Del cine prohibido al terror que quema

entrevista de Pablo Staricco 
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La mecha la encendió la autora. “Bueno, parece que ya se puede decir esto”, escribió la escritora argentina Mariana Enriquez en su cuenta de Twitter al informar sobre la primera de sus adaptaciones cinematográficas que verá la luz: Las cosas que perdimos en el fuego. La noticia corrió rápido y encendió la atención de los consumidores de literatura y cine de terror que han encontrado en Enriquez una pluma digna de su devoción.

Las cosas que perdimos en el fuego, un cuento que forma parte del libro homónimo editado por Anagrama en 2016, se convertirá en una película de proyección internacional liderada por el productor brasileño Rodrigo Texeira, responsable de otros éxitos recientes del cine independiente como Llámame por tu nombre, La bruja y Frances Ha.

Parte de la génesis del proyecto se encuentra en Uruguay, donde vive uno de sus guionistas: Anthony Fletcher, un dramaturgo nacido en Inglaterra que no es un extraño en el ambiente artístico local. Con una vida entre el Río de la Plata y el Reino Unido, lleva una década trabajando tanto en los escenarios del teatro uruguayo como en el cine experimental y documental. En 2021 su carrera como guionista tomó un giro vertiginoso: en enero el Festival de Sundance acogió y celebró la película Censor, dirigida por la debutante inglesa Prano Bailey-Bond y coescrita entre Bailey-Bond y Fletcher.

Ambientada en Londres durante los 80, en una era de películas prohibidas por un organismo de censura, Censor corta como un arma de doble filo. Su atención a los placeres y disgustos que el cine de terror manifiesta en sus diferentes eras, al igual que una buena tanda de escenas espeluznantes, la hacen uno de los estrenos de género del año. La película continúa recorriendo festivales, y si bien su estreno en Uruguay no está aún agendado, desde la productora Silver Salt Films se afirmó que habrá uno “en algún punto”, ya sea en salas o en plataformas de streaming.

Mientras tanto, Fletcher y Bailey-Bond continuarán trabajando juntos en la adaptación de Las cosas que perdimos en el fuego, que Bailey-Bond dirigirá. Sobre su aterrizaje en el cine de terror y los procesos colaborativos detrás de sus películas más importantes hasta la fecha, Fletcher conversó con Búsqueda.

—¿Hace cuánto que vivís en Uruguay?

—Es una historia muy larga. La primera vez que pisé tierras uruguayas fue en 1993. En 2009 vine para dirigir una obra mía, Pelea de osos. Después me invitaron El Galpón y la Comedia Nacional. En 2011 fue cuando empecé a quedarme más tiempo acá.

—¿Cómo te hace sentir el pasaje de ese tiempo?

—A mí me encanta estar acá. La pandemia me afectó bastante porque normalmente viajo a Inglaterra por lo menos una vez por año, tal vez dos, y hace dos años que no puedo. Incluso me perdí el estreno de Censor. De hecho, el proceso de escribir Censor fue muy complejo en ese sentido porque inicialmente, antes de la pandemia, era yo quien participaba de las reuniones virtualmente. Hace dos años y medio, cuando estábamos en charlas con el British Film Institute y el canal Film 4, yo era como la voz ausente. Hoy es más normal.

—¿Dónde nació tu vínculo con la directora de Censor, Prano Bailey-Bond?

—Los caminos para hacer una película son tan largos… Hace poco nos dimos cuenta de que hace diez años ya que estamos trabajando juntos. Ella estaba buscando a alguien para escribir y un amigo en común me la presentó. Escribí tres cortometrajes con ella. El tercero, Nasty (2015), era una especie de previa para Censor. Estaba hecho con ese plan e investigaba el mismo terreno. Estuvimos trabajando muy mano a mano en la escritura y entonces me convertí en su coguionista para la película.

—Como narrador, ¿cuál era tu relación con el terror hasta entonces?

—Inexistente.

—¿Y no te resulta curioso que ahora tu carrera se perfile dentro de este género?

—No realmente. Y es una gran ventaja escribir en el género sin estar empapado de un fanatismo. Si vos mirás las listas de mejores películas de terror, siempre vas a encontrar una llamada Don’t Look Now (en Uruguay se estrenó como Venecia… rojo shocking, 1973), de Nicolas Roeg, con Donald Sutherland y Julie Christie. Es una película increíble, un drama matrimonial que tiene elementos de terror pero que no es de terror. Para mí el terror es más interesante cuando es un ambiente que se usa para contar una historia. A Prano le interesaba mucho y ella era fan de las películas de terror de los 80 y de bajo presupuesto. Ahora todos saben de su gusto, pero cuando empezó a tener reuniones para hacer la película todos pensaban que el fanático era yo, el hombre que estaba detrás del guion. Pero no era así.

—¿Qué recordás del proceso de escritura de Censor?

—Trabajamos muy bien de forma remota. Escribía algo, se lo mandaba. Ella escribía algo, me lo mandaba. Nos juntábamos de mañana en mi tiempo, almuerzo en el de ella. Funcionó muy bien. Llegamos a tener más de 50 borradores no oficiales del guion de Censor. Cambió pila desde su comienzo, pero la estructura no tanto. Un gran problema del proceso es que hay demasiada gente de la industria del cine haciendo anotaciones, y eso es un mecanismo que no existe en Uruguay. En esa intensidad de recibir opiniones de la gente que va a decidir si tenés la financiación o no es muy fácil perderse. Una cosa que hay que hacer como guionista es abandonar el ego. Es fundamental. Si metés tu ego en el proceso, vas a luchar.

—¿Hay alguna línea particular del guion que te haya enorgullecido?

—Hay una línea que me gusta solo porque un amigo, que la vio, me mandó un mensaje: I am the horror (“Yo soy el terror”). Es una línea que representa cómo nos empujamos a ir más allá junto con Prano. Ella me empuja mucho al momento de escribir. También me encantan mucho las escenas en oficinas del principio porque yo trabajé muchos años en oficinas.

—¿Fuiste consciente alguna vez del trabajo que hacía el British Board of Film Censors a la hora de censurar películas?

—No tanto. Parte del trabajo de investigación que hicimos para la película fue ir a las oficinas de verdad y leímos las notas que escribieron los verdaderos censores. Todas las películas que eran thrillers con asesinos tenían anotaciones obvias, pero había cosas más sorprendentes en obras de directores como Ken Russell.

—Un factor crucial para que el cine de los 70 en Hollywood se reformara fue que el organismo censor estadounidense se convirtiera en uno de calificación, estableciendo un sistema que sigue hasta hoy.

Censor trata mucho de eso. En los 80 en Reino Unido también tuvo que ver la aparición del VHS. Al mismo tiempo, era la época del punk y de Margaret Thatcher. La idea de romper las reglas era muy fuerte. Un organismo como la British Board of Film Censors estaba tratando de frenar un mar y se dieron cuenta. Poco después, abandonaron ese proceso. Censor sucede cuando la ola estaba avanzando y ellos pensaban que iban a poder pararla.

—En una entrevista, Prano Bailey-Bond mencionó que acudía más a vos para confeccionar las escenas “adultas” de la película, principalmente las protagonizadas por los censores en su oficina.

—Ella domina los elementos de terror mejor que yo. Ahora estamos escribiendo dos películas más: la adaptación de Mariana Enriquez y otra más, que no es de terror.

Foto: Nicolás Garrido / Búsqueda

—El anuncio sobre la adaptación que harán de Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enriquez, fue muy bien recibido. ¿Cuál fue el puntapié del proyecto?

—En enero leí los cuentos de Enriquez en Las cosas que perdimos en el fuego. Se lo pasé a Prano y le dije: “Creo que hay alga acá que nos puede interesar trabajar”. Ella me respondió: “Qué curioso, alguien de Film 4 también me habló de ese libro”. Lo leyó y le interesó mucho. Buscó quiénes tenían los derechos para el cine y los tenía Rodrigo Texeira, un productor brasileño prestigioso. Rodrigo había visto Censor, le gustó la idea, tuvimos una segunda reunión entre todos y se decidió hacer el anuncio en Cannes. Mariana vio Censor y le gustó mucho. Estoy medio apartado de las redes sociales, pero la reacción al anuncio de la noticia fue increíble.

—¿Qué te atrajo de su escritura?

—Hay un uso en ella de las convenciones del terror para hablar de temáticas importantes y problemáticas sociales. Ese cuento en particular, Las cosas que perdimos en el fuego, tiene un aspecto muy feminista y está utilizando al terror para hablar de esa causa, del vínculo entre la apariencia y cómo una mujer es perseguida. Leyéndola y mirando ese uso del terror me parece muy interesante. Estoy seguro de que Enriquez y Prano se van a llevar muy bien porque tienen mucho en común, pero nosotros también tenemos que decidir alejarnos un poco del texto. Primero porque no va a pasar en Buenos Aires. Pero hay tiempo, y nosotros tenemos mucho por trabajar todavía.

—¿Vas a estar sumergido en la escritura el resto del año?

—Sí. Vamos a tener además el lanzamiento de Censor en salas en Inglaterra en agosto y eso va a ser intenso para Prano. Ha sido muy interesante este año cómo a ella le están ofreciendo hacer cosas en Los Ángeles. Un fenómeno como el de Chloé Zhao: dos o tres pasos y ya estás en Marvel. Prano ha tenido que tomar muchas decisiones para ver dónde están sus prioridades. Ella podría ganar mucho dinero trabajando en la televisión, pero tiene claro otro camino. Estuvimos ocho años escribiendo Censor y ahora se está dando el momento de empezar a construir una trayectoria juntos. Con esos dos proyectos juntos voy a estar más que ocupado. A mí me gusta escribir y escribir.

—Ajetreado pero feliz…

—En cine, si escribís diez guiones, tenés suerte si se hace uno. Las chances de que uno pegue, encima, son pocas. La próxima película se va a filmar, y si es un éxito, habrá otra. Lo más importante en lo que hacés es que se genere que puedas seguir haciéndolo.

Vida Cultural
2021-07-21T20:47:00