Las empresas lácteas Claldy, Calcar, Granja Pocha y Coleme, todas de pequeño y mediano porte, se presentaron al fondo de financiamiento, creado por ley, que busca apoyar la transformación productiva y la viabilidad de las firmas en dificultades de ese sector. En total, los planes de inversión y necesidades de capital de trabajo superan los US$ 17 millones, casi el doble de los recursos que el gobierno dispuso para el Fondo de Reconversión de Industrias Lácteas (FRIL).
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El jerarca, que preside la comisión asesora del FRIL, reconoció que el monto solicitado por las firmas “supera la disponibilidad” de recursos, pero alegó: “Lo claro es que, por primera vez, hay un proyecto que apunta al corazón del problema, que es la rentabilidad y la viabilidad futura de estas empresas, que está cuestionada”.
Verri explicó que aún es “prematuro” tener una evaluación por parte de los técnicos sobre los proyectos presentados, pero afirmó que se está trabajando “para llegar a tiempo, porque los plazos son angustiantes para estas firmas, ya que hay situaciones realmente apremiantes”. Añadió: “Estamos preocupados por eso, queremos apalancarlas y evitar cierres”.
El fondo
Según varias consultas realizadas por Búsqueda, fueron cuatro las industrias que se presentaron al FRIL —creado por la ley Nº 20.112, reglamentada en marzo—, cuya ventanilla recibió proyectos hasta fines de junio: la Compañía Láctea Agropecuaria Lecheros de Young (Claldy), con varios subproyectos que en total involucrarían un monto de US$ 6,7 millones; la Cooperativa Láctea de Carmelo (Calcar), con necesidades de US$ 6,4 millones; Granja Pocha de Juan Lacaze, con un plan de US$ 3,3 millones, y la Cooperativa Lecheros de Melo (Coleme), por US$ 1 millón.
La norma habilitó a que se presenten aquellos emprendimientos productivos que en su último ejercicio hubieran procesado hasta 50 millones de litros de leche.
Por un lado, pueden aplicar para recibir un subsidio en compensación de los costos por impuestos indirectos, por el equivalente al monto anual de IVA en compras no deducible asociado a la leche fluida comercializada, que está exenta de ese tributo. Para este fin, el FRIL dispone de US$ 3 millones para los ejercicios 2022, 2023 y 2024.
Se trata de un “subsidio directo”, no reembolsable, explicaron las fuentes.
Granja Pocha no aplicó a ese fondo, ya que no vende un volumen significativo de leche fluida, indicaron. El resto se presentó para recibir la devolución de IVA, que osciló por industria en torno a los US$ 250.000 para el ejercicio 2022, agregaron.
El otro componente al que las industrias lácteas pueden aplicar es el fondo de recursos concursables, para proyectos de reconversión que mejoren su “sostenibilidad económica” en el mediano y largo plazo. La convocatoria prevé US$ 9 millones para destinar a préstamos en unidades indexadas (UI) a la inflación, por un plazo máximo de 15 años (con tres de gracia) y una tasa de interés de 2%.
La comisión asesora —integrada por los ministerios de Industria, Ganadería, Economía y Trabajo— es la encargada de evaluar los proyectos, puntuando criterios como las restricciones de acceso al crédito en el sistema financiero, la viabilidad económica del plan, mejora de productividad, relevancia de la firma en la cuenca y en la actividad económico-social en la zona, acuerdo con el sindicato y protección de las fuentes laborales, diversificación de productos, asociatividad, inserción internacional. La comisión también deberá realizar el seguimiento de las inversiones financiadas.
Reconversión
En general, los proyectos presentados involucran capital para el mantenimiento de las plantas de producción de lácteos, incorporación de equipos para automatizar procesos y ganar eficiencias y elaboración de nuevos productos o agregado de valor a otros.
En el caso de Claldy, el plan se compone de cinco grandes ejes, explicó a Búsqueda el consultor Carlos Mattos, que lo elaboró. El más amplio está vinculado a temas de mantenimiento y aggiornamiento de los equipamientos de generación de frío, sistemas de aire comprimido, ablandamiento de agua, secado, etc.
Además, apunta a la ampliación de capacidad para algunos procesos e incorporación de nuevos productos para diversificar mercados. Prevé, por ejemplo, inversiones para mejorar la elaboración de yogures y postres, volver a producir dulce de leche, insertarse en la fabricación de bebidas ultrapasteurizadas, como la leche deslactosada, achocolatada y demás. También prevé mejoras de eficiencias en la planta de leche en polvo y en el área de elaboración de mantecas.
En quesos, los principales productos que elabora Claldy, las inversiones propuestas apuntan a la automatización.
El proyecto, que también abarca cambios en el ordenamiento o layout de la planta, incluye un monto para capital de trabajo, dijo Mattos.
Destacó que Claldy “pidió opinión” al sindicato de la empresa y firmó un acuerdo relacionado con el plan de reconversión y el mantenimiento de los puestos de trabajo.
Agregó que también selló un acuerdo de complementación con Coleme.
En tanto, el plan presentado por Granja Pocha busca incorporar capacidad para pasteurizar mayor volumen de leche y aumentar la productividad en las líneas de mayor valor agregado, como la de yogur, dijo a Búsqueda su gerente general, Pablo Coll.
Desde febrero esa industria está recibiendo leche por un acuerdo al que arribó con Calcar, que prevé cerrar su planta de Carmelo y tercerizar con Granja Pocha la producción de quesos blandos (muzarella y dambo).
Coll dijo que el proyecto de la industria lacacina requiere financiamiento del FRIL por unos US$ 2 millones y que algo más de la mitad se destinaría a las inversiones en equipamiento de pasterurización, y el resto para capital de trabajo.
Agregó que el plan de Granja Pocha involucra la creación de algún puesto nuevo de trabajo.
Eso contrasta con el proyecto de Calcar, que propuso llevar adelante una reestructura productiva mediante el cierre de una de sus plantas (Carmelo), el despido de 90 trabajadores, además de una rebaja salarial para sobrellevar la crítica situación que arrastra, informaron en junio varios medios.
El planteo fue rechazado por el sindicato y la Federación de Trabajadores de la Industria Láctea, que se declaró en “alerta”.
Búsqueda consultó a Calcar, pero la cooperativa declinó hacer comentarios “hasta no tener el plan aprobado por parte del fondo”.
En tanto, el proyecto de Coleme busca “poner la planta a punto” para mejorar la productividad y lograr mayor rentabilidad. Para ello,
el presidente de la cooperativa, Alejandro Tornaría, dijo en El País el domingo 9 que se revisarán los procesos y prevé automatizar la línea de muzarella para mejorar la competitividad en ese mercado. Además, promoverá acciones asociativas y buscará reconvertir la gestión mejorando el software de funcionamiento.