Marrón —así firma Silva sus obras y es conocido en el ámbito universitario— lo niega todo. “Nadie comprobó nada, e igualmente fuimos sancionados. Las injurias recorren los caminos amparados en lo políticamente correcto y, principalmente, la barbarie que significa la excecrable y reaccionaria ideología de género de cuño marxista”, dijo.
Y continuó: “Ser bohemio o tomarse un whisky en el boliche de la esquina a la salida de la Facultad —sin hacer apología del alcohol ni de los boliches—, donde, por lo general, continúa la clase, no implica ser ‘alcohólico’. ¿O se ignora acaso que la estudiantina en general, como los bellasartianos de otras partes del mundo, tienen su lugar de reunión en los bullicios del boliche?”.
El curso de Seminario de las Estéticas ll forma parte de una cátedra unitaria del Seminario l, ll y lll. Los dos primeros están unidos por la Génesis del Arte Occidental y las Vanguardias Modernas, entre ellas el dadaísmo, el surrealismo, el expresionismo y el arte de hoy.
“Vicios docentes”.
El 30 de julio de 2015 hubo una instancia de evaluación estudiantil de la docencia durante el primer semestre del curso Seminario de las Estéticas II en Bellas Artes. En la actividad, coordinada por la profesora Selva Artigas —como responsable del Grupo de Trabajo Evaluación Estudiantil de la Docencia—, participó casi un centenar de alumnos, cuya opinión fue expresada de forma manuscrita y libre de pauta.
Las repuestas de los alumnos aparecen divididas sobre el equipo docente: 31 dicen estar satisfechos y 50 manifiestan descontento, mientras que 29 perciben “actitudes francamente incorrectas” en la tarea académica.
A raíz de las expresiones de los estudiantes sobre los aspectos éticos de los docentes, y al considerar evaluaciones críticas anteriores, la licenciada Artigas elaboró un informe que dirigió al entonces director de Bellas Artes, Samuel Sztern.
Las expresiones contenidas en el informe aluden a “la falta de profesionalismo de algunos profesores” y allí se infiere que los “vicios docentes” son fruto de una “comodidad burocrática”. Entre otros “vicios”, figura el “acoso hacia las estudiantes mujeres”, “miradas de los docentes al cuerpo de las alumnas” y “comentarios sexuales”, con “doble sentido” y “machistas”.
Además, un “número importante de alumnos” afirman que “algunos profesores ingresan alcoholizados” a clase, “sintiéndoles olor a alcohol”, y también advierten una “tendencia en las experiencias o premisas a temas de carácter ominoso, a lo sexual, lo pornográfico o lo siniestro”.
Atento al informe, el Consejo de la Facultad dispuso por resolución del 13 de agosto de 2015 una investigación administrativa y encomendó a Sztern que considere los aspectos académicos cuestionados en el relevamiento estudiantil.
La investigación incluyó el análisis de las evaluaciones de los alumnos del primer semestre del 2015 y de los años anteriores (del 2010 al 2014), en las que surgen “señalamientos similares” sobre la ética del plantel docente.
En síntesis, los aspectos denunciados por los estudiantes son: impuntualidad, “inexistencia de docentes mujeres”, “machismo en la relación docente-alumno” y “comentarios de género”. A vía de ejemplo, una alumna reclama “respeto” y “no usar la base de datos de los alumnos para invitaciones a tomar algo”.
Los resultados de la indagación fueron enviados por el Consejo de la Escuela de Bellas Artes a la Dirección General Jurídica de la Udelar, que concluyó que los docentes sumariados incurrieron “en falta administrativa grave”.
Adiós a Las Palmas.
Entre las conclusiones del expediente técnico-jurídico se expresa que varios alumnos dijeron haber visto al profesor Lester ingresar a Bellas Artes “alcoholizado” y de frecuentar un bar próximo a la Facultad “en horario laboral consumiendo alcohol”. “Yo personalmente los he encontrado en el bar Las Palmas —que está en la esquina de la escuela, en 18 de Julio y Gaboto— en reiteradas oportunidades”, relató una alumna. Lester, entonces encargado de la cátedra, también fue criticado por su nivel académico.
Respecto al docente Ramos, “los alumnos rechazan el trato que les profiere al momento de dictar clases, el uso de un lenguaje impropio para una relación docente-alumno y la constante referencia en el aula a temas sexuales”.
En el expediente se advierte que “se repiten a lo largo de los años situaciones con alumnas mujeres”, que varios estudiantes también “lo han visto ingresar a las clases alcoholizado” y cuestionaron su propuesta docente.
No obstante, precisa el informe, “no se ha podido probar el consumo de cocaína por parte del docente —como dijeron varios estudiantes—, ni su contacto con alumnas a través de Facebook”.
Con relación a Marrón Silva, presentaron quejas por su bajo nivel académico, el uso de “vocabulario impropio” del clima universitario y por “exceso de confianza”. Una alumna relató que “en sus clases hay una referencia constante a lo femenino y a cuestiones sexuales”. Otra estudiante le adjudicó “acercamientos corporales no deseados”.
“Yo estaba en la clase de Seminario l y estaba el salón vacío (…); de repente me doy vuelta y veo a un señor mirándome claramente las nalgas. Estaba a un metro y pico mío. En ese momento yo no sabía quién era”, contó la alumna y señaló a Silva.
Otra vez, siguió, “se me acerca y pone las manos sobre lo que yo estaba trabajando, y como que se me tira encima. (…)Quedé un poco en shock. (…) Se apoyó sobre mí, encima mío, y yo no tenía por dónde salir”.
Sztern opinó que “Silva tiene una modalidad espontánea y efusiva que a veces puede confundir”.
“Habla con faltas de ortografía” y “una vez dijo que ‘los artistas para inspirarnos tenemos que ir a los burdeles’”, hizo constar Nicolás Pérez (curso 2011), exdelegado estudiantil, a quien Silva señala como responsable de una campaña de desprestigio por motivos políticos y generacionales.
Silva dice que todo se “descontextualiza” y desmiente los episodios de la alumna “observada y acorralada”, que se haya quedado dormido en clase (“entrecierro los ojos porque es mi forma de pensar y de atender”, explicó) y que aliente “vicios”. “No hago apología ni del alcohol ni de la droga ni del burdel”.
“Entré en 1968 a la Universidad de la República y a la Escuela de Bellas Artes y nunca se me ha acusado de actitudes machistas o cosas por el estilo. Incluso he participado en marchas sobre género”, dijo.
Acerca de si llegó bebido al dictado de las clases, afirmó: “Jamás entré al aula alcoholizado. Vamos al bar desde que entré en Bellas Artes. Amo mi profesión docente y la de artista. Provocar la emoción en el estudiante está en el Plan de Estudios y puede haber sido que la pasión planteada se haya interpretado como que estuviera alcoholizado”.
“No es que estén borrachos, pero sí que tomaron alcohol”, aseguró una estudiante, y añadió, al aludir a Lester, Silva y Palenzuela: “A veces no se les entiende lo que dicen y se niegan a usar micrófonos, y les he sentido el olor”.
La percepción de los alumnos sobre Ramos es “bastante negativa”, según la pesquisa. “Fundamentalmente en lo que se refiere a su vínculo con las alumnas mujeres, a su ingreso a las clases alcoholizado o en un estado como si hubiese consumido cocaína”.
En su declaración, Ramos negó las acusaciones, aunque concedió: “Al final de algunas clases nos reuníamos en el bar y sí, tomábamos alcohol. Actualmente no”.
Performances.
De las declaraciones de los testigos surgieron otros hechos relacionados con la investigación. Por ejemplo, una performance en la cual una alumna practicó un desnudo artístico en clase y uno de los docentes puso en evidencia al colega que la alumbraba de que se le caía el foco por mirarla.
“Cuando estuvimos haciendo representaciones, una compañera se desnudó, se masturbó con un consolador y después simuló parir un microbebé. Y durante la presentación estaba Marrón sosteniendo la luz”. Luego, contó, “Lester hizo un comentario aludiendo a que a Marrón, mientras miraba a la compañera, se le caía la luz”.
Silva niega enfáticamente el hecho. “¡Yo no fui! ¡Falso!”.
La protagonista de esa performance también negó que fuera Silva. “No me acuerdo específicamente qué docentes estaban, pero incluso los compañeros se rieron. A raíz de eso no dije nada; tampoco me reí porque no me pareció gracioso”.
En otra performance —según el expediente— “un alumno simuló una masturbación con un pollo y luego lo despedazó”. Allí también se refiere a “la exhibición en el aula de un video de continua reproducción en el que se ven imágenes de naturaleza sexual”, y a “la suspensión de clases por partidos de fútbol” en los que jugaba la selección uruguaya.
Los docentes sumariados negaron la mayoría de los hechos denunciados por los estudiantes.
Finalmente, los cuatro profesores fueron suspendidos sin goce de sueldo durante cuatro meses —con los votos en contra del orden estudiantil, que reclamaba extender la sanción a medio año— por incumplir con sus deberes funcionales establecidos en el artículo 59 de la Constitución, que dispone que “el funcionario existe para la función” y no a la inversa.