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Un veterinario que termina siendo profesor de biología y director de liceos. Un batllista, defensor acérrimo de las empresas públicas, pequeño productor rural en un departamento de tradición blanca. A los 62 años, ya jubilado de su trabajo en Secundaria y tras haberse desempeñado como edil en Soriano por 20 años, Williams Kelland empezaba a abocarse de lleno a su actividad personal. Había decidido mudarse de su casa en Cardona a un contenedor que instaló en su campo de unas 126 hectáreas, hasta que recibió un par de meses atrás una propuesta del líder de Unión de Izquierda Republicana (Unir), Fernando Amado, que lo llevó a tomar un nuevo giro.
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Kelland es ahora director por la oposición en la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE). Sabe que es curiosa la llegada al ente de un “paisano” que hasta hace unos días recorría en su moto el camino que separa la ciudad de Cardona de su campo, y por eso lo cuenta entre risas. Pero para hablar del enfoque que le dará a su nueva responsabilidad intenta dejar a un lado todas sus particularidades.
“No es Williams Kelland el que está acá. Yo no soy yo. Yo soy Unir. (...) Mi idea es que la gestión de Williams Kelland reivindique que la gente que asume cargos políticos no está para calentar silla”, dice.
Kelland es el único no frenteamplista entre los 34 cargos que la coalición de gobierno ofreció para representantes de la oposición. Unir hizo un acuerdo electoral con el Frente Amplio, pero no lo integra. En reconocimiento a los 24.000 votos que obtuvo en las elecciones nacionales, la fuerza política le asignó uno de los puestos.
Los directores opositores suelen ser figuras de contralor que funcionan como contrapeso de las mayorías oficialistas. Kelland, al menos en esta primera etapa, asumirá la tarea con otra impronta. Las posibilidades de desarrollo de AFE en este período de gobierno tienen su primer mojón en la discusión del presupuesto para 2021, que ya está en curso, y las perspectivas no son muy favorables.
Kelland no quiere manejar las cifras por una cuestión “ética” y de respeto a sus compañeros de Directorio. “Sería muy simpático darte cifras, hacerme un picnic político y dar palo, pero no va por ahí lo mío”, asegura. Dice que ya les dijo al presidente Miguel Vaczy y al vicepresidente Gustavo Osta que está dispuesto a luchar con ellos “codo con codo” para destrabar la situación.
“Estamos luchando por lo mismo. Si logramos torcer esto va a ser un triunfo de todos. Yo quiero estar en esa bolsa tirando con los otros directores. Sé que ellos se están jugando el cuero y hasta el cargo, mucho más que yo”, dice.
Aunque no da cifras, Kelland sí se anima a describir el escenario ante el que se encuentran con palabras: “Son cifras que te tirás al suelo a reirte” y “no alcanzan para nada”.
Falta de visión
Por su conocimiento de la producción rural, Kelland tiene claro que en Uruguay no faltan cargas. Por el contrario, sobran y hasta le generan problemas al país. Sabe también que hay muchas zonas del país en las que la producción de determinados commodities solo sería sostenible con un medio de transporte más económico y eficiente que el camión. Por eso, le cuesta comprender la “falta de visión” que ha tenido Uruguay hasta ahora en torno al tema.
Al llegar a AFE se encontró con un organismo “muy deprimido”, “funcionando a lo mínimo”, casi al borde de la desaparición. Aun con ese punto de partida “jodido”, Kelland es optimista y ve a mediano plazo buenas posibilidades de “explotar como empresa”. El principal factor de impulso es la obra del Ferrocarril Central que, opina, va a revolucionar el transporte de Paso de los Toros a Montevideo.
En las demás líneas, Kelland considera que AFE debe apostar en principio a lograr una operativa confiable y segura, y puede hacerlo con inversiones razonables. “Aunque vayas a 30 kilómetros por hora es un campañón. El negocio está en que la carga por eje sea alta. El tiempo no hace tanto la diferencia porque la distancia es corta. Uruguay es chiquito”, explica.
En eso también está alineado con sus pares oficialistas. El Directorio planea una serie de trabajos que por unos US$ 20 millones les permitiría mantener operativas las líneas a Minas y Río Branco. Sin embargo, el presupuesto, hasta ahora, sostiene la “falta de visión”. Los recursos previstos no permiten mantener operativas esas líneas.
“Hay que mover cielo y tierra para destrabar esto políticamente. Tenemos que ir todos juntos para hacerle ver al gobierno que acá no es AFE la que se jode. Es el país”, afirma.
Con una mirada más larga, Kelland considera fundamental la conexión ferroviaria del puerto de Nueva Palmira. Ese tema lo obsesiona desde sus tiempos de edil en Soriano, donde solía involucrarse en los temas vinculados al transporte.
“Nueva Palmira debe ser el único puerto del mundo de un nivel medio al que no llega el tren. A todos los puertos del mundo llega el tren y, si no, no es puerto. Llamale fideicomiso, llamale PPP (proyecto de participación público-privada), llamale concesión, como quieras. Hay que buscar la ingeniería financiera para hacerlo y que Economía nos deje”.