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Está todo mal. Todo mal, todo mal, todo el tiempo. En esos rostros, en esos cuerpos, en ese encierro. Nada está en su lugar y todos hacen cosas para que algo encaje de una vez donde debería estar. Pero no encaja porque en esa familia reina la confusión, el agobio y la sordidez. Con el correr del tiempo el planteo se vuelve envolvente y seductor en su carácter ominoso. Este es el no-lugar ubicado en el no-tiempo en el que una no-familia vive una no-vida, y es lo que propone la obra musical Rabiosa melancolía, con texto y dirección de la dramaturga y directora Marianella Morena. La dirección musical estuvo a cargo de Malena Muyala. La obra va en el Teatro El Galpón (Sala Atahualpa), los viernes, sábados (21 h) y domingos (20 h) de abril, más el jueves 27 (21 h).
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Rabiosa melancolía funciona como un exponente fiel de sus propuestas extremas, que apuntan a romper con la lógica y estructura lineal del texto. Como en un caleidoscopio opresivo y delirante, no le ahorrará trabajo a un espectador que tendrá que mecerse entre los extremos del sinsentido y las emociones intensas de los vínculos alterados entre tres hijos y una madre, interpretados por Lucía Trentini (Santina), Mané Pérez (Javiera), Agustín Urrutia (Benito) y Malena Muyala (la Madre), que está muerta pero viva, tremendamente presente en la mente de sus hijos. Con un esposo ausente, esta mujer con diagnóstico de melancolía, que sostuvo su vida en la exigencia, la rigidez y la obsesión por la métrica musical, centró el funcionamiento familiar en los ritmos diarios de las comidas y en las clases de canto que le daba a un grupo de melancólicos.
El elenco está conformado por actores ya habituales en las obras de Morena, con quienes consigue una buena sintonía que se ve reflejada en el escenario. La única que no había trabajado para teatro últimamente era la cantautora Muyala, que en Rabiosa melancolía se amalgama naturalmente con estos seres alterados, dando sus instrucciones sobre métrica y el valor del silencio. Sin embargo, esta no es la primera vez que Muyala actúa: en 1988 integró la Antimurga BCG, dirigida por Jorge Esmoris, donde interpretó las obras Entre locos y loquitos, Papitas y boniatos al horno y Sexo, chocolate y BCG.
La obra se estructura en los cuatro tiempos del desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena. Decir que se estructura no es del todo acertado, debido a que Rabiosa melancolía traza más bien círculos concéntricos sobre algunos temas, en una espiral textual que conduce a los personajes por senderos de sentidos extraños.
Los actores y la directora comenzaron a trabajar en 2015, experimentando con el texto y la música, que fue compuesta mayormente por Muyala. En lo que Morena define como una “ficción musical”, se propuso investigar el encuentro del lenguaje escénico con el musical (algo que ya hizo en otras obras), realizando una ruptura rítmica entre realidad e irrealidad.
Con actuaciones impecables, la obra toca preocupaciones humanas antiguas como las relaciones incestuosas, la locura —como alienación pero también como tabla de salvación—, la muerte —física pero también de la integridad psíquica— y el tiempo —¿qué es el presente?, ¿se puede habitar siempre el pasado?—. El texto de Morena es original, especialmente por el ritmo que logra, y lúcido, incluyendo algunos giros bizarros que rozan lo tragicómico, con un efecto disruptivo. Las canciones interpretadas a capela por los cuatro actores acompañados por el tintineo de la vajilla cumplen con la doble función de hilvanar la trama circular así como de aliviar la tensión derivada de la violencia que crece cada vez más en escena.
El vestuario, la escenografía y la iluminación contribuyen a crear un clima opresivo dentro de un lugar que termina por parecer la burbuja de alguna realidad paralela. Para la creación de este ambiente, Morena tomó varias referencias estéticas, entre las que se encuentran los cuadros inquietantes del artista digital surrealista inglés Ray Caesar.
Rabiosa melancolía es una experiencia teatral interesante e intensa que explora y explota los límites del pasado, el presente y el futuro, así como unos vínculos familiares pervertidos al punto de que los personajes parecen funcionar como las distintas partes de una misma cabeza descalabrada.
La obra viajará al Festival de Teatro Iberoamericano de Cádiz en octubre y estará en la Semana de Teatro Uruguayo de Madrid, en fecha a definir. Además, Morena y elenco repetirán la gira de No daré hijos, daré versos. Por otro lado, Morena estrenará en agosto una obra sobre Carlota Ferreira, interpretada por Mané Pérez y en febrero de 2018 viajará a España para dirigir una obra por el bicentenario del nacimiento del poeta y dramaturgo José Zorrilla.