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Si hay un artista que debería haber venido antes a Uruguay, sin dudas, ese tendría que ser Phil Collins. Antes que Bryan Adams, Sting, Elton John. Incluso antes que Ringo Starr o Paul McCartney. Con él se cierra el círculo de esos músicos maravillosos que marcaron una época. La de él, los años 80. Los dorados tiempos de los discos y casetes (Collins es uno de los tres músicos que han vendido más de 100 millones de álbumes junto a Macca y Michael Jackson), de los conciertos a beneficio (tiene el récord Guinness por tocar el mismo día en el Live Aid de Londres y Nueva York, en 1985) y de las radios de FM: es uno de los artistas que más canciones colocaron en el primer puesto de los rankings durante esa década. Ni que hablar en Uruguay. Prender hoy la radio en cualquier emisora musical de Montevideo es vivir todavía en esa época. Puede sonar a crítica o no. Las entradas (casi) agotadas para el concierto del sábado 17 en el Estadio Centenario, que a primera hora presentará a The Pretenders (ver recuadro), reflejan el merecido reconocimiento a una voz que forma parte de los recuerdos de muchos uruguayos a través de sus melodías.
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Las puertas del Centenario abrirán a las 16 h. El show de los Pretenders (ver recuadro) está marcado para las 19.30, y a las 21 comenzará The Legendary Phil Collins Live. Las entradas para los sectores vip delanteros y para la Platea Olímpica están agotadas. En Red UTS (locales Red Pagos, Tienda Inglesa y reduts.com.uy) quedan unas 2.000 localidades para los tres anillos de la Tribuna Olímpica.
“El show es un recorrido por mi carrera. Vamos a tocar todo lo que la gente quiere escuchar. La banda es fantástica, he tenido mucha suerte de tener a tan grandes músicos conmigo. Es muy bueno tener a Nick en el escenario. Tiene mucha energía y al público le encanta. Estoy muy orgulloso”. Nick es Nicholas Collins, uno de sus hijos, a cargo de la batería en esta gira. Phil ya no toca ningún instrumento desde hace mucho tiempo por los graves problemas de salud que ha padecido. Solo canta. Y lo hace muy bien, de acuerdo con las imágenes que circulan de esta gira por YouTube. La fórmula se repite en cada presentación. Sube al escenario ayudado por un bastón, se sienta en un sillón frente al público y ataca con una carga de clásicos que disipan cualquier duda sobre su final. De ahí que la gira lleve el curioso nombre Not Dead Yet Tour (Aún no estoy muerto).
Una carrera llena de éxitos… y fracasos.
“Se busca un baterista sensible a la música acústica”, decía el anuncio que respondió para formar parte del Genesis de Peter Gabriel durante los años 70, la era del rock progresivo. Marcó el ritmo de la banda hasta que el líder se fue y tuvo que tomar el micrófono y las riendas del grupo. Nadie echó de menos a Gabriel y con su estilo llegó el éxito mundial. Entonado por las buenas críticas decidió probar suerte como solista. Desde su debut en 1981 con el disco Face Value, no paró de crear clásicos. El primero fue directo al mentón: In the Air Tonight lo catapultó al estrellato y lo hizo millonario. Después vinieron One More Night y Against All Odds, entre las mejores baladas de la historia, bautizada así por la película de Taylor Hackford —traducible como Contra todo pronóstico o por la expresión “contra viento y marea”—, pese a que Collins batalló por que se llamara Take a Look at Me Now. Le siguieron Easy Lover, Sussudio, Another Day in Paradise (inspirada en un homeless que conoció en Estados Unidos) y otras tantas. Entre 1984 y 1989 Collins lideró las listas de éxitos de todo el planeta en ocho ocasiones. Ganó varios premios Grammy, Globos de Oro y hasta un Oscar, por la canción de Tarzán (You’ll Be in my Heart). Pero sus triunfos no se traducen solo en canciones. Collins ha influido a una nueva generación de artistas de la talla de Adele, Lorde, Pharrell Williams, Beyoncé y Kanye West, quienes en múltiples ocasiones le han prodigado su admiración en público.
“Gracias a los seguidores, a mi familia y al apoyo de algunos artistas extraordinarios logré redescubrir mi pasión por la música y también volver a tocar en vivo”, reconoce el veterano Phil, un señor quien ha vivido sus 67 años con intensidad, con sus victorias y sus fracasos. Sobre todo en lo personal. Tres matrimonios fallidos, una fortuna gastada en divorcios y clínicas de rehabilitación, graves problemas de salud como la sordera parcial en un oído y la luxación de una vértebra que dañó los nervios de sus manos. Nada de eso importará el sábado cuando las luces se apaguen y comiencen los primeros acordes de Against All Odds. Cerraremos los ojos y automáticamente vendrán los buenos recuerdos. La música hará el resto.