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    Corona de plumas

    Se entregaron los Premios Platino del Cine Iberoamericano

    Punta del Este (Juan Andrés Ferreira, enviado). “En el mundo del cine iberoamericano no ha sucedido nada igual en los últimos tres años”. Es Edward James Olmos quien habla. La voz clara y firme del actor estadounidense, hijo de padre mexicano, conocido por sus interpretaciones del teniente Castillo en la serie Vicio en Miami y del agente Graff en Blade Runner: “No hay nada que se acerque a lo que está pasando con esto”. Y por esto, el también músico y director se refiere a los Premios Platino del Cine Iberoamericano, cuya tercera edición se celebró el domingo 24 en el recientemente inaugurado —aunque no completamente terminado— Centro de Convenciones de Punta del Este en la zona de El Jagüel. Algunos medios los llaman “los Oscar de Iberoamérica”. Y algo de eso hay.

    La colombiana El abrazo de la serpiente, tercera película del realizador Ciro Guerra, se llevó siete de los ocho Platinos a los que aspiraba. Cuatro de ellos, uno detrás de otro: mejor dirección de montaje, dirección de arte, dirección de fotografía y dirección de sonido. También ganó los premios al mejor director y mejor película iberoamericana de ficción. La primera producción colombiana que compitió por el Oscar está inspirada en los diarios de un explorador alemán y un biólogo estadounidense. En el relato, que transcurre por dos líneas de tiempo, 1909 y 1940, los viajes de ambos se conectan con Karamakate, chamán interpretado por los indígenas Nilbio Torres en su juventud y Antonio Bolívar en la vejez. Los no-actores estuvieron en la ceremonia. Bolívar llegó a la alfombra roja portando una corona de plumas con los colores de la bandera de Colombia. Y les ganó a todos.

    Los Platino fueron creados por Egeda (Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales) y Fipca (Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales) para elevar el perfil y el crecimiento de la producción cinematográfica de Iberoamérica, donde surgieron, este año, 826 estrenos. Son premios itinerantes. La primera edición fue en Panamá y la segunda en Marbella, España. Tras Punta del Este, el próximo destino será Madrid.

    Como es usual en estas celebraciones, todo empieza en la alfombra roja. Por allí desfilaron Javier Cámara, Andrea del Boca, Angie Cepeda, César Troncoso, Cecilia Roth, Imanol Arias, Diego Boneta, Eduardo Noriega, Eugenia Suárez, Jorge Perugorría y Vanessa Saba, Gia Love. La lista es larga. Las estrellas invitadas entregaron los premios. Y como es habitual en este tipo de celebraciones, hubo de todo. Números musicales, entre ellos, el tango a dúo de Rubén Rada y Diego Torres (“Bien, Dieguito”, dijo Rada), Paulina Rubio ofreciendo —playback mediante— un compilado de sus hits, momentos de humor involuntario o de breve incomodidad (Cecilia Roth adelantándose a anunciar un premio, pero frenada a tiempo), discursos efectivos, emotivos, previsibles, intervenciones especiales (Boris Izaguirre, glorioso), bromas de diverso grado de efectividad, e improvisaciones magistrales, cortesía de Santiago Segura, conductor de la ceremonia junto al mexicano Adal Ramones, y la uruguaya Natalia Oreiro, que al inicio del show cantó Garota de Ipanema.

    Una de las preguntas que más se repite durante el recorrido hacia la ceremonia: “Natalia, ¿quién te hizo el vestido?”. Respuesta: “Lo diseñé yo”. Pero el modelo no está a la venta.

    –Es de seda natural —dice Oreiro.

    –Y yo soy el gusano del que sacó la seda —dispara Segura.

    –Y ella es la mariposa —ríe la uruguaya, la mirada apunta a Ramones.

    Las ocurrencias de Segura a veces van acompañadas de una sonrisa pervertida, a veces con cara de nada.

    –Cuando hiciste Torrente, en 1998, ¿te imaginabas que ibas a terminar conduciendo la gala de los premios Platino?

    –Sí. Desde hace 18 años lo sé.

    Un poco más adelante:

    –¿Cómo se prepararon para esta noche?

    –Estuve dos años en el Tíbet.

    La entrega comenzó con la distinción a Ixcanul como mejor ópera prima. La película guatemalteca dirigida por Jayro Bustamante sigue a María, adolescente maya cakchiquel que vive en una finca sobre las faldas de un volcán y que intentará torcer su destino, previamente arreglado por otros. La producción, una de las favoritas como mejor película, tenía ocho nominaciones. El sábado 23 había recibido el premio del público, que también distinguió a Penélope Cruz por Ma Ma, de Julio Medem. Su trofeo fue recibido por uno de los productores, Álvaro Longoria, director del impresionante documental sobre Corea del Norte The Propaganda Game, nominado en la categoría que ganó la chilena El botón de Nácar. El público también eligió a Ricardo Darín como mejor intérprete por su trabajo en Truman. “Ojalá que estos premios tengan una larga vida”, dijo en la conferencia de prensa previa a la ceremonia. Expresó su agradecimiento: “Uno, en el fondo, sabe que es demasiado”. La noche del domingo, el público lo aplaudió de pie. Al recibir el Platino de Honor: “Es un poco mucho”. El actor-símbolo del cine argentino dijo que odia los discursos, que por eso no preparó ninguno. “No quería competir con el que hizo Antonio Banderas, que todavía tengo en mi cabeza y con el que estoy muy de acuerdo”. Pero igual: “Lo que perseguimos es que se valore el trabajo, el esfuerzo de tantos colegas de tanto talento, diseminado por nuestra región. Muchas veces nos sentimos inhibidos por el apabullamiento de las grandes superproducciones. No tenemos que bajar los brazos. Tenemos que tener confianza en nosotros mismos”.

    Otros dos argentinos premiados: Guillermo Francella por su siniestro Arquímedes Puccio en El clan, y Dolores Fonzi por Paulina, titulada La Patota en Argentina, remake del filme de Daniel Tinayre con Mirtha Legrand. Fonzi, tras agradecer al equipo de la película: “Gracias a mi mamá, que cuidó a mis hijos para que pudiera hacerla”. Controlando la emoción dedicó el premio “a las mujeres víctimas de violencia y discriminación, para que el Estado deje de oprimir nuestros derechos”. Y exhibió una hoja con la inscripción: “#LIBERTAD PARA BELÉN”. Belén es una joven de Tucumán que desde hace dos años se encuentra presa, condenada por homicidio, por un aborto espontáneo. Según ella, no tenía idea de que estaba embarazada. “Libertad para Belén. Porque Belén somos todos y sin libertad no somos nada”. Aplausos.

    En un casting para el papel de director de una película como El abrazo de la serpiente, Ciro Guerra, con su mirada bonachona y su andar despreocupado, no da con el physique du rol. Opinión consensuada. Tiene la calma que tienen los que han descubierto algo importante y trascendental sin creerse importantes ni trascendentales. Más adelante, en la fiesta amenizada por Rada (“Palmas. Colaboren”, suplicó el Negro), cargará el trofeo como un niño lleva algo que le ha sido prestado.

    El premio que no ganó ese viaje casi de ciencia ficción que es El abrazo de la serpiente, el de mejor guion, lo recibió El club, chilena, dirigida por Pablo Larraín, sobre un grupo de sacerdotes católicos que la Iglesia decidió apartar de la sociedad para que cumplan penitencia por sus pecados. En ese purgatorio invernal son vigilados por una monja interpretada de un modo que despierta intranquilidad por Antonia Zegers, también nominada. Eso es El Club. El palmarés se completó con Atrapa la bandera (animación) y Una segunda madre, de Anna Muylaert, Premio al cine y educación en valores. En el estrado, Muylaert dijo “Fora Temer”, y en la traducción simultánea se escuchó “Fuera temor”. Rigoberta Menchú, Nobel de la paz, entregó el galardón. Con ella y con Darín, todos de pie.

    Vida Cultural
    2016-07-28T00:00:00