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En la construcción, el nivel de empleo y las remuneraciones mejoran en momentos de crecimiento de la actividad, pero presentan “fuertes caídas” en períodos recesivos. Dicho “carácter procíclico” hace a los puestos de trabajo de esa industria más vulnerables que de los demás sectores de la economía.
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Eso señaló el Centro de Estudios Económicos de la Industria de la Construcción (Ceeic) en el marco de una caracterización socioeconómica del sector realizada en base a microdatos de las Encuestas Continuas de Hogares del Instituto Nacional de Estadística —para las localidades de 5.000 y más habitantes— en el período 1995-2014. En ese último año el empleo en la construcción alcanzó su nivel más alto desde que se llevan estadísticas (unos 117.000 trabajadores). Datos del Banco Central de años más recientes indican que el sector entró en una fase recesiva o de bajo crecimiento, en cuyo marco se perdieron puestos de trabajo.
Según el análisis del Ceeic la mayoría de los trabajadores de la construcción eran hombres de entre 38 y 40 años, residentes en el interior del país, jefes de hogar con menor nivel educativo que la población promedio y con más prevalencia de la pobreza que el resto. Cuatro de cada 10 trabajaban “en negro”, sin registro en la seguridad social.
Caracterización.
Según el Ceeic —una entidad vinculada a la Cámara de la Construcción y la consultora CPA/Ferrere—, en los 20 años que abarcó el período de análisis el empleo en el sector pasó de representar 7,5% al 8,4% del total de los ocupados en la economía.
En 2014, seis de cada 10 ocupados en la construcción eran asalariados, mientras que cerca de un tercio del total era cuentapropista con y sin local. Los patrones eran 4%.
Aproximadamente 70% del personal trabajaba más de 40 horas semanales.
Respecto al nivel educativo, en el último año de análisis el 34% de los empleados había cursado primaria como máximo, 45% tenía educación secundaria, 15% contaba con estudios técnicos y 5% alcanzó el nivel terciario. Aunque los trabajadores de la construcción tienen en promedio un menor nivel educativo que los de otros sectores, eso mejoró en las últimas dos décadas.
A su vez, el Ceeic encontró que el personal ocupado del sector se concentra en hogares de menor nivel educativo, al analizar el promedio de años de enseñanza formal de los adultos con 21 años o más de la familia.
La mayoría de las personas declaró ser jefe de hogar y residente en el interior (más del 60% en ambos casos). En 2014, 38% de los ocupados vivía en Montevideo, 16% en Canelones y 10% en Maldonado.
Formalidad y pobreza.
Si bien la informalidad en la construcción se redujo (a 42% en 2014), la proporción de empleos no registrados ante el Banco de Previsión Social es muy por encima del resto de los sectores (22%), subrayó el Ceeic. Agregó que ese “rezago” implica que las tasas actuales de formalidad en la construcción “recién se asemejen en 2014 a las del (período) 1995-2005 del resto de los trabajadores”.
Los asalariados son el grueso de los ocupados formales de la construcción (97%). En 2014, algo menos de la mitad (45%) trabajaba en empresas de 50 o más empleados.
Con la reactivación de la economía y algunas megainversiones concretadas en los años recientes, la recuperación del poder de compra de los ingresos de los trabajadores de la construcción fue más acelerada que para los del resto, según el análisis. Agregó que ello incidió en su movilidad desde los quintiles más bajos de la distribución, hacia niveles medios y superiores.
Aunque los ocupados en esta industria han mostrado mayores niveles de pobreza que los trabajadores del resto de los sectores, su recuperación salarial permitió que la brecha se redujera desde 2012.