Sigue un resumen de la entrevista con Búsqueda.
—¿Cómo es administrar Secundaria en pandemia?
—Es un aluvión que nos superó a todos; en siete meses viví siete vidas. Tuvimos que ser muy creativos, muy flexibles y conscientes de la necesidad de contextualizar, porque no es lo mismo la conectividad de Montevideo que en zonas rurales. Hubo casos que se conectaron desde el principio, y otros que se manejaron con fotocopias, con adscriptos distribuyendo repartidos en las puertas de los liceos y hasta en las tranqueras. En cada comunidad hubo trabajo colaborativo, solidario; profesores y funcionarios armaron y repartieron canastas para los alumnos, visitaron hogares... El rol de quien trabaja en la educación se vio interpelado y respondió bien.
Personalmente, lo que más me preocupaba era mantener los liceos abiertos hasta el fin de diciembre y asegurar los recursos humanos que mantuvieran la sanitización de los centros para que los chiquilines pudieran ir a clase. Abrimos los liceos, los limpiamos, hicimos 15 días de tutorías, se tomaron los períodos especiales de abril y julio, y retomamos las clases presenciales en tramos de 15 días: 1º, 15 y 29 de junio. Se evaluaron los cursos semestrales, se resolvieron protocolos, se estudió cada situación y emitimos documentos con el grupo asesor pedagógico para darle mayor autonomía a los centros y aumentar la presencialidad. Tomamos exámenes en setiembre y tuvimos un fin de año diferente; hicimos un repechaje especial para los alumnos, para después hacer la reunión de profesores. En los últimos días se tomaron los exámenes del año anterior, y los cursados en 2020 se rendirán del 1º al 12 de febrero. Hubo cambios en la manera de evaluar; eliminamos categorías para ir a examen... Una siente orgullo de que tanta gente tenga la camiseta puesta y haya liderado esos procesos sin experiencia en pandemia alguna, de la nada.
—¿Y qué rescata de esa experiencia acumulada para aplicar este año?
—Lo peor que transitamos en 2020 es la incertidumbre. Uno tiene ya el agua en el boca y busca el mar. Cuando estás acostumbrado al contacto pedagógico habitual, al dar clases todos los días, en el aula... y de golpe, ¡zas! Todos sufrimos por eso, adultos y adolescentes; extrañamos cosas tan simples como saludar con un beso y un abrazo. Y hay que entender que eso es por el bien de todos. Ante situaciones especiales, decisiones especiales.
—¿Hubo nuevos focos de contagio en liceos?
—No. No estoy al tanto de nuevos focos, y los que hubo a fines de diciembre fueron casos muy puntuales y aislados en liceos de Montevideo y Canelones... En estos casos, Secundaria actúa así: enterada del hecho, al otro día desinfección inmediata del local, limpieza, y al otro día vuelta a clase.
—¿Pero el aumento de casos en el país afectará las clases?
—Las clases está previsto que empiecen el 1º de marzo en ciclo básico y una semana después en bachillerato; aunque también puede que arranquen todos juntos, sujetos a las cifras de Covid que aumentan exponencialmente, y a si ya están todos los profesores designados.
—¿En qué etapa está la elección de horas docentes?
—Secundaria ya logró completar la primera ronda de elección de horas de docentes efectivos en todo el país de forma presencial el 28 de diciembre. Todos los efectivos se fueron a su casa con trabajo en primera ronda. En Artigas está el 70% de las horas dadas, y en Paysandú ya es casi un 75%, por ejemplo. En febrero largaremos la categoría de los egresados de los centros de profesores y del IPA que también tomarán sus horas, después haremos la segunda ronda y las otras categorías de no egresados. La intención es que en febrero esté la casi totalidad de las horas dadas.
—Cuando asumió el 6 de mayo, Secundaria tenía un déficit de $ 92 millones. ¿Cómo están hoy las cuentas?
—Hoy, con orgullo, puedo decir que el cierre del 2020 en Secundaria es con déficit cero. Hubo que tomar decisiones para compensar aquel déficit y poder mantener los centros, nombrar funcionarios, secretarios, administrativos y de servicio, asegurar que haya productos de limpieza en los liceos... ¿Cómo? El CES gasta unos $ 18 millones anuales en los alquileres de sus dependencias; por ahí equilibramos los dineros. Otras decisiones pasan por ver dónde hay necesidades de obras reales... Todo eso llevó a un ahorro especial de dinero, pero no es que ahorramos por ahorrar. En pandemia, el gasto en educación es con más razón una inversión. Ya estar en pandemia es feo.
—Hay quienes hablan de “año perdido”...
—¡No! No puedo considerar un año perdido si analizo los porcentajes de aprobación en ciclo básico y bachillerato, o los porcentajes de horas docentes… Puedo decir que el balance es bueno.
—Pero obviamente se afectaron los aprendizajes, se ampliaron brechas: hay alumnos desvinculados, rezagados…
—En pandemia, aprendimos que podemos ir a buscar, identificar y traer a los chiquilines a las aulas. No estamos diciendo que salvamos al 100% de nuestra población. Pero la mayoría está. La cifra de alumnos de bachillerato “sin fallo” académico o desvinculados en 2020, porque no están en condiciones de aprobar o porque no estuvieron muy vinculados, es el 1,7% del total de alumnos del país; en 2019 era 1,61%. Y en ciclo básico: sin fallo 1,5% en 2019, y 1,76% en 2020. Las cifras son muy parecidas, hablamos de fracciones… Insisto: año perdido, para nada.
—¿Cree que las horas de apoyo fueron suficientes?
—Dimos 4.115 horas de apoyo en 2020; o sea, unas 819 horas más que en 2019. Uno hasta que no ve las cifras no se convence de lo que pasa.
—Pero hay alumnos muy rezagados. ¿Cómo logrará nivelar a esas poblaciones en 2021?
—Hay estrategias que resultaron interesantes en este proceso: la extensión de los cursos, el “repechaje”, las nuevas modalidades para dar los exámenes y habilitar nuevos períodos. También la promoción asistida de hasta seis asignaturas es una muy buena herramienta como para evitar la repetición.
—¿Eso no implica nivelar para abajo?
—No, porque vas a tener que dar examen, vas a tener que ir a una tutoría… Son andadores para que después los chiquilines vuelen, sobre todo a los de los quintiles más bajos. Las horas de apoyo se darán donde más se necesiten. La verdadera justicia consiste en tratar de forma desigual a los desiguales, decía Aristóteles. No le puedo dar lo mismo a todos.
—¿Qué otras metas se plantea para este período?
—Hay experiencias que van a empezar en marzo en liceos con actores institucionales nuevos, más horas de permanencia, con profesores que eligen sus horas por más de un año. Por ahora es una microexperiencia, pero la idea es ampliarla. Vamos a readecuar los liceos nocturnos, donde hay una gran feminización de la población estudiantil; pensamos en multiplicar los cursos semipresenciales para madres de familia, a veces solas, trabajadoras, que además estudian... Atenderemos la ruralidad, quiero reflotar la figura de un inspector específico en los liceos rurales y revisar los niveles educativos en el área. Se trabajará sobre los planes de estudio. Hoy Secundaria tiene como 16 planes activos; eso es una locura... A nuestro juicio debemos tener dos, para ciclo básico y para bachillerato, acaso un plan 2023, ojalá 2022... Y llegó el momento de analizar los contenidos programáticos.
—¿Volverán los liceos a la presencialidad plena o continuará el modelo mixto, entre lo presencial y virtual?
—Quien pudiera pensar que en marzo empezaremos en forma exclusivamente presencial, tomando en cuenta las cifras de Covid en el país, se equivoca. Vamos a tener un escenario con presencialidad y virtualidad, no hay otra. Aquel escenario de educación mixta o híbrida de presencialidad y virtualidad que buscábamos como un objetivo y que parecía tan lejano, llegó para quedarse. En marzo habrá un módulo introductorio y en abril se empezará fuertemente con los contenidos curriculares del año en curso.
—¿En qué están “los liceos modelo” que proyectó Talvi en campaña?
—Los liceos como el Jubilar y demás, que son públicos pero de administración privada, son un buen modelo, pero no es lo que ofrecemos, que es educación a los hijos de todo el mundo que quiera venir e inscribirse. Porque en el caso de estos liceos hay una selección previa, ¿no? Ojalá pudiéramos tener muchos liceos como esos para todo el mundo. Hoy no lo veo posible por un tema económico. Es muy caro. Si no estuviéramos en pandemia, yo haría más liceos y más pequeños, con no más de 12 aulas, gobernables, gestionables, donde sepas los nombres de cada alumno, donde el chiquilín sienta el afecto de la figura del referente adulto para asegurarle que en ese lugar es. Por eso estos liceos modelo son más pequeños y gestionables. Tienen más figuras de apoyo y pueden ser selectivos en el personal y también en el alumnado. Pero eso hoy no lo puede hacer Secundaria.
—Arrancó con algunos gremialistas docentes en pie de guerra, ¿cómo ve la relación con los sindicatos?
—A mí me han descalificado gremialistas de Fenapes (Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria) y de ATES (Asociación de Trabajadores de Enseñanza Secundaria), y la verdad es que no me importa. Cuando uno está convencido de lo que hace y quiere lo que hace, tiene que seguir por sus objetivos. Yo soy taurina (sonríe, mientras golpea la mesa) y voy a seguir adelante. Yo trabajo para la educación toda, no para ciertos corporativismos, y me preocupo de verdad por la educación. No me importa si me dicen Goebbels, fascista… no me van a amedrentar. No me importa si no les gustan los cambios que voy a ejecutar. Pero cuando vos tenés posturas que toman a los chiquilines de rehenes por intereses particulares, para trancar la presencialidad… es muy bajo. ¿Dónde están tus principios solidarios? Tengo ejemplos, y sé que dirigí un organismo paralelo.
—¿Cómo es eso?
—Yo sabía que había ciertos lugares en los que se estaba haciendo mucho sindicalismo; lo sé, por supuesto… ¿Qué hice? Lo que tenía que hacer, intervine, aseguré la presencialidad y la amplié. Yo estaba dirigiendo el organismo en pandemia, con $ 92 millones de déficit, no sabía si me daba la plata y tenía que planificar un montón de cosas, porque tenía que salir bien esto. Trabajé 12, 14 horas acá; me podrán decir lo que quieran, pero haragana o no trabajadora, no. ¿A quién le parece que en un escenario de esta naturaleza se busque más conflictividad? No parece solidario ni vocacional. Acá todos trabajamos y nos ganamos el pan, y en mi caso esto no es por la plata, es por la educación de los chiquilines. Soy una autoridad legítimamente elegida, y desde el momento que soy la directora general de Secundaria no pido permiso para tomar decisiones, las tomo. Al sindicato oportunamente lo convocaré y tomaré su opinión si es interesante. Pero pedir permiso para decidir en el organismo que dirijo, no. Eso que quede claro que es autoridad, no autoritarismo. Lo digo porque hemos perdido mucho los límites en estos últimos años y se confunde una cosa con otra. Yo voy a ejercer la autoridad. Ellos hacen una política de la descalificación sistemática. Pero en ese juego no entro. El sindicato tiene 7.510 afiliados que aportan, no son representativos de la mayoría de los docentes. Lo pienso y lo digo, soy franca.
—¿Secundaria es la “oveja negra” del sistema?
—Secundaria es siempre el organismo más criticado, sin duda, y también es el más carenciado, con muchas desprolijidades burocráticas, administrativas. Pero en Secundaria se construye mucho más de lo que la gente ve. En mi caso, vine a trabajar por la educación secundaria con los demás desconcentrados, como decimos, en clave ANEP, y tenemos equipo, liderazgo, ideas y empuje para hacer lo que hay que hacer por la educación.
- Recuadro de la entrevista
Liceo Hugo Batalla, el homenaje de “una tejana” a un “valiente” defensor de los DD.HH. en dictadura
Información Nacional
2021-01-14T00:23:00
2021-01-14T00:23:00