas extendidas en plataformas digitales. Autoridades y profesores coinciden en la necesidad de cambiar las formas de evaluar ante los nuevos escenarios.

    Un caso significativo es el de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA) de la Universidad de la República (Udelar), donde la aprobación de cursos en promedio aumentó casi 30% entre 2019 y 2020, el año cero de la pandemia, según datos oficiales procesados por Búsqueda.

    Uno de los factores que explican este fenómeno es el de los trucos que comparten los alumnos para mejorar los resultados de sus evaluaciones, hacer resúmenes automáticos, e incluso resolver problemas matemáticos.

    De acuerdo al análisis, entre áreas de conocimiento de las diferentes carreras, Matemática pasó de 33% al 42% de aprobación de un año a otro, mientras que el mayor salto en los niveles de aprobación se dio en el área de Economía (35%). Estos resultados surgen de la agrupación de las materias en función de la Unidad Curricular.

    “El escenario de enseñanza en línea tuvo efectos tanto en una mayor matriculación, como en la retención estudiantil y mejora de los resultados”, dijo a Búsqueda el decano de la facultad, Jorge Xavier.

    “Uno en general tiende a pensar que en estas circunstancias de enseñanza en línea es más sencillo desarrollar alguna estrategia de tipo ‘colaborativo’ entre estudiantes para aprobar un examen o un curso. Pero hay múltiples factores que explican que más estudiantes hayan aprobado los cursos”, aseguró.

    El decano reconoció no obstante el problema generado por los altos niveles de copia en las evaluaciones individuales en línea. “Existen, suceden y han aumentado” en estos meses, afirmó. “Es más, yo he denunciado varios casos y algunos de ellos se han sancionado”, añadió, y explicó que “suelen ser muchos los alumnos implicados, porque comparten información a través de mecanismos como grupos de WhatsApp, y entrás a contar y son 40…”.

    La extensión de estas prácticas fraudulentas provoca preocupación a nivel de las máximas autoridades universitarias, según supo Búsqueda, porque cuestiona la validez de las calificaciones y la credibilidad de los certificados y titulaciones, genera descrédito y desconfianza institucional.

    “Si querés hacer trampas es fácil; copiás lo que quieras, es difícil que te puedan controlar, y con las plataformas digitales es más fácil: se ponen los materiales fuera de plano de la pantalla y compartís las respuestas por WhatsApp con otro celular”, contó un estudiante que cursa el último año de la carrera de Economía.

    Estos “atajos” académicos demuestran que la ética es “una materia pendiente para muchos estudiantes” y que las competencias digitales de los alumnos suelen ser más evolucionadas que las de algunos docentes, apuntó un profesor de ese servicio universitario.

    “Prácticas colaborativas”

    Cuando al decano Xavier le notificaron la extensión de ciertos métodos tramposos a través de las plataformas digitales, primero se preocupó. Pero luego se interesó por “la capacidad de esos alumnos de superar problemas de forma cooperativa, solidaria y con las herramientas a su alcance para el aprendizaje”.

    Xavier cree que en el fondo los estudiantes están cuestionando cómo se los examina y a su entender eso tiene “aspectos francamente positivos”.

    “Este nuevo escenario tiene un enorme valor, porque para empezar están conectados entre ellos y con otros grupos por WhatsApp (...); porque se aprende mucho más compartiendo en comunidad que en solitario”, dijo, para concluir que “el medio que usan estos estudiantes debería ser parte de la solución”.

    Los problemas, empero, surgen cuando estas “prácticas colaborativas” se trasladan a los espacios de evaluación individual. Allí es donde se aplican las sanciones que van desde la pérdida de un curso hasta la inhabilitación para presentarse a períodos de examen.

    Sin embargo, según Xavier, el mayor desafío está en que la adaptación del sistema educativo al sistema virtual ha sido forzada, rápida y sin tiempo suficiente para planificarla.

    En la comparación temporal, el aumento de los niveles de aprobación de materias de los últimos años de carrera, tercero y cuarto, en 2020 casi duplicó al de los cursos introductorios o iniciales.

    Ya en 2021 el porcentaje de aprobación general continuó subiendo —en el primer semestre—, y en muchas áreas de conocimiento la tendencia se revirtió casi totalmente; es el caso de Matemáticas, Contabilidad y Derecho.

    La facultad desarrolló “una campaña de concientización” ante “trampas o ciertas prácticas prohibidas” multiplicadas durante la pandemia que forzó a la adopción de modelos didácticos basados en la enseñanza y en las evaluaciones en línea.

    El consejo de la facultad aplicó “decenas” de sanciones por copias y también por plagios, y la mayoría de las unidades curriculares “ajustaron” sus procedimientos de evaluación no presencial. Según el decano, también se modificaron los contenidos de algunas materias, “todo lo cual ha exigido un proceso de adecuación muy fuerte y acelerado de los cuerpos docentes”.

    “Aprendimos sobre la marcha a trabajar en nuevos escenarios y ahora se están viendo los resultados”, valoró el decano, para quien la virtualidad ha implicado asimismo “una mayor contención familiar” para los alumnos, sobre todo en aquellos del interior.

    Ante este panorama, a principios de noviembre el consejo de Ciencias Económicas definió continuar las actividades educativas a partir de 2022 integrando la tecnología a la presencialidad, e incluso facilitando que ciertas opciones curriculares sean “exclusivas de enseñanza en línea”, como en algunas áreas de Administración y Contabilidad, mientras no comprometan los estándares de calidad.