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Se han escrito ríos de tinta sobre el simbolismo de la escena final de Atrapado sin salida, la película más emblemática de Milos Forman. Razones para ello sobran. Por un lado, la potencia visual real de la escena, con el personaje del Jefe Bromden rompiendo las rejas del psiquiátrico, dejando atrás el encierro y la violencia institucional. Por otro, que la película fuera de Forman, quien había abandonado Checoslovaquia cuando la invasión soviética de 1968. El director daba su batalla ideológica en los términos que mejor sabía manejar: haciendo una película sobre el precio que se paga por ser libre.
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Los tanques soviéticos que entraron en Praga en 1968 encontraron a Forman en París, en donde estaba negociando la producción de su próximo filme. Despedido por su productora checa, Forman decidió trasladarse a Estados Unidos y probar suerte como director allí. Y es que para ese momento ya tenía en su haber un par de documentales y varios filmes, dos de ellos considerados centrales en la llamada “nueva ola” del cine checoslovaco: Los amores de una rubia de 1965 y ¡Al fuego, bomberos! de 1967. Ambas películas habían sido nominadas al Oscar a la Mejor película extranjera.
Como recuerda el diario The New York Times en su obituario, “Cuando Forman llegó a Hollywood a fines de la década de 1960, carecía de dinero y conocimientos de inglés, pero llevaba una cartera de películas checoslovacas muy admiradas internacionalmente por su espíritu extravagante y alegre”. Esto le bastó para conectarse con la industria estadounidense, aunque no impidió que sus primeras propuestas y proyectos fueran descartados.
Su primera oportunidad llegó en 1971, cuando dirigió Búsqueda insaciable (Taking off). Protagonizada por Lynn Carlin y Buck Henry, la película narra en clave de comedia el choque de una clásica pareja de los suburbios de Nueva York con la sensibilidad juvenil de la época. A pesar de todos los antecedentes de Forman, la película fue un fracaso comercial y eso colocó al cineasta en la picota durante un tiempo, hasta que cuatro años más tarde Michael Douglas lo convocó para dirigir la adaptación de la novela One Flew Over the Cuckoo’s Nest, escrita por Ken Kessey. El padre de Michael, Kirk, había representado en Broadway la versión teatral del texto a mitad de los 60 y había adquirido los derechos para su adaptación al cine.
Uno de los motivos que decidieron a Douglas a trabajar con Forman fue que el checo demostró su interés en la tarea, detallando escena por escena lo que le interesaba hacer. El director declararía mucho más tarde que para él la historia “no era solo literatura sino la vida real, la vida que viví cuando estaba en Checoslovaquia desde mi nacimiento en 1932 hasta 1968. El Partido Comunista era mi Nurse Ratched, diciéndome qué podía y no podía hacer, qué estaba permitido o no decir, dónde estaba autorizado a ir o no. Incluso quién era yo y quién no”.
El filme, que en América Latina se llamó Atrapado sin salida, fue protagonizado por Jack Nicholson y contó con un estupendo elenco: Danny DeVito, Christopher Lloyd (en su debut en el cine), Louise Fletcher, Brad Dourif y varios más. Como dato de color, el papel de la nurse Ratched, principal y gélida antagonista del Randle McMurphy protagonizado por Nicholson, fue ofrecido a media docena de actrices (Anne Bancroft, Angela Landsbury y Ellen Burstyn, entre ellas) antes de ser aceptado por Fletcher, quien se llevaría el Oscar a la Mejor actriz con su interpretación.
Ese fue solo uno de los cinco Oscar que el filme ganaría, arrasando en todas las categorías principales: Mejor película, Mejor actor (Jack Nicholson), Mejor director y Mejor guion, además del ganado por Fletcher. Hasta ese entonces, tal predominio solo había ocurrido en 1934, cuando Ocurrió una noche, dirigida por Frank Capra, se había llevado las mismas categorías. Y no volvería a ocurrir hasta 1991, con El silencio de los inocentes, de Jonathan Demme.
El éxito absoluto de su segunda película estadounidense (que en 1993 pasó a ser parte del acervo cultural oficial de EE.UU., al ingresar al Registro Nacional de Filmes) aligeró las cosas para Forman dentro de la industria. Así fue que no tuvo el menor problema para encontrar apoyo y dinero para en 1979 realizar Hair, su versión del musical de Broadway. Protagonizado por Treat Williams, el filme tuvo buena resonancia entre los críticos, pero no demasiado apoyo del público.
Apenas un par de años más tarde, Forman dirigió Ragtime, una adaptación de la novela de E.L. Doctorow, protagonizada por James Cagney en su último papel. Sin ser un éxito de público, Ragtime sirvió para lanzar las carreras de Samuel L. Jackson, Debbie Allen, Jeff Daniels y Elizabeth McGovern, entre otros, todos ellos debutantes en el filme.
El siguiente gran proyecto de Forman, ya nacionalizado estadounidense, fue Amadeus, de 1984. Narrada desde la perspectiva de Antonio Salieri (F. Murray Abraham) la película cuenta la historia de la supuesta rivalidad artística y personal entre este y Wolfgang Amadeus Mozart (Tom Hulce). Como había ocurrido con Atrapado sin salida, el filme fue nominado a un montón de premios Oscar y terminó llevándose ocho, entre ellos el de Mejor película, Mejor director, Mejor actor (F. Murray Abraham) y Mejor dirección de arte. El actor británico Kenneth Brannagh recuerda en su biografía que fue uno de los seleccionados para interpretar a Mozart en el casting del filme, pero que la decisión de Forman de usar solo actores estadounidenses lo dejó fuera. Más allá de premios, el filme tuvo un alto impacto cultural, contribuyendo a difundir la figura de Mozart entre gente que hasta entonces no le había dedicado un instante a su música.
Tras realizar Valmont en 1989 (que contó con guion de Jean-Claude Carrière, colaborador habitual de Luis Buñuel), el siguiente gran proyecto de Forman llegó en 1996 con la polémica Larry Flynt, el nombre del escándalo, basada en la historia del pornógrafo Larry Flynt, creador de la revista Hustler. Con el protagónico de Woody Harrelson y secundarios de Courtney Love y Edward Norton, la película sigue la trayectoria de Flynt a lo largo de tres décadas de su vida, desde su infancia hasta su choque con la Iglesia y los sectores más conservadores de EE.UU. Lo polémico de la figura retratada hizo que el filme se exhibiera de manera limitada en ese país y que, pese a las buenas críticas, no tuviera buena taquilla.
Después vendrían sus dos últimos filmes: en 1999 llegaría El mundo de Andy (Man on the Moon), con Jim Carrey como el comediante de culto Andy Kauffman (buena crítica, no así el público) y en donde se destaca la banda sonora realizada por la banda R.E.M. Del tema de estos, Man on the Moon, escrito en homenaje a Kauffman, saldría el nombre de la película. Finalmente, en 2006 Forman rodaría Los fantasmas de Goya, con Natalie Portman y Javier Bardem y guion del propio Forman y Carrière.
“Otro grande que pasa a través de la puerta. Me alegra haber podido trabajar con él. Fue una experiencia monumental”, escribió Jim Carrey ante el fallecimiento de Milos Forman el pasado 13 de abril a los 86 años. El guionista Larry Karaszewski, quien escribió junto a Scott Alexander Man on the Moon y Larry Flynt, recordó a Forman como “un cineasta magistral”, agregando que “nadie era mejor que él capturando los pequeños e irrepetibles momentos del comportamiento humano”.