Sánchez Padilla creó el programa pensando en un contenido completo, que llegara a todos los partidos y opinara de todo. “Algo así como una custodia del quehacer de todos los días del fútbol”, explica. Con el paso del tiempo Estadio Uno se convirtió en “una cosa medio extraña, un dinosaurio en el medio del fragor y la fanfarria de un fútbol superprofesionalizado”, como lo describió él mismo en una entrevista con En Perspectiva en 2010.
La decisión de terminar la tomó en octubre, asegura. Aquel programa completo, devenido en dinosaurio, se había convertido ahora en algo “monótono, repetitivo, quieto”.
Este lunes 18, a las cuatro de la tarde, el estudio de Canal 5 esperaba en completo silencio el inicio de la grabación. En penumbra, Sánchez Padilla se frotaba suavemente las manos con la mirada hacia abajo. Levantó la cabeza y empezó la grabación.
“Buenas noches, señoras y señores. Sí, efectivamente hoy Estadio Uno sale al aire por última vez. Les doy a ustedes, a los ocho televidentes de todos los rincones de nuestro bendito país, las gracias”.
“Grande de verdad”.
Antes del 5 de julio de 1970, el día en que se emitió el primer programa de Estadio Uno, Sánchez Padilla solo tenía un antecedente en el periodismo deportivo: había sido el comentarista de básquetbol del programa Prisma de los Deportes, que lideraba Eduardo Lalo Fernández. Entusiasmado por ese pasaje, tomó la decisión de hacer su propio programa.
El nombre Estadio lo eligió un día que iba manejando a la altura de Bulevar Artigas y 18 de Julio y desde ahí vio la Torre Olímpica. Su idea era numerar los programas, inspirado en el periodista Héctor Morás, que lo hacía con su programa radial Velocidad, pero al final se quedó para siempre con el uno.
En las últimas dos décadas Estadio Uno fue un programa de debate en torno a una mesa, sin siquiera la imagen de los goles de la fecha. Eso se debe, en parte, a que el programa también pasó a ser una voz opositora a Tenfield, la propietaria de los derechos de televisación del fútbol uruguayo.
Desde fines de los 70 y hasta fines de los 90, sin embargo, el programa de Sánchez Padilla era el que llevaba cámaras y periodistas a todas las canchas. Estadio Uno tenía los lunes todos los goles y los periodistas hacían resúmenes de lo que había sucedido.
“Debe haber sido una de las pocas veces que Canal 5 tuvo un programa primero en audiencia”, dice Enrique Yanuzzi, que trabajó como periodista en el programa desde el 77 al 87 y del 2006 al 2015.
Estadio Uno salió siempre desde Canal 5, salvo en el año 1987, en que fue transmitido por el 4. La realización era propia. Sánchez Padilla creó la productora Estadio Uno, con la que incorporó cámaras y tecnología que no habían llegado al país. La empresa llegó a tener más de cinco contenidos diferentes en Canal 5: los partidos en diferido de los equipos grandes, el programa de análisis y debate Polémica, que se hacía los domingos, Estadio Uno los lunes, y Cabalgata deportiva, un programa dedicado a deportes menores.
Otra de las innovaciones de Estadio Uno fue empezar a ir a los mundiales. Desde México 70 hasta Alemania 2006 estuvo presente en todas las ediciones. Muchas veces incluso llevaban la mesa de madera del programa Polémica y filmaban en la calle.
Sánchez Padilla asegura que en los 47 años de programa pasaron más de 80 periodistas. Entre la interminable lista —que incluye actuales figuras de Tenfield como Juan Carlos Scelza—, Yanuzzi destaca la presencia de los dos mejores relatores uruguayos después de Carlos Solé: Alberto Kesman y Víctor Hugo Morales.
Muchos periodistas deportivos jóvenes encontraron una “escuela” del oficio en la experiencia de los penalistas y la confianza que les transmitía Sánchez Padilla sin perder su estilo.
Axel Fucks había participado en una prueba y un viernes de 1991 lo citaron a una reunión con Sánchez Padilla. “Progreso y Racing, en la cancha de Progreso. Va ahí, viene al estudio el lunes y lo comenta”, le dijo sin rodeos. A Mario Bardanca lo habían despedido de Canal 10 en 2002. En 2003 algunos colegas le hablaron informalmente del interés de que se sumara a Estadio Uno. La llamada oficial no demoró. “Sánchez Padilla lo invita a participar de Estadio Uno”, escuchó un día por el auricular del teléfono. Del otro lado le hablaba el propio Sánchez Padilla.
La lista de entrevistados es aún más extensa que la de periodistas. Pelé, Diego Maradona, Franz Beckenbauer, Joseph Blatter, João Havelange, Julio Grondona son algunos de los que forman parte del archivo.
“Estadio Uno fue grande de verdad”, resume Yanuzzi.
Sin libreta.
Sánchez Padilla grita y golpea la mesa, Sánchez Padilla dice “esto es un cotorroncho”, Sánchez Padilla interrumpe una discusión con un megáfono y dice “hablen de a uno”, Sánchez Padilla se tira en un colchón con Ariel Delbono para hacer una publicidad improvisada, Sánchez Padilla convierte una medición de rating negativa en un eslogan eterno: “Yo soy uno de los ocho”.
Entre las distintas etapas que vivió Estadio Uno, el histrionismo de Sánchez Padilla fue uno de los atractivos permanentes. “Como conductor no tiene libreta de conducir. Es la cosa más anárquica. Pero cuando tenés ese carisma no importa nada. El tipo es una topadora, un tren a toda velocidad que te seduce”, dice Fucks, que lleva 26 años trabajando a su lado.
Su ímpetu a veces derivaba en situaciones insólitas. En el Mundial de Francia, en 1998, Gabriel Fuentes, director de cámaras y empleado de la productora Estadio Uno desde 1978, había elegido un lugar apropiado para grabar el programa en una plaza de Montmartre. “No, acá no. Vamos a filmar allá”, retrucó Sánchez Padilla. Fuentes intentó hacerle entender que en el lugar que proponía había unos toldos rojos que iban a hacer que todo se viera rojo en la pantalla, pero no tuvo éxito. Se filmó donde quería Sánchez Padilla, la imagen quedó toda roja, y desde Canal 5 empezaron a llegar las quejas por la mala calidad del material.
“El único programa de Estadio Uno con guion fue el primero. Después nunca más. Me gustaba que cada uno fuera independiente y que la conversación fuera libre”, cuenta Sánchez Padilla.
La libertad es uno de los valores más destacados por los periodistas que pasaron por Estadio Uno. Silvia Pérez, por ejemplo, lamenta que con el final del programa “se calle una voz independiente, que no hay muchas” y Bardanca lo destaca como una “tribuna importantísima” en la era de la hegemonía de Tenfield.
Como ejemplo de la libertad con que trabajaban, Yanuzzi recordó que junto a Bardanca le daban “como adentro de un gorro” a Eugenio Figueredo, que tenía una muy buena relación con Sánchez Padilla.
La libertad, en cambio, le puso fin al ciclo de Ricardo Gabito, que renunció en 2007 denunciando una censura.
Sánchez Padilla lo resumió con claridad en una entrevista con el programa radial Suena Tremendo en 2015.
“Le pedí por favor que no criticara al presidente de la AUF, el doctor Luis Corbo. Lamentablemente, lo criticó. Ya lo había grabado, yo se lo quité y él se enojó muchísimo”, relató. Este lunes, Gabito publicó en su cuenta de Facebook un mensaje de saludo y agradecimiento al programa y a Sánchez Padilla.
“El club” era una fuente permanente de insumos para el programa sin guion y el conductor sin libreta. “Era muy lindo porque estábamos en la mesa y yo me podía levantar y agarrar alguna de todas las cosas que están acá”, recuerda Sánchez Padilla.
En el mismo sentido, Bardanca sostiene que haber trasladado el programa a los estudios de Canal 5 en 2014 “afectó” el contenido. “Le quitó el estaño. Le sacó un olor y un sabor muy particular que lo asociaba al debate del boliche. Eso se perdió”, dice.
Estadio Dos.
El 31 de marzo de 2004 Uruguay perdió por goleada jugando como local contra una de las selecciones más débiles de Sudamérica. Los venezolanos marcaron con el nombre de “centenarzazo” aquella noche histórica para su fútbol y dejaron tambaleando al director técnico uruguayo Juan Ramón Carrasco, pronto para terminar de caer una semana más tarde.
En Estadio Uno la derrota se tomó con humor el lunes 5 de abril. Al volver las tandas, Sánchez Padilla empezaba cada bloque entregándole a uno de los periodistas de la mesa tres botellas de vino tinto de una de las marcas anunciantes, en referencia a goleada y al color de camiseta del rival. Por el tono con el que estaba desarrollando el programa y acostumbrados a su estilo imprevisible, sus compañeros tardaron varios segundos en darse cuenta de lo que estaba sucediendo cuando, en el transcurso del último bloque, el conductor quedó como dormido y se fue cayendo sobre Lalo Fernández.
Sánchez Padilla solía hacer bromas como inclinarse para tocar a integrantes de la mesa, o hacer de cuenta que roncaba cuando alguna intervención se hacía larga. Pero ese día los ronquidos eran de verdad y el color violeta que fue tomando su cara les confirmó que no era una ocurrencia más.
Gabriel Fuentes y Horacio Terzaghi, empleados desde los 70 y hasta hoy de la productora Estadio Uno, le salvaron la vida a su jefe en los diez minutos que transcurrieron hasta que llegó la ambulancia. Ninguno de los dos tenía formación en primeros auxilios pero sí, por su trabajo, habían tenido que filmar los cursos que UCM le daba al personal de la compañía de CITA. Gracias a esa coincidencia sabían exactamente qué hacer cuando Sánchez Padilla cayó.
Fuentes hizo la respiración boca a boca mientras Terzaghi intentaba reanimarlo con el masaje cardíaco, con tanta decisión que le quebró dos costillas. “Fueron los diez minutos más largos de mi vida”, dice Fuentes, que cuando cuenta la anécdota suele —como chiste— cambiar los roles y decir que era Terzaghi quien hacía la respiración boca a boca.
Sánchez Padilla solo recuerda de aquel día el momento en que se desvaneció. La siguiente escena en su memoria es tres días después en el hospital con cinco stents colocados. “Es una anécdota linda. Me salvaron dos compañeros de años. Les estoy agradecido para toda la vida”, dice.
Este lunes, la emoción con que vivió el último programa de Estadio Uno le confirmó, y lo dijo al aire, que el corazón le sigue funcionando muy bien. Un día después, sentado en un sillón de “el club” junto a sus perros, sin embargo, volvió a referirse a la etapa de “liquidar” actividades con una metáfora futbolística y una sonrisa.
“No me queda mucho. Estoy jugando los descuentos”.
Vida Cultural
2017-12-21T00:00:00
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