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En octubre de 2009 Uruguay inauguraba su nueva terminal aérea internacional, un edificio de US$ 165 millones con arquitectura de vanguardia que cuadriplicó la capacidad de pasajeros anuales para intentar posicionar a Carrasco como hub regional. Mientras el país celebraba por lo alto la nueva obra, apenas un kilómetro al oeste comenzaba a quedar en un segundo plano el viejo aeropuerto. Trece años después, la situación sigue igual.
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El Poder Ejecutivo anunció el miércoles 5 que no recibió ofertas en la licitación pública internacional para la concesión del uso y explotación del espacio físico ubicado en la antigua terminal de pasajeros. El 19 de agosto, fecha de la apertura del llamado, no se presentó ninguna empresa, según la resolución firmada por el presidente Luis Lacalle Pou y el ministro de Defensa Nacional, Javier García, que declararon desierto el procedimiento.
El llamado se había realizado en abril para sacar al aeropuerto del “abandono absoluto”, como lo describió entonces García en rueda de prensa. “Es una zona muy importante porque allí puede haber desarrollos en materia de logística, académicos, culturales o del tipo que sea. Lo dejamos abierto para que los oferentes determinen la eventualidad y hagan las propuestas. Pero estamos hablando de una zona entre Canelones y Montevideo, con un aeropuerto al lado, con todo lo que significa en posibilidades y desarrollo”, valoró el ministro.
A las autoridades les sorprende que sea tan difícil encontrar un nuevo destino a la antigua terminal dada su ubicación en un área de crecimiento inmobiliario. Además del aeropuerto actual, en ese lugar —al este del barrio Carrasco y circundado por las avenidas De las Américas, Wilson Ferreira Aldunate y Giannatasio, y las rutas 101 e Interbalnearia— se han instalado edificios residenciales, hoteles, showrooms, centros comerciales, cafeterías, rentadoras y concesionarias de automóviles, complejos deportivos, oficinas de trabajo, fábricas, estaciones de nafta y un ascendente número de barrios privados.
“La zona en que se encuentran ubicadas las áreas sujetas a concesión, ofrece perspectivas de dinamismo económico que corresponde a la administración pública fomentar, garantizando la preservación de los recursos patrimoniales y culturales involucrados en el edificio antes mencionado”, afirmaba el pliego de la licitación pública, que procuraba “la recuperación” del viejo edificio “en concordancia con el crecimiento urbanístico” donde está enclavado.
Piqueta del progreso
La terminal original de Carrasco ocupa 30.000 metros cuadrados y desde 2009 ha sido potencial destino de variados proyectos nunca presentados formalmente: shopping, centro de convenciones, universidad, loteo inmobiliario para casas y sede de multinacionales, entre otros. Hasta 2014 perteneció a Puertas del Sur, la concesionaria del Aeropuerto Internacional de Carrasco. Ese año, a cambio de la ampliación de su contrato para operar la terminal actual, Puerta del Sur restituyó el edificio al Ministerio de Defensa y pagó US$ 3,5 millones para su refacción.
Nada cambió con el nuevo esquema. Recién en agosto de 2018 el Ministerio de Defensa hizo un llamado para recibir “expresiones de interés” de remodelación, mantenimiento y explotación de la exterminal, propuestas sujetas luego a ser seleccionadas para una futura concesión. “La cartera pretende revitalizar un área que ha quedado postergada por lo que fue el avance de la piqueta del progreso, puesto que el nuevo aeropuerto implicó la desafectación de ciertas zonas, y ahora pretendemos que eso cobre vida y ponerlo al servicio del desarrollo nacional”, explicó entonces el ministro Jorge Menéndez.
Un año después, el ministerio y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) abrieron otro llamado para recibir propuestas de asesoramiento para el desarrollo de la terminal. Con la consultora KPMG como enlace, el objetivo era que interesados plantearan al gobierno estrategias de comercialización, retornos económicos, hojas de ruta rentables, plazos y obstáculos jurídicos para la concesión del lugar. “El área a concesionar está ubicada a 300 metros de la cabecera de las pistas del aeropuerto internacional, lo que le otorga un valor agregado de suma importancia en términos de su potencial para el desarrollo de actividades comerciales y logísticas vinculadas al transporte aéreo”, destacó entonces el documento de la OPP, que nombraba como principales beneficiarios de una futura operación a “actores vinculados al sector servicios y afines”.
Tras fracasar ambas iniciativas en la administración pasada, el actual gobierno publicó la nueva licitación internacional, ideada para que fueran utilizadas las dos naves de arribos y partidas y sus correspondientes estacionamientos, un área aproximada de 17.000 metros cuadrados. Mientras analiza qué pasos seguir con estos terrenos, el Ministerio de Defensa pretende que la nave central de la terminal sea la sede del Comando General de la Fuerza Aérea, situado hoy en la base aérea Boiso Lanza, en las calles Mendoza e Instrucciones. También prevé que los departamentos académicos que están en Boiso Lanza sean trasladados a la Escuela Militar de Aeronáutica en Pando.