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    Crónicas de la medianoche

    Cartas y artículos de Raymond Chandler

    Se lo conoce como el gran maestro de la novela negra y de los guiones policiales de Hollywood. Sin embargo Raymond Chandler también tuvo una copiosa producción de cartas, ensayos y artículos periodísticos. Esta faceta del creador de Philip Marlowe aparece en A mis mejores amigos no los he visto nunca, que incluye artículos periodísticos por primera vez traducidos y algunos poemas del escritor, que son del todo olvidables.

    Chandler fue un escritor compulsivo de cartas. Se las dictaba a una grabadora por la noche y por la mañana su secretaria mexicana, Juanita Messick, las dactilografiaba. “Son las crónicas de un hombre de la medianoche, a menudo habladas en voz alta cuando estaba solo, electrificado por un insomnio que lo había perseguido desde su juventud”, comenta el prologuista Tom Hiney.

    Sus cartas eran frontales y en muchas desgranaba un humor amargo, cargado de frustración. Les escribía a sus editores, sobre todo al matrimonio de Alfred y Blanche Knopf, y a directores de revistas, como Charles Morton. Les hablaba de literatura, de la sociedad californiana y de la vida en general. “Nunca he ganado dinero escribiendo. Trabajo demasiado lento, descarto demasiado, y lo que vendo no es en absoluto la clase de cosas que quiero escribir”, dice en una carta a propósito de la inclusión de uno de sus cuentos en el semanario “Post”.

    Habitualmente sus títulos eran ignorados por la crítica, y en varias cartas muestra su fastidio a los editores por “venderlo” junto con otros escritores del género: “Espero que llegue el día en que no tenga que ver mi nombre junto al de Hammett y James Cain, como un mono de organillo. Hammett está bien. Le concedo todo. (...) Pero James Cain... ¡por favor! Todo lo que toca acaba apestando. Es en todos los detalles la clase de escritor que yo detesto, (...) un niñito de mente podrida con una tiza y una pared y nadie mirando”.

    En sus artículos, que no tienen desperdicio, examina a Hollywood, a la novela de misterio, a los agentes literarios y hasta a la ceremonia del Oscar con sus “caras de espantosa idiotez en las gradas de afuera del teatro”.

    Chandler nació en Chicago en 1888 y murió en California en 1959. Fue alcohólico, se casó con una mujer diez años mayor que él y nunca tuvo hijos, tampoco amistades duraderas. A su funeral asistieron diecisiete personas. Fue el último escenario de su novela negra.

    “A mis mejores amigos no los he visto nunca”, de Raymond Chandler. Debolsillo, 2013, 442 páginas, $ 280.